Del Tibet a La Gomera

Efe

Miguel Limón. (EFE/Carlos Fernández)

La terapia de los cuencos tibetanos ha llegado a La Gomera de la mano del terapeuta Miguel Limón, que utiliza esos recipientes ancestrales cuyo sonido, dice, ayuda a sanar física, mental y emocionalmente. Diplomado en cuencoterapia, Miguel Limón ha explicado que esos cuencos se encontraron antiguamente en el Himalaya y se utilizan en los monasterios budistas.

Destaca que los músicos no acaban de entender cómo están hechos, pues algunos de ellos cuentan con escalas musicales de todas las tonalidades. “Las aleaciones de metal debieron de ser llevadas a cabo mediante un proceso especial que las técnicas modernas aún no son capaces de reproducir”, afirma.

Miguel Limón mantiene que el universo vibra y por tanto cada célula y órgano de nuestro cuerpo también lo hace continuamente a una determinada frecuencia. “Cuando un órgano está sano su frecuencia vibratoria está en armonía con el resto del cuerpo, pero si esa frecuencia se altera, se rompe la armonía y aparece lo que conocemos como enfermedad”, dice.

Por el principio de resonancia, añade, es posible modificar esas frecuencias alteradas y eso es lo que convierte el sonido de los cuencos en un proceso terapéutico capaz de abrir la puerta al equilibrio físico, mental emocional y espiritual. Limón explica que el sonido ajusta la vibración de la persona a la misma frecuencia emitida por el cuenco, es decir, terminan ambos vibrando al mismo tiempo, equilibra el cuerpo energético y los chakras (centros de energía), y limpia el campo áurico.

Además, la vibración repercute en la columna, que actúa como vehículo de resonancia, y se extiende a través del sistema nervioso a células, tejidos y órganos. El terapeuta sostiene que las vibraciones producidas por los cuencos tienen la capacidad de disolver bloqueos en casos de contracturas musculares, roturas y otros problemas óseos.

Asimismo, tienen efectos positivos en casos de artrosis, problemas circulatorios, piedras en el riñón, depresiones, problemas neuronales y otras múltiples dolencias. Miguel Limón precisa que los cuencos tibetanos promueven el equilibrio de los sistemas, contribuyen a la expansión de la conciencia y regulan el sistema nervioso.

Los cuencos de cuarzo inducen a estados de relajación profunda y los gongs estimulan los procesos autocurativos, mitigan el estrés, la fatiga y sentimientos de separación.

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