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TTIP (II): Canarias in the middle

Luis Miguel Castillo Rodríguez

Hablábamos el otro día sobre el desconocimiento y sus limitaciones, sobre la indiferencia social que viene derivada de la falta de información. Veamos pues, a fin de utilizarlo como antídoto, lo que sí conocemos. Sabemos que para lo bueno y lo malo, y poniéndonos internacionales, Canarias está in the middle. Entre tres continentes: geográficamente cercana a uno, culturalmente hermana de otro y económicamente vasalla de un tercero. El TTIP viene a colocarnos otro padre adoptivo, EEUU, un padre controlador, además, y que precisa abrir mercado después de un siglo de una supremacía ahora en decadencia y ante la aparición de las supereconomías china y brasileña principalmente. No existiendo la industria y con prácticamente un sólo producto agrícola exportable, somos islas eminentemente importadoras junto a otras regiones que, si no lo son, lo serán. Justo lo que el mercado mundial necesita.

Sabemos además lo que son y con qué fin se formulan los Tratados de Libre Comercio (TLC's) y que uno de sus pilares, quizá el más fundamental, es la reducción o eliminación de las tasas aduaneras. Los TLC's siempre se presentan -desde el ALCA en Latinoamérica, el NAFTA con Canadá y México y el TPPA con varios países del Pacífico- como instrumentos que impulsan el crecimiento de la economía y la creación de empleo, ¡cómo no comprar este eslogan! Trabajo y dinero para todas y todos, la gran patada del sueño americano nos llega al despertar: su opulento sistema sólo se cimienta sobre la miseria de las tres cuartas partes del planeta.

Basándonos en el pasado y el presente de los acuerdos es notorio que estos se hacen a la baja, es decir, igualando normativas laborales y medioambientales con el o los estados que menos proteccionismo ostentan. Por ejemplo, en la negociación del TPPA, los sindicatos estadounidenses mostraban el temor a que la negociación les llevase a condiciones laborales similares a las de Vietnam, Malasia o Singapur, firmantes del Tratado. ¿Cómo no deben temer los estados europeos equipararse a las condiciones en EEUU? Máxime cuando en el propio país se vive una guerra a la baja en lo referente a salarios, seguridad y salud laboral entre sus estados.

Pongamos otro caso, la eliminación de tasas aduaneras en sectores de la actividad agraria: México, la gran cultura del maíz (nuestro millo), con la entrada en vigor del NAFTA fue viendo como paulatinamente y con malas artes el maíz gringo invadió sus mercados derribando su sistema agrícola, una de las columnas del país. Otro caso, el ALCA directamente propugnaba eliminar aquella legislación medioambiental que supusiera una traba en la expansión comercial. ¿Qué esperar de un país que tiene a la fractura hidráulica (fracking) como pujante fuente energética y a la alimentación transgénica como motor agrario? Esto son sólo pinceladas que nos dan una idea de la posición jerárquica que ocupa cada cual en un gran acuerdo comercial. Quien considere que la liberalización de los mercados produce bienestar social a los pueblos es que no ha asomado las narices al mundo. A todo esto nuestras islitas y quienes las pueblan estamos en medio y algo perdidas. Una vez más a merced de mercados ajenos como en tiempos de la caña de azúcar, siempre in the middle (vayamos mejorando el inglés que ya llega el Transatlantic Partnership) y con poca voz, si los grandes países europeos deben temer al TTIP, qué harán los países del sur, las regiones de la ultraperiferia y las naciones sin estado.

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