Espacio de opinión de Canarias Ahora
Plátano 3,40
Comer fruta es muy saludable, mucho, pero ya ni plátanos podemos comer en Platonópolis (A. Quesada). Ni aguacates, ni uvas, … pero sería muy saludable. Sería, porque da coraje cuando sabes que es un producto totalmente subvencionado, del país, kilómetro cero, que no deja pérdidas, aunque Asprocan se empeñó y amenazó para que la Ley de Calidad Agroalimentaria recogiera una excepcionalidad para Canarias: que nuestros plataneros pudieran cobrar por debajo del coste de producción y vender a pérdidas. Y casi todos los partidos lo apoyaron. Lo tengo que decir porque me recondena. Prefirieron aceptar que los productores cobraran por debajo del coste de producción y seguir manteniendo en la incertidumbre a los pequeños. También votaron en contra cuando algunos propusimos que se exigiera a las grandes cadenas de alimentación la obligación de ofertar más producción del país y mejor pago, por encima del coste de producción, a la gente del campo, así como una reducción de los márgenes de beneficio. No resultó, se impuso la lógica del capital: desregulación y no intervención en el mercado. Y nos quejamos, ahora todo el mundo se queja del descontrol absoluto con los precios y con la situación de nuestro sector primario. Afortunadamente las circunstancias actuales hacen que los productores plataneros (no todos) cobren casi 1,60 por kilo, pero también provoca que los consumidores compremos el plátano de primera calidad a 3,40 o más, y no parece que vaya a bajar. Los márgenes de beneficio de las comercializadoras siguen siendo muy altos: 1,82.
Todavía hay quien se cree el eslogan de que el plátano de Canarias es nuestro. Y hay que decirlo, quienes en los bares reclaman que es un abuso ¡a dónde vamos a llegar! ¡Que se controlen los precios de la comida!, les votan a quienes se niegan a una regulación de precios de los elementos indispensables para la vida mínima: comida, vivienda y energía. Ponen el grito en el cielo cuando defendemos que hay que regular los precios de los alimentos básicos. Cuando el gobierno te dice que los precios no pueden controlarse porque es la ley de la oferta y la demanda, es el libre mercado, reconocen que tenemos un problema con el capitalismo y las leyes que lo amparan. No es el mercado: ¡es el capitalismo, amigos! Y hay que intervenirlo y modificar sus leyes. Porque ¡Es la comida, estúpidos! El problema no está en los agricultores ni en los consumidores, está en lo que hay en medio del camino de la finca a la mesa. El nuevo intermediario y las grandes cadenas de alimentación.
También dicen que los precios suben porque el mercado está desabastecido, pero solo el mercado canario, porque el peninsular tiene fruta. ¿Cómo es que Asprocan no planifica su producción para que en las Islas no haya carencia de este producto? ¿Por qué el 93% de nuestra producción se exporta? Hay que recordar que en el 2023 se destruyeron 26 millones de kilos de plátanos subvencionados (Pica) para mantener los precios. También hay que recordar la cantidad de recursos hídricos que consume una platanera: 10.000.000 litros por 70.000 kilos de plátano, 142 litros por kilo, 17,7 litros ¡por plátano! Cuando se tira plátano a la pica se destruye una parte considerable de nuestro acuífero. Y todo para no poderte comer un plátano en condiciones, ni de tercera categoría. A 1,90 está el plátano desechado, el de corte, el impresentable para la exportación.
La Sociología Barítima da para mucho, es de lo más cotidiano y, allí, con una televisión mentirosa de hilo musical, el falangista pobre que diría Jessé de Souza (La venganza de los bastardos) explota y arenga a otros parroquianos sobre la culpa del Gobierno y las paguitas, aunque la mayoría de ellos sean beneficiarios. Da igual, la neblina es espesa (M. Alemán). Y preocupa, preocupa comprender cómo el hilo musical y algunos clubes penetran tanto en la corteza cerebral para terminar clamando venganza en esta era de la revancha que diría Andrea Rizzi. Revancha, pero no contra los grandes poderosos que nos impiden comer fruta, sino para con los más humildes y quienes no son responsables directos de la carestía de la comida. Mientras tanto, seguiremos creyendo que comer fruta es muy saludable, creyéndolo, porque comiéndola ya se verá. Encima, si no tiene sabor no puedes devolverla. ¡El libre mercado dice…! Una estafa como otra cualquiera.
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