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“Pepe Feliciano se nos voló al infinito Este, el mejor mirador para contemplar el mar”

Pepe Feliciano en el Barco de la Virgen.

Manuel González Plata 'Bejeque'

Santa Cruz de La Palma —

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Capitán o timonel.

Sin miedo a viento o borrasca.

O a las jarcias que crujían

Pepe se nos voló al cielo.

Bien sabía que desde allí,

vería el mar que también lo trató.

La nave terrenal. Cruje y chirría.

Hacer aceite de amor

y ponerla en sus tornillos.

Pepe Feliciano. Pepe experto marinero, capitán de la Nave de María, se nos voló al infinito Este, el mejor mirador para contemplar el mar.

La mar que bien conocía, la mar que amó desde chico. La Portada es un balcón que desde la propia cama sabía de las novedades del muelle y de la bahía. Grandes naves, los correos, algunos barcos de guerra. Y, sobre todo, las lanchas que pescaban por las noches y en la mañana vendían, con premura y sin arreglo.

Pepe amaba nuestra mar y ella le correspondía. Barco chico, lancha grande, y al final un fuera borda. Pepe bordaba con ella manteles de maresía, paseos, servicios, costas y auxilios.

Fue capitán con quinquenios de la que todos llamamos El Barco de la Virgen. Que es presencia indispensable en La Bajada de la Virgen. Cada lustro este Navío con Pepe de capitán hacía rendir al Castillo, en lo alto y artillado. Pepe Feliciano en palo mayor lucía. Abajo sobre cubierta comienza el diálogo agreste entre el Castillo y la Nave. Y convencido el Castillo comienza el intercambio y ofrenda a la Virgen de Las Nieves, que ya en el casco urbano entra. Para el recuerdo de todos

Pepe, amigo, compañero de Bajadas, mi intemporal abrazo.

Manuel González Plata BejequeBejeque

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