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“La Palma carece de una visión estratégica propia sobre el turismo”

Joaquín Mañoso es decano del Colegio de Arquitectos de Canarias. Foto: LUZ RODRÍGUEZ

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

El decano del Colegio de Arquitectos de Canarias y miembro del Consejo Superior de Arquitectos de España, Joaquín Mañoso Valderrama, en una entrevista concedida a LA PALMA AHORA, ha mostrado su preocupación por el futuro socioeconómico de la Isla ante la escasa implantación de la actividad turística y el envejecimiento de la población. “Se vienen elaborando multitud de marcos legales, de propuestas, y desde el año 2007 contamos con un marco legal en el que se depositaban importantes esperanzas como es Plan Territorial Especial de la Actividad Turística que, en realidad, se ha visto que es un absoluto fracaso”, ha asegurado. “No hay que olvidar que no es más que un mero instrumento, y en estos momentos es completamente inadecuado porque no aborda los problemas reales que tiene el mundo empresarial turístico, las propias actividades turísticas cuando se trata de implantarse y poder asegurar un mercado que en La Palma no ha tenido un desarrollo como para llamarlo propiamente industria turística”, ha añadido. “Y teniendo en cuenta que el turismo es el sector principal, junto con el primario -el agrícola principalmente- en donde la economía palmera se ha de sustentar en el futuro, esto representa un salto cualitativo muy complicado, y no tanto por los marcos normativos, sino porque se tiene que cambiar en profundidad la mentalidad de la propia sociedad palmera”, asevera.

Pero en opinión de Joaquín Mañoso, lo preocupante no es que haya “un instrumento mejorable de ordenación territorial, sino que La Palma carece hoy por hoy de una visión estratégica propia sobre el turismo, aunque sí es verdad que se han hecho y se siguen haciendo esfuerzos en promoción, lo que no está claro es hacia dónde se quiere ir con el turismo, y el instrumento de carácter territorial es insuficiente, no aborda más que un aspecto muy concreto, y es el modo de implantación, pero lo que es la filosofía, la política o las estrategias de cómo implantar ese modelo turístico, es algo que a día de hoy los propios responsables de tomar estas decisiones en La Palma y la propia sociedad palmera no tienen claro, hasta el punto de que, visto desde fuera, parece que sigue existiendo un enorme rechazo a que la Isla sea un escenario claro de industria turística, de economía turística, más allá de lo más o menos anecdótico que pueda representar el turismo rural, que no se puede entender como una economía de escala”, sostiene.

El decano del Colegio de Arquitectos de Canarias entiende que “ahí tenemos un problema, porque hace falta una labor importante casi de pedagogía continua de lo que puede representar realmente; hay un cambio generacional, y sin pasar, por cierto, por el sector secundario, porque en La Palma no hay industria como tal, es un salto del sector primario al terciario hiperespecializado como es el de los servicios turísticos y con el grandísimo peso que tiene esta sociedad condicionada por la subvención y por la enorme presencia que tiene la economía derivada de la propia administración, eso hace que todo sea bastante complicado”, afirma.

Envejecimiento de la población

A estos problemas, Mañoso suma el envejecimiento de la población. “La Palma es una isla en la que llama poderosamente la atención la cantidad de recursos naturales que tiene y el escasísimo provecho que se obtiene de ellos adaptándolos a los tiempos actuales; estamos hablando de recursos tradicionales como el sector primario y la naturaleza, y de recursos de carácter inmaterial, su cultura, su historia, o el atractivo particular que pueda representar el propio Roque de Los Muchachos identificado dentro de una red de tecnología punta”. Sin embargo, subraya, “todo esto parece que hace ya bastantes años debiera haber llevado a un escenario de mayor crecimiento poblacional, porque la Isla para los recursos que tiene y las necesidades que va generando, es fundamental que cuente con una mayor masa crítica de población, más población en definitiva, y esto tiene que ver de modo directísimo con la capacidad que se ha tenido de generar puestos de trabajo, economía productiva”, señala.

La población, indica, “prácticamente está estancada desde hace más de 30 años, y desciende de modo alarmante; lo que hace es envejecer a unos pasos agigantados, disminuyendo la población activa cada vez más, y esto es grave porque hace que sea muy difícil la natural dinámica de transformación y desarrollo de la sociedad palmera; en ese sentido me parece preocupante que no conozcamos cuáles son las políticas claras que incentiven generación de economía productiva, lo que significa generación de puestos de trabajo, y que de un modo claro induzca la necesidad de que haya una mayor población en la Isla”.

El futuro de La Palma “no está claro, es potencialmente extraordinario pero parece que los instrumentos que hay sobre la mesa y las previsiones, los indicares que tenemos tanto poblacionales como económicos, no ayudan a perfilar un horizonte esperanzador”, recalca. Uno de los principales indicadores que lastran este tipo de comportamiento social es “sin ninguna duda, que La Palma es una isla excesivamente subvencionada en muchos de sus sectores, donde los monopolios tienen una presencia muy importante y donde la dinámica social seguramente hay que tratar de activarla; estas son cuestiones fundamentales de estrategias políticas que quienes toman esas decisiones tendrán que abordar”, apunta.

La situación de la profesión de arquitecto en La Palma

Por otro lado, el problema de la profesión de arquitecto en La Palma, según Mañoso, “es el reflejo de lo que está pasando en el resto del país, sencillamente un auténtico desastre; vive unas tensiones tremendas derivadas, en primer lugar, de una caída del trabajo descomunal -no solo de la edificación- y en segundo, seguramente de una sobreoferta de mano de obra hiperespecializada e hipercualificada como es la de un arquitecto, pero a pesar de esto, y de un mercado muy mermado, en el caso particular de los arquitectos no se identifica con claridad cuál es su auténtico potencial, ni desde dentro de la profesión ni desde fuera”, resalta. “Un arquitecto no es solo un profesional que se dedica a diseñar edificios, está cualificado para desarrollar infinidad de funciones: peritaciones, valoraciones, rediseño de sistemas y procedimientos empresariales, mediador en los procesos de rehabilitación o gestor de situaciones sociales complejas”, añade, e insiste en que “un arquitecto lo mejor que tiene no es tanto su capacidad de diseño sino que su formación le permite analizar problemas de una cierta complejidad y poderlos traducir en soluciones manejables, a veces son casas y otras procedimientos administrativos”.

La profesión de arquitecto, indica, “está en un claro proceso crítico de redefinición, la sociedad no termina de percibir correctamente cuál es el papel que tiene que ocupar”. Y en La Palma, con 35 arquitectos, “es muy posible que la sociedad palmera todavía no ha generado la suficiente demanda de servicio donde el arquitecto tendría que tener un papel protagonista fundamental, por conocimiento, por criterio y por vocación, porque es una profesión claramente vocacional, de servicio público”, concluye.

 

 

 

 

 

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