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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

El arqueólogo Jorge Pais considera “urgente” controlar las visitas a Buracas para frenar el deterioro del paraje

La Palma Ahora

Villa de Garafía —

El arqueólogo Jorge Pais, jefe de la Sección de Patrimonio Histórico del Cabildo de La Palma y Premio José Pérez Vidal, ha expresado su preocupación por la presión que ejercen los visitantes sin control en el paraje de Buracas, en Las Tricias (Garafía). “En la actualidad, Buracas es uno de los lugares más visitados de La Palma que soporta, especialmente los fines de semana, una auténtica avalancha de visitantes sin ningún tipo de vigilancia o control. Por tanto, no debe extrañarnos el deterioro acelerado de estos parajes (molestias a los residentes, pernoctaciones en las cuevas habitadas por los benahoaritas, expolios en los yacimientos arqueológicos, grafitis e intentos de robo en los petroglifos, abandono de todo tipo de basuras, etc.)”, señala en su perfil de Facebook. “Por ello, consideramos necesario y urgente regularizar estas visitas para garantizar la preservación de estos bienes patrimoniales, para ofrecer una documentación veraz y científica y, también, por qué no, para que los residentes y los garafianos puedan beneficiarse de su explotación”, dice. “Mientras no tomemos conciencia de que se trata de un problema que cada vez va a ir a más, tendremos que seguir denunciando actos vandálicos en la zona”, subraya. Así, por ejemplo, añade, “ha ocurrido con un precioso dornajo de tea que existía en uno de los pajeros que está junto al caboco de Buracas. Hace mucho tiempo, seguramente más de 30 años, recordamos ver a un mulo en este recinto que comía, apaciblemente, del dornajo. Y ahí permaneció hasta hace unos pocos años cuando, de la noche a la mañana, desapareció como por arte de magia. Seguramente, le gustó a alguien, quien decidió llevárselo para su casita que, en el jardín, con unas cuantas macetas sería una estupenda jardinera o como adorno en una barbacoa o en un patio”, comenta en tono irónico. “El dornajo era bastante grande y pesado por lo que, con toda probabilidad, fueron necesarias varias personas para cargarlo y, seguramente, con alevosía y nocturnidad para que nadie se diese cuenta del robo”, concluye.

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