Espacio de opinión de La Palma Ahora
Semana Culta y Santa
Cuando los pueblos pierden la identidad entran en una decadencia irrepetible. La tradición cultural, que forma parte de esa identidad, resulta indispensable para la salud colectiva. Los desfiles procesionales de la Semana Santa son un exponente representativo y, en muchos casos, peculiar del acervo de muchos rincones de España. Santa Cruz de La Palma no es una excepción. Se trata de una de sus festividades importantes y con más siglos de historia. Nuestras calles se convierten en escenarios donde la emotividad, el fervor y la devoción religiosa se entremezclan con la música, el arte y el colorido de las procesiones. Por eso, nos unimos al sentir del cronista oficial de la ciudad cuando, en diferentes medios, ha resaltado el valioso patrimonio que, en un rito cargado de solera, se muestra en nuestras calles y plazas, teniendo como fondo las marchas musicales de Semana Santa, “un conjunto de piezas tan arcaicas como ”Amor Eterno“, del compositor local Alejandro Henríquez, que es la pieza pasionista para banda más antigua del Archipiélago Canario o las partituras compuestas por Luis Cobiella ex profeso para estas fechas y que acrecientan el interés cultural de esta manifestación religiosa”. Existe actualmente una voluntad displicente, desgraciadamente unida a un oscuro sentimiento de aversión personal, hacia esta conmemoración de los creyentes, sin embargo, no podemos robarle su grandeza. La ciudad pierde la rutina para convertir sus calles en un auténtico museo de arte sacro con sello flamenco y andaluz en su mayoría, pero sin olvidar a otros artistas, entre los que podríamos nombrar a los neoclásicos Gómez Rodríguez de Carmona, palmero, o al tinerfeño Fernando Estévez del Sacramento.
La muestra tiene un calado artístico y etnográfico de primer nivel, y sus particularidades le otorgan un puesto destacado en el contexto de la iconografía eclesiástica Canarias. Pero, junto al arte elevado a hombros por nuestros cargadores para orgullo de todos, está la música. Las marchas de Semana Santa siempre han tenido especial protagonismo en nuestra ciudad, y la incorporación de compositores locales le da un aire propio a los desfiles. Son piezas musicales que conjugan pasión, devoción y arte, un arte que se corresponde con el de la imaginería exhibida y que persigue una proyección todavía mayor de nuestra cultura. Ya, anteriormente, nos referíamos al especial sentido musical que existe en La Palma y aludíamos a algunos compositores. Siguiendo esa inclinación de nuestros artistas, el cronista e investigador Manuel Poggio, a quien nos hemos referido anteriormente, expresó la posibilidad de aumentar el patrimonio musical con nuevas piezas de autores palmeros, y convenció a Juan Francisco Medina para que asumiera el reto de una nueva pieza. Producto de su esfuerzo creador, nació “El alcahuete”, título que hace referencia a la denominación popular que, en Santa Cruz de La Palma, recibe la imagen de San Juan Evangelista en la procesión del Miércoles Santo, ya que durante el “punto en la plaza” es él quien corre a avisar a la Virgen de la presencia de Jesús camino del Calvario.
La Pasión con su enorme carga dramática siempre ejerció una particular atracción sobre los compositores, al inspirarles obras de gran envergadura. Estos días visita La Palma, Abel Moreno Gómez, considerado entre los mejores compositores, si no el mejor, de marchas procesionales de Semana Santa, además de disertar sobre el tema de las marchas religiosas, este miércoles asistirá al mencionado encuentro, donde la Banda de Música San Miguel interpretará “Cachorro” una de sus piezas más populares. No deja de ser un honor que su visita coincida con el estreno de “El Alcahuete” del palmero Juan Francisco Medina en la calle Pérez Volcán, a la salida de las imágenes por la trasera de El Salvador. Nos consta que la Banda de Música San Miguel ha hecho de la disciplina virtud en sus ensayos, ahora solo queda que con los ingredientes que atisbamos en la partitura y con esa perfecta afinación que hemos apreciado en sus últimas actuaciones, nos ayude a sumergirnos, con sus compases, tonos y cadencias, en el momento crucial del encuentro de María y Jesús, tras la explosiva carrera y el mensaje del “alcahuete” Juan Evangelista.
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