Una luz que apaga la hostelería

Recibo de la luz

Javier Suárez

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El recibo de la luz se ha convertido por méritos propios en el principal tema de preocupación y de conversación en todos los ámbitos de nuestro país. En las casas, las planificaciones cotidianas ya empiezan a tener horarios y días en el calendario, como diría la canción, pero en un bar, restaurante o heladería, incluso en el sector primario, eso no es tan fácil de conseguir, por no llamarlo imposible. Y esa luz está siendo para muchos el interruptor que les puede llevar al apagón definitivo.

Juan Santiago, del restaurante Hestia, en la capital grancanaria, confiesa que “son una absoluta locura los importes que estamos recibiendo y encima en una cocina como la nuestra donde el consumo de luz viene muy medido porque también trabajamos con gas. Si a eso le sumamos las limitaciones de aforo, horarios y demás, que puedo entender por la pandemia, nos hace esta cuesta de septiembre la más dura que hemos tenido nunca”. 

Por su parte, Ahmed Jerrari, del restaurante Marrakech cuenta que “desde que hemos abierto en mayo hemos pagado más de 6.000 euros en luz; esto no lo habíamos visto jamás. No se dan cuenta de que un restaurante no puede apagar el interruptor ni trabajar en horas valle, están haciendo imposible sacar el negocio adelante, pero no podrán con nosotros, somos hosteleros y estamos preparados para sufrir, si hemos podido con la pandemia, podremos con la luz. Ahora mismo estamos abriendo los siete días de la semana, los días libres del personal lo cubrimos entre mi mujer y yo porque ellos no tienen culpa de esta situación, y lo que más feliz nos hace es ver que la gente responde”, concluía con una sonrisa en la cara mientras el local en un lunes por la noche estaba casi lleno.

Desde Tenerife se quejaba estos días en redes sociales Cris Hernández, propietaria del Sabela Bar, sobre el incremento del coste de los productos y el efecto que eso está teniendo sobre el comensal. “El aguacate cuesta más del doble que hace dos meses, por lo tanto, el plato con aguacate que te comas ahora no puede costarte lo mismo. Los clientes a veces se quejan sin ser conscientes de lo que se están comiendo ni de cuánto cuestan las cosas”. 

Y esa es otra parte de la ecuación importante ahora mismo, el precio medio por persona en un restaurante, que se ha visto incrementado por obligación y necesidad más que por interés. 

Braulio Simancas, de El Silbo Gomero, nos contaba telefónicamente que “es un disparate adónde nos están llevando: incremento salvaje del precio de la luz que afecta absolutamente a todo el sector primario y producto fresco. Es imposible que nos vendan el producto al mismo precio que hace tres meses y, por lo tanto, es imposible que yo mantenga el mismo precio en los platos, porque lo que no voy a hacer es bajar la calidad de mi materia prima o dejar de apostar por la gente de la tierra, por ahí no voy a pasar”. 

Pero no es únicamente en la hostelería tradicional donde se está viviendo este drama. Los locales de comidas preparadas donde las neveras y congeladores tienen una especial importancia y sobre todo, las heladerías, que no pueden “desconectar” ni un enchufe lo están pasando especialmente mal. 

Massimo Bianco, propietario de las Heladerías Pliza 21 nos cuenta cómo “el recibo de la luz me ha subido de la noche a la mañana más de un 30%. De pagar unos 650-700 euros al mes por cada uno de los dos locales que tengo, no bajo de 1.000 euros ahora mismo. Y lo peor no es eso, lo más grave es que el resto de los productos siguen esa senda de escaladas de precios como son la leche, frutas, verduras están incrementándose por encima de un 20% y encima no te avisan, directamente aparece en factura y punto”. 

Le sorprendía también que hasta los geles para limpiar las mesas han incrementado su precio. “Hasta ahora no he tocado los precios pero no me va a quedar otra que subirlos porque las otras opciones serían bajar la calidad o desprenderme de personal, y antes cierro que decantarme por una de estas dos”. 

No cabe duda de que esta política del recibo de la luz nos ha tocado a todos en esta sociedad de hoy, pero no estaría de más que hiciéramos un ejercicio de autocrítica y reflexión antes de quejarnos de manera sistemática en un establecimiento si observamos que han tenido que subir el precio de sus productos, platos o servicio. 

Para nadie es plato de gusto tener que hacerlo y menos para un sector como el hostelero que se encuentra en medio de un año tan convulso con restricciones de aforo, cierres y un verano lleno de altibajos a causa de las inclemencias de la COVID19 en las islas, por lo que este importe del recibo de la luz y todo lo que ello está derivando podría ser la pandemia del otoño en el sector, esa que de la puntilla a quien ya esté sufriendo y sudando por mantenerse de pie.

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