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Un cubano enseña yoga por internet a 20.000 alumnos

Noé Ramón / Noé Ramón

Desde Tenerife, José Antonio Cabo ha conseguido enseñar yoga a cerca de 20.000 personas repartidas por todo el mundo, sobre todo hispano, que en algún momento se han conectado a su página clases-yoga.com.

En menos de dos años, sus ejercicios son seguidos de forma constante por un grupo fijo de cuatrocientos alumnos y las perspectivas son llegar al millar en poco tiempo. Internet le permite instruirlos tanto en tiempo real como a través de grabaciones.

Hasta ahora la red se ha utilizado para divulgar esta disciplina, pero la originalidad de Cabo es que ofrece un manual al partir del cual los alumnos pueden elaborar su propia tabla de ejercicios: “Es como si yo les diera un piano y les dijera como tocarlo. Luego cada cual puede interpretar sus propias melodías”.

El éxito de la iniciativa ha sido indudable en cuanto pone en mano de sus alumnos “una herramienta más versátil que simplemente imitar unas posturas”. Primero ofrece los distintas formas que puede adoptar el cuerpo humano, llamadas asanas, según grupos y, a partir de aquí, cada alumno elige su propia tarea.

Luego hay clases en directo que también se graban y archivan para quienes las deseen seguir. Un proyecto que de todas formas acaba de empezar y que considera que se afianzará en el plazo de unos cinco años.

“No tiene nada que ver con credo, raza o país”

“Pero todo esto es fantástico porque personas de muchos países y de distintas culturas están satisfechas con nuestro servicio, lo que ratifica el carácter universal que tiene el yoga. Es atemporal y no tiene nada que ver con credo, raza o país. Esta es otra prueba”. La ventaja de la red es que ofrece un soporte rápido, en el propio domicilio y, sobre todo, permite que las figuras puedan ser vistas de forma tridimensional y no planas como en los libros.

Cabo nació en Cuba, en la antigua provincia de Camaguey actualmente llamada Ciudad de Ávila, y llegó a Tenerife a los veintiún años. Por lo tanto, el grueso de su formación en esta disciplina oriental discurrió en el país caribeño, lo que tiene su mérito ya que en aquella época de pleno auge del castrismo cualquier cuestión que tuviera que ver con la espiritualidad estaba prohibida e incluso era perseguida.

“Estamos hablando de los años muy duros de la revolución cubana. Entonces lo que no tuviera que ver con el marxismo-leninismo estaba muy mal visto. Cuando nací a finales de los setenta toda nuestra influencia venía de Rusia. Pero luego poco a poco se fue liberalizando el panorama y se permitieron algunas religiones afrocubanas y que cada persona tuviera sus propios credos o filosofías”.

Para estudiar yoga este joven tuvo que recurrir a libros antiguos que encontraba en tiendas de segunda mano. “Me convertí en una especie de pescador que iba por ahí intentando coleccionar estos manuales porque no había ningún tipo de información y de fuera del país no permitían que entrara mucho. Me las tuve que arreglar como pude”.

Pese a la represión existente, en su familia siempre existió interés por la cultura oriental y las religiones en general. Pero a Cabo sobre todo le atrajo el yoga, “por la forma tan integral con la que trataba al ser humano. No es un ejercicio simplemente físico, sino que va más allá y pone sobre la palestra y entrena nuestra mente. Me pareció tan asombroso que en un solo ejercicio una persona pueda poner a prueba toda su naturaleza que me enamoró todo este mundo desde los trece años. Había practicado otros deportes, pero desde entonces no lo he dejado”.

Sobre la adulteración y tópicos que rodean al yoga, consecuencia de su difusión masiva, este profesor indica que sólo por practicarlo nadie se va a convertir en más espiritual, más inteligente o más fuerte y, menos aún, si ni siquiera acude a sus clases con este propósito. “Hay gente que va todos los domingos a la iglesia y no por eso es mejor que otra persona que no va. Lo que está claro es que una vez que tienes un propósito de llevar una vida más sana y de mayor paz espiritual, por supuesto que se puede cultivar. Todo depende de uno”.

Mucha gente acude a sus clases a fin de curarse de las enfermedades síquicas más habituales de nuestros días como son la ansiedad o la depresión. El yoga no sólo da respuesta a muchos de estos problemas y de una forma más económica, sino que además evita que vuelvan a aparecer. La actual crisis económica aumenta la presión a la que están sometidos los individuos “y si queremos obtener más resultados debemos actuar con la mente estable y tener un cuerpo sano, porque si se rompe nuestra herramienta fundamental que es el cuerpo ya fallará todo”.

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