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Mi particular homenaje a Juan Manuel Castro

Emilia Pérez Morales

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Se nos fue Juan Manuel Castro, un hombre nacido de la misma entraña de una tierra que conocía como pocos. Sus conocimientos sobre la botánica y la fauna de la Isla superaban con creces la de cualquier guía acercándose a la disertación del biólogo más experto.  Como fotógrafo supo reflejar como pocos la peculiaridad de nuestros paisajes. Por ellos derramó su alma de senderista empedernido, porque sentía y respiraba por cada uno de los poros de esta Isla. Mostró las huellas de nuestra historia a cuantos visitantes acompañó por calles, rutas y caminos con un impulso vital que le llevaba a mostrar los lugares más recónditos de La Palma, más allá de los imperativos que su trabajo le marcaba. Parecía un hombre retraído y, sin embargo, siempre estuvo abierto a la relación humana, grupal, universal. Siendo guía oficial de turismo, no podía ser de otra forma. Aprendí muchas cosas de él y, en algunos aspectos, he procurado poner en práctica sus enseñanzas y seguir sus pautas de conducta. Últimamente, debido a su enfermedad, había notado un desgaste continuado de sus fuerzas físicas, pero su mente lúcida, le permitía hablar de nuestra profesión como si todavía estuviera involucrado en un quehacer cotidiano que ya no ejercía, como si su espíritu abriera las compuertas al esparcimiento que para él suponía describir una planta o descubrir a los pájaros por el sonido de su canto. En el momento de su adiós, han aflorado en mi memoria vivencias y sentimientos compartidos: las conchas que una vez le llevé para aumentar su colección; los consejos que me dio, mostrándose profundamente expresivo; las decepciones sufridas porque el sector turístico no prosperase en la medida que deseaba, dentro de los parámetros del naturalista hondamente sensible que era… Muchas veces necesitamos expresar lo que pensamos y sentimos, pregonar la realidad interna que nos inunda en nuestro afán por mejorar la vocación que tenemos por mostrar la Isla en todo su esplendor, en toda su belleza… Juan Manuel Castro fue único en todo esto, un símbolo para todos aquellos que intentamos potenciar la afectividad de palmeros y palmeras hacia aquellos que nos visitan, y lo hacemos de una forma pasional, sin agobio, sin cansancio, con el gozo de agradar y sorprender con lo nuestro, de forma que nuestros paisajes, flora, fauna y gastronomía alcancen una dimensión externa que inviten a volver a muchos de los que nos visitan. Juan Manuel Castro era así, contagiaba a los turistas nacionales y extranjeros de la fuerza sentimental que sentía por esta Isla, y lograba que ellos la percibieran con la totalidad de sus sentidos: avistar un paisaje desde el más singular de los miradores, oír el cortejo de los capirotes en medio de una senda boscosa, percibir el olor a pino o el aroma de una violeta, paladear los platos más genuinos de nuestra cocina… Pocos como él han presumido de la capacidad estética y cultural de nuestra tierra, y del comportamiento atento y hospitalario de nuestra gente. Gracias Juan Manuel por tus enseñanzas. Gracias también por tu amistad.  

Emilia Pérez Morales

Guía Oficial de Turismo

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