“Sin memoria del pasado no somos nada en el hoy”

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En la presentación de esta vigésimaprimera edición del Simposio de Centros Históricos y Patrimonio Cultural de Canarias se anota que uno de los temas más importantes de la Fundación Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio es “la revalorización por medio de restauraciones del Patrimonio Cultural, del legado de nuestra memoria histórica y colectiva, por lo que presta especial interés a través de la formación multidisciplinar y cualificada”. 

Añade en líneas inmediatas, que, “tiene entre sus objetivos prioritarios la conservación de la memoria colectiva, el legado heredado, y nuestras señas de identidad en simbiosis con los tiempos actuales respetando los nuevos criterios y necesidades derivados de los cambios sociales”. 

Esta intervención de la jornada inaugural está enlazada con la de la ceremonia de entrega de los Premios Internacionales CICOP 2021, por lo que ahora esta alusión la dejo aquí. 

Entiendo que el propósito más relevante de la conservación de los bienes patrimoniales es el de saber y difundir el conocimiento, pero especialmente, el de comprender sobre variados aspectos de la historia canaria, sea la referida a la etapa aborigen, a la colonial, o a cualquier otra de las acontecidas en el Archipiélago de Canarias. 

Es la investigación y la comprensión del pasado lo que nos proporciona la capacidad de deliberar cómo proceder ante ciertas competencias del presente, ante el devenir. Es la posibilidad de entender y de acrecentar la herencia patrimonial valorándola y transmitiéndola restaurada, estudiada, comprendida y asimilada, lo que nos permite habitar de manera más lúcida y consecuente. 

Buena parte de la historia canaria está comprendida en este edificio geológico de La Palma, desde la época en la que se mantuvo libre y alejada de seres humanos, pasando por el periodo de la tribu Benahoare, hasta la que genera este encuentro de personas interesadas en saber, discernir, transmitir, entre otros propósitos, y donde el disenso tiene cabida. Diría que debe fomentarse, para avanzar y progresar.

En esta isla se encuentran partes determinantes de la herencia cultural canaria y casi toda la del pueblo que vive en ella. Sabemos que el pasado no solo sirve para conmemorar determinadas fechas, sino que constituye la herramienta más útil y precisa para usarla en el tiempo actual -hoy-, en el aquí -Teatro Circo de Marte-, atendiendo a quienes somos -nosotras, personas de nuestro tiempo, de este lugar y con nuestra historia-. 

El no conocer el pasado, el no saber quiénes somos lo comparo con frecuencia con la terrible enfermedad neurológica del alzhéimer. Sabemos que la persona aquejada de este mal no recuerda su pasado, no sabe quién es y en determinadas fases evolutivas del padecimiento, no reconoce a su descendencia, a familiares y personas allegadas.

Si esto ocurre, estamos perdidas, no nos conocemos ni reconocemos, no sabemos dónde estamos, si vamos o venimos. Ignoramos quiénes somos porque no recordamos el tiempo pretérito, lo vivido, porque lo hemos perdido, no tenemos memoria. Más aún: hemos perdido la memoria. Y sabemos las consecuencias de este mal: si extraviamos o ignoramos el pasado no tenemos presente, carecemos de conciencia de lo vivido. No es que en un soplo simultáneo se nos vaya, sino que nuestro pasado no existe. Si no tenemos pasado, imagínense como será nuestro presente y reflexionemos si tendremos futuro, porque sin memoria del pasado no somos nada en el hoy, extraviadas y desorientadas es una desgracia, una debacle.

Y en ese estado ¿Qué futuro proyectamos? ¿Qué futuro tendremos? ¿El que diseñen para nosotras? El que en la comparativa establecida ¿La familia decida para su abuela enferma a la que quiere y estima? Quienes diseñen nuestro futuro ¿nos respetan y consideran?

Otra particularidad de esta enfermedad del olvido es que las personas cercanas tampoco nos conocen porque nos hemos convertido en otra porque hemos perdido la cabeza, la cabeza como lugar en el que reside la memoria. Y aunque seguimos recibiendo amor y cariño de las personas queridas, vivimos excluidas del mundo real, no podemos decidir por nosotras mismas, no nos conocemos, ni sabemos nada de nosotras. Otras personas o administraciones se harán cargo en nuestro nombre, y deciden si nos traen y nos llevan, si nos amparan o nos dejan, si nos ponen o nos quitan.

Soy extremadamente consciente de la importancia que posee el conocimiento del pasado y el aprecio que se deriva de su estudio y comprensión. Una comunidad que se organiza y vertebra a través de la historia fácilmente se mantiene fuerte y unido y sortea mejor los avatares, los cambios que se ven venir y aquellos otros repentinos y fortuitos, porque la historia y la identidad es el elemento estructural más fuerte e importante que poseemos como colectividad.

De ahí la importancia de recuperar historias perdidas, la que está escrita en la tierra oculta bajo sedimentos terrestres o marinos; la grabada en piedra, con desarrollo geométrico como la de La Palma; la contenida en legajos como los que se restauran en el Taller del Papel del Cabildo Insular, la de los edificios, los aljibes y tahonas, o la de los azulejos de Delft y la de las tallas flamencas en La Palma.

Esta vigésimaprimera edición del Simposio de Centros Históricos y Patrimonio Cultural de Canarias resulta tremendamente valiosa para seguir dotándonos de mayores dosis de identidad, para saber quiénes somos, para recodar de dónde llegamos, cuánto tiempo hemos vivido en otra parte, en cualquier parte y aquí, que es otra fracción cualquiera de la multitud que existe en el planeta tierra.

Las historias en la que se centra este Simposio son eslabones que nos anclan a la memoria, para evitar la deriva, para conocernos más y mejor; para reconocernos como compañeras y amigas con cualquier persona que vive en otro lugar del Planeta Tierra.

Como trabajadora con funciones públicas y cargo político valoro estos encuentros de trabajo por útiles y necesarios, por urgentes porque son beneficiosos en extremo. Nos valen para conocernos, para saber, recordar, comprender, pero especialmente, para no perder la memoria, para mantenerla y recuperarla. 

El Gobierno de Canarias por medio de la Dirección General de Patrimonio Cultural, expresamos nuestro agradecimiento a quienes se benefician y utilizan este encuentro para aprender y difundir sus conocimientos. Igualmente, gracias a la Fundación Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio por esta nueva edición, especiales a su integrante más visible, Miguel Ángel Fernández Matrán, por este valioso proyecto. También al Cabildo Insular de La Palma, a su consejera delegada, Jovita Monterrey. Y gracias especiales al pueblo que nos acoge. 

Agradezco la participación, la asistencia, el propósito de aprender, de enseñar, de escuchar y de sentir.

* María Antonia Perera Betancort es directora general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias. Arqueóloga y doctora en Prehistoria por la Universidad de La Laguna. Su trayectoria investigadora se centra en las poblaciones aborígenes de Canarias y el Norte de África.

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