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¿Están los restos de los mártires de Tazacorte en la Cueva de los Frailes?

Juan José Santos (derecha) dialoga con Joao Caniço este viernes en Fuencaliente. Foto: MARÍA VICTORIA HERNÁNDEZ.

Esther R. Medina

Fuencaliente —

Los restos del los jesuitas Ignacio de Azevedo y sus 39 compañeros, conocidos como los ‘Mártires de Tazacorte’, que en 1570 fueron asesinados frente a la punta de Fuencaliente por corsarios calvinistas, al mando del pirata Jacques de Sores, cuando se dirigían a Brasil a realizar labores de evangelización, se los tragó el mar, pero la tradición popular, cuenta en su página de Facebook la consejera de Cultura y Patrimonio del Cabildo de La Palma, María Victoria Hernández, recoge que “próximo al Faro de Fuencaliente se localiza la llamada ‘Cueva de los Frailes’, sepultada por el volcán Teneguía en 1971, y según algunos informantes, entre los que se encuentran Juan José Santos y Juan Luis Curbelo, siendo muy pequeños, los maestros de la escuela y otras personas relataban que en esa cueva habían enterrado a los jesuitas que el mar había arrojado en la costa”.

El sacerdote jesuita portugués vicepostulador de la causa para la canonización de los Beatos Mártires de Tazacorte, Joao Caniço, que se desplazó a la Isla para asistir al homenaje que el Cabildo le rindió a los religiosos erigiendo una cruz de piedra cerca del Faro de Fuencaliente, tuvo la oportunidad de dialogar este viernes con Juan José Santos y escuchar los testimonios orales que se han ido transmitiendo de generación en generación sobre este trágico episodio de la historia insular. Santos ha manifestado a LA PALMA AHORA que “a finales de los años cincuenta del pasado siglo, los alumnos del colegio de Los Canarios hicimos una excursión con un misionero jesuita para poner una cruz en la ‘Cueva de los Frailes’ porque se decía que allí habían aparecido algunos cadáveres de los misioneros, puesto que en esta gruta varaba todo lo que se arrojaba al mar”. Santos, prestigioso folclorista e investigador etnográfico, reconoce que no “no hay documentos históricos” que certifiquen que en esa oquedad se encuentran restos de los jesuitas, aunque “todas las personas mayores del municipio contaban que en esta cueva, que era utilizada por los vecinos, se había hallado restos de los religiosos”.

Joao Caniço se mostró muy interesado por este relato, puesto que su labor se centra en recopilar información sobre la vida y obra de los ‘Mártires de Tazacorte’ y promover su canonización, declaración que espera que se produzca durante el gobierno del Papa Francisco, que ha puesto especial interés en la causa.

María Victoria Hernández ha calificado el martirio de los jesuitas, que procedían de Lisboa y se dirigían a Brasil, como “el hecho histórico más destacado que ha pasado nunca en La Palma por su trascendencia internacional, viéndose directamente relacionados España, Portugal, Francia, El Vaticano y la Compañía de Jesús”. La consejera de Cultura y Patrimonio pretende, además de rendir un homenaje a estos misioneros, divulgar su martirio entre los palmeros.

Según cuentan, Ignacio de Azevedo, en la última misa que celebraron en la iglesia de Nuestra Señora de Las Angustias antes de proseguir el viaje a Brasil después de una escala en el Puerto de Tazacorte, tuvo una premonición, una revelación divina de lo que les iba a suceder, y fue tal la impresión, que mordió el borde del cáliz, dejando en él una huella de sus dientes. Cuando la nave en la que viajaba la expedición fue atacada por Jacques de Sores, Azevedo, con una imagen de la Virgen María entre sus manos, “alentó a los misioneros a ofrecer su vida por Cristo”. Los 40 jesuitas fueron apuñalados y lanzados vivos al mar.

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