Me cuentan que un político palmero con poder ‘subvencionante’ después de acalorada discusión propinó tremendo cachetón a un popular deportista también palmero que a su vez intentó responder físicamente a la agresión, pero el presunto agresor y político no presunto se echó a correr no sé si por ‘transvulcano’ o por evitar males mayores, ante el estupor y la no menor decepción de los ciudadanos circundantes que esperaban una disputa más épica sin llegar a aquellos duelos decimonónicos a espada o pistola por cuestiones de cuernos u otros honores menos románticos, pero si con el respeto que una cuestión tan endémica y folklórica como una subvención merece. El tema es de agradecer, pues a los palmeros nos saca de la dulce rutina de la terrenal mansión y da que hablar en los mentideros, aunque en el fondo sabemos que una cervecita a tiempo evita que tan considerables cuestiones lleguen a mayores ya que el cambio climático provoca estos acaloramientos. No menos notable y folklórico es el numerito del cachalote de Puntallana, colgado de una grúa el tiempo suficiente para que el cuerpo del cetáceo se desprendiera de su cola y cayera a la mar ‘océana’ ante el pitorreo del personal que siempre agradece estos numeritos improvisados.