Pérez Volcán: el altruista más destacado de la historia de La Palma

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Cristóbal Pérez Volcán nació el 17 de febrero de 1725 en la ciudad de Santa Cruz de La Palma. De origen humilde, al parecer careció de cualquier tipo de estudios, pasó su niñez en la isla de La Palma, ayudando a sus padres en todas aquellas ocupaciones que sus pocos conocimientos le permitían.

Con pundonor y un extraordinario esfuerzo personal logró los recursos necesarios para alcanzar su sueño, que no era otro que embarcarse en busca prosperidad buscando nuevos horizontes y conseguir llegar a América.

Abandonó La Palma y viajó hacia la isla de Cuba ya que, por aquella época, la perla de las Antillas era el centro de la emigración palmera.

Llegó a la ciudad de La Habana, dedicándose a varias faenas que, por el momento, le dieron lo suficiente para su subsistencia.

No obstante, convencido de que con trabajo y honradez era posible labrarse un porvenir, no quiso quedarse en la capital de la Isla trasladándose hacia el interior, donde grandes extensiones de campos vírgenes todavía esperaban que alguien los cultivara.

Se dedicó en un principio, entre otras actividades, al cultivo del tabaco, primera producción de la agricultura cubana, sonriéndole muy pronto la fortuna y reuniendo un capital inmenso que le permitió volver a La Habana como un gran rico hacendado.

Fue allí donde se convirtió en un verdadero hombre generoso y magnánimo, ejerciendo la caridad. También recibía a sus compatriotas canarios prodigándoles atenciones y cuidados, así como dándoles colocación en sus fincas.

Se enriqueció aún más en la capital cubana, siendo en poco tiempo uno de los más acreditados comerciantes, tanto por su honradez como por la seriedad con la que acometía los compromisos asumidos y por sus grandes servicios a la comunidad.

Cristóbal Pérez Volcán falleció en la ciudad de La Habana el 16 de marzo de 1790, dejando en su testamento un fantástico legado tanto a la ciudad antillana como, sobre todo, a su querida isla de La Palma, destacando las donaciones a las iglesias de El Salvador, a la de Nuestra Señora de Las Nieves, a los conventos de Santo Domingo y San Francisco y, en especial, al Hospital de Nuestra Señora de los Dolores, en la ciudad que lo vio nacer.

Como público reconocimiento, según algunos biógrafos, al altruista más destacado que ha existido a lo largo de la historia en la isla de La Palma, se le dedicó en El Salvador un gran óleo de San Cristóbal por sus altos valores humanos, así como una lápida como protector de los templos y casas de beneficencia.

El Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma ha perpetuado su nombre rotulando una de sus calles, en la trasera de la parroquia matriz, como Pérez Volcán.

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