El papel que Marruecos jugó en la llegada de migrantes por la ruta canaria

Una patera con migrantes marroquíes llega por sus propios medios al puerto de Arguineguín, al sur de Gran Canaria

Natalia G. Vargas

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Marruecos abrió las fronteras y miles de migrantes cruzaron la valla hacia Ceuta. Otros lo hicieron a nado. El reino alauí ha provocado la mayor crisis migratoria registrada en la frontera de la ciudad autónoma, con la entrada de más de 8.000 personas en 36 horas. “Hay actos que tienen consecuencias, y se tienen que asumir”, advirtió la embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, después de que la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, reconociera que el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, estaba ingresado en un hospital de Logroño. El uso de la inmigración como herramienta de presión hacia el Gobierno español y hacia Europa por parte de Rabat no es nuevo y, además, se extiende también por la ruta canaria. 

El último informe de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) incluye las relaciones con Marruecos entre las causas del aumento del flujo de llegadas de pateras y cayucos por Canarias. Su rol como “agente de contención de las rutas hacia España es una constante”. “La posición clave que se le ha otorgado en base al modelo de contención en las fronteras exteriores de la UE hace que la vigilancia migratoria se ejerza con mayor o menor presión en base a la situación de negociaciones que trascienden al fenómeno migratorio”. 

Abdeljhalil es un joven marroquí que llegó a España en 2008 desde Italia, a donde llegó por mar a través de la ruta libia. Fue deportado y volvió a intentarlo en 2020 por el Atlántico. Partió de Dajla y llegó al puerto de Arguineguín, al sur de Gran Canaria, y después de siete meses en el Archipiélago reconoce sin tapujos que la Marina Real de Marruecos no impuso ninguna traba para que su patera zarpara. 

Una de las principales variaciones registradas en la crisis de acogida que atraviesan las Islas desde 2019 respecto a la denominada crisis de los cayucos de 2006 es el aumento de las llegadas de población marroquí. En noviembre de 2020, un documento de la Dirección General de la Policía salió a la luz, publicado por Cadena SER. El texto reveló que el incremento de las llegadas de migrantes marroquíes en embarcaciones precarias a Canarias era un “mensaje en demanda de contraprestaciones” por parte de Marruecos.

El codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, Jesús Núñez Villaverde, insistió en una entrevista concedida a esta redacción en que los motivos por los que los migrantes toman la patera o el cayuco también tiene que ver con la mala situación en el país de origen. “La historia de estas últimas décadas nos enseña que el régimen marroquí maneja la clave migratoria como elemento de presión, como un instrumento que activa o desactiva para otros fines”. Estos fines “dependen del momento” y pasan por la petición directa de ayuda económica o la creación de pactos relacionados, por ejemplo, con la pesca. 

Devoluciones al Sáhara Occidental 

El posicionamiento de la comunidad internacional sobre la ocupación del Sáhara Occidental por parte de Marruecos también es una herramienta de presión. Según Núñez, “cada vez es más improbable que los saharauis consigan algún día un estado independiente”. El asunto ha quedado convertido “en un tema humanitario para la inmensa mayoría de los países”. Según el experto, Marruecos ve cómo el tiempo corre a su favor.

En esta línea, la deportación de marroquíes desde Canarias se ha ejecutado hacia El Aaiún. El Ministerio del Interior acordó con Rabat cuatro vuelos semanales con unas 20 personas desde Gran Canaria a esta ciudad del Sáhara Occidental. Ahmed, un joven de 22 años devuelto en marzo, cuenta que después de tres noches en comisaría viajó a esta ciudad saharaui. Allí le esperaba una guagua que le trasladó hasta su región, Beni Melal. En la actualidad, el cierre de fronteras ha forzado la paralización de estos vuelos.

Vidas humanas como instrumento 

Al menos un cuarto de las 8.000 personas que entraron en Ceuta en las últimas horas eran menores. “Me ha horrorizado el uso de niños como instrumento de agresión a un país”, valora el director general de Casa África, José Segura. Segura, que además fue delegado del Gobierno en Canarias entre 2004 y 2008, apunta que una de las grandes diferencias entre la crisis provocada en la ciudad autónoma y la que se ha originado en Canarias es que la actuación de Marruecos en Ceuta ha sido directa. En la ruta canaria, el reino alauí ha adoptado una actitud pasiva.

El acceso a Europa por Canarias es el más mortal. La última tragedia tuvo lugar en abril, cuando fue localizado un cayuco al sur de El Hierro con tres supervivientes y 24 cadáveres. Según la OIM (Organización Internacional para la Migración), 2020 se cerró con “alrededor de 600 muertos”. Una estimación mínima porque de varios naufragios no hay datos. Por su parte, el colectivo Caminando Fronteras contabiliza al menos 1.851 víctimas. Entre los migrantes que han muerto, varios proceden de Marruecos. El 25 de noviembre, los servicios de emergencia rescataron ocho cadáveres, que murieron en la costa de Órzola (Lanzarote) en una patera con 37 personas a bordo.

Para José Segura, la solución debe gestarse en Bruselas. Según él, es la Unión Europea la que decide cuál será la relación entre Canarias y España con las migraciones africanas en los próximos años. Por su parte, las autoridades autonómicas y estatales deben emitir su criterio sobre la propuesta del Pacto sobre la Migración y el Asilo, exigiendo que se reconozcan las especificidades del Archipiélago también en esta materia. El director general de Casa África subraya la “obligación moral de defender y abanderar un cambio de perspectiva” que permita reconocer el carácter estructural de los flujos frente al enfoque de emergencia y seguridad concedido hasta el momento. “Salvar vidas en el mar no es opcional. Lo que traen las barcazas no es mercancía, son personas, héroes”.

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