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Pilotos Voluntarios, la ONG que quiere ayudar a Salvamento Marítimo en la ruta migratoria hacia Canarias

Imagen facilitada por Pilotes Volontaires del avión Colibri 2 durante un vuelo de búsqueda.

José María Rodríguez / Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

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Desde la cabina de su pequeña avioneta, el piloto francés José Benavente y sus compañeros han reportado a Open Arms, Sea Watch o MSF la posición en el Mediterráneo de más de 250 pateras que huían de Libia para facilitar su rescate. Ahora se han trasladado a Canarias “sin ánimo de sustituir a nadie”, pero convencidos de que pueden salvar vidas.

“El trabajo que hace Salvamento Marítimo es tremendo, fenomenal”. El fundador de la ONG francesa Pilotes Volontaires (Pilotos Voluntarios), hijo de emigrantes españoles, se declara admirador de la sociedad pública que lleva el peso de los rescates en la ruta canaria, porque está acostumbrado a un contexto bien diferente, el del Mediterráneo Central, donde la Unión Europea -denuncia- da más prioridad a levantar “un muro invisible” que a salvar vidas.

Es el mismo contexto que explica que al sur de Lampedusa las ONG hayan ido asumiendo el protagonismo desde hace años en los rescates, mientras algunos gobernantes europeos se declaraban sin ambages hostiles a los inmigrantes, como el italiano Mateo Salvini, y otros preferían encargar a los guardacostas de un estado como Libia el trabajo de interceptarlos y devolverlos a las costas de África.

Canarias no ha vivido esa situación en ninguno de los picos de llegadas de pateras por los que ha pasado la Ruta Atlántica en sus tres décadas de existencia, en las que ha sido el Estado el que ha asumido el esfuerzo de buscar y rescatar, con más o menos medios.

Por eso Pilotes Volontaires llevaba casi dos semanas volando al sur de Canarias sin hacer ruido, sin contar siquiera que estaban en las islas, hasta que Salvamento Marítimo dio a conocer el 24 de noviembre que dos rescates de pateras en Gran Canaria correspondían a posiciones facilitadas por el avión de esa ONG, el Colibrí 2.

En sus primeras declaraciones desde que están en las islas, Benavente confiesa a Efe que tienen cierto temor a que se malinterprete su intención: “No tenemos la misión ni la pretensión de sustituir a nadie. Sabemos que aquí el Estado y Salvamento Marítimo hacen un trabajo tremendo. Nosotros no tenemos su capacidad. Lo que podemos hacer con nuestro avión es muy limitado, pero creemos que podemos hacer algo. Si podemos ayudar, lo vamos a intentar”, subraya.

Benavente explica que llevaban tiempo “con un ojo puesto” en la Ruta Canaria, entre otras cosas porque fue la que le inspiró para crear Pilotes Volontaires. Aunque siempre hayan trabajado en el Mediterráneo, la idea de colaborar desde el aire en los rescates le surgió mientas trabajaba para ONGs internacionales en Sierra Leona y Liberia, cuando le llegaban noticias sobre los cientos de personas que perdieron la vida hace 15 años en cayucos rumbo a las islas.

“La experiencia que tenemos es que cada día que pasan en el mar, el peligro es más grande para quienes van en una patera. Con rutas tan largas (en Canarias se superan constantemente los 450-500 kilómetros de travesía y, con frecuencia, los 1.000), el riesgo es muy importante. Otro punto es el tráfico marítimo: en el Mediterráneo hay muchos barcos en tránsito y más posibilidad de que te vean; aquí, en océano abierto, la situación es más peligrosa”, resume.

Pero, con un solo avión disponible, un bimotor Diamond DA42 Twin Star, en la ONG han tenido que elegir dónde preferían ayudar, si seguían en el Mediterráneo Central o se trasladaban a Canarias.

El fundador de Pilotes Volontaires asegura que en su decisión han pesado dos factores: que en el Mediterráneo ya vuelan más medios aéreos de apoyo a los buques de rescate y que la zona que tienen que batir los aviones de Salvamento en Canarias “es enorme”.

Benavente no ignora que España tiene asignada en el Atlántico una zona internacional de búsqueda y rescate (SAR, por sus siglas en inglés) de un millón de kilómetros cuadrados, dos veces su extensión como país, que se prolonga muy al sur de Canarias. “En una zona tan grande que cuantos más medios haya, más probabilidades de salvar vidas”.

Esa es la premisa con la que salen a volar casi a diario desde hace dos semanas desde el aeropuerto de Tenerife Sur, para rastrear la posible presencia de pateras rumbo a las islas, en las travesías que parten de Dajla, de Mauritania o de Senegal. Por el momento, dice, no tienen intención de entrar en la franja de 100 a 150 kilómetros que separa Lanzarote y Fuerteventura de Marruecos y el Sáhara Occidental, que consideran más reducida y con más medios.

“La idea no es meternos donde ya están ellos (los aviones de Salvamento), porque no sirve de nada, si bien es verdad que la experiencia en el Mediterráneo nos dice que, a veces, dos aviones pueden estar en el mismo sector y no ver lo mismo”, detalla.

Desde que dieron su primera posición de rescate al sur de Gran Canaria, aseguran que su relación con Salvamento es más fluida. No es que se coordinen con la sociedad estatal, precisa, porque esta tiene sus planes y protocolos de trabajo, pero sí les adelantan su programa de vuelo para el día siguiente, por si les resulta útil.

Con su bimotor, pueden alejarse unos 500 kilómetros al sur de Canarias y estar de cinco a seis horas rastreando mar adentro, ya que el Colibrí no lleva solo un piloto, sino tres tripulantes más con experiencia en búsquedas que no separan la vista del mar.

Solo les limita la parada de revisión que el Colibrí 2 tiene que hacer cada 100 horas de vuelo. Han consumido unas 60 en Canarias, así que en una semana o diez días tendrán que regresar a Francia para cumplir con el mantenimiento. Sin embargo, Benavente precisa que antes de Navidad estarán de nuevo volando en las islas. 

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