“Toma esto y estúdiatelo”: cuando no hay niños sin capacidad, sino un sistema excluyente

Cartel del documental 'Laderas de Miel'. (CA).

Eva González

Santa Cruz de Tenerife —

Reconocer que nos hemos desviado, que cogimos el camino que no era, que el atajo no llega a Roma, es duro y casi nadie lo quiere hacer. Es hora ya de darnos cuenta. El utilitarismo de nuestro sistema, lo razonable y eficaz, lo práctico y resolutivo, la burocracia asfixiante nos deja como resultado un estrecho sendero, donde ya, ni profesores ni alumnos están a gusto, donde se ha perdido el norte hasta tal punto que no basta ni siquiera la buena intención de profesores. Los que intentan hacer algo, han de hacerlo al margen, en las orillas, sin amparo ni armazón que sustente tanto talento pisoteado, excluido y etiquetado como sobrante, problemático, marginado o tachado. Menos mal que hay leyes naturales que nos salvan, que siempre han estado y estarán por encima de constructos y retruécanos, aunque mientras, sean vidas como la tuya o la mía, las que tengan que perecer hasta que nos demos cuenta.

Mira que sabemos que todos los caminos llevan a Roma, “caminos” sí. Caminos, insisto, no “atajuchos” creados en dos días, de cortas miras, prisas y eficacia vendida a unos datos, o resultados que caben escritos en un papel. El ser humano es lo más complejo y rico a lo que nos vamos a enfrentar en nuestra vida, a nosotros mismos, no hay mayor batalla ni sentido que el del “hombre” y no podemos confrontarlo de una manera tan pobre y poco justa cómo para decir: “Toma esto y estúdiatelo”.

Buscar culpables es algo que han eludido en Hestia, asociación a la que pertenecen los tres implicados en este proyecto; Juan Carlos Martín Quintana, profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), del Departamento de Educación, y presidente de la asociación Hestia. Iván Martín, doctor en Comunicación Audiovisual y director del documental y José Montesdeoca, profesor y responsable del taller de alfarería en el Cono Sur de Las Palmas de Gran Canaria, experiencia ésta que se narra en el documental Laderas de miel.

Ellos han preferido trabajar a favor de las personas y no en contra de ellas y esta ardua tarea les ha llevado a trabajos como este documental. No es el primer proyecto audiovisual que afrontan y con el que intentan visibilizar el trabajo que hacen desde la asociación, a nivel regional, para la intervención y la investigación familiar psicoeducativa y social, con sede en Tenerife y Gran Canaria.

El documental que lleva por título Laderas de miel cuenta las historias de varias familias con hijos, cuyas situaciones quedan al margen del sistema educativo y social. Creyéndonos todos, y con más tristeza aún si cabe, las propias familias, que no poseen las capacidades o habilidades para salir adelante en la vida, que no están hechos para este mundo, que están perdidos y son incapaces…

Para contrarrestar esta idea, y demostrar la absoluta falsa creencia generada, más por inercia y concatenación de supuestos falsos que por hechos demostrables, se ha elaborado este trabajo. El documental se ha difundido ya en varias ocasiones, siendo los dos últimos pases en la Facultad de Humanidades durante el pasado mes de abril y que, esperamos, siga encontrando oportunidades donde mostrarse. No son pocas las circunstancias y hechos según los cuales podemos ir quedando fuera del estrecho sendero que marca el sistema educativo, si no es por dificultades económicas, por inquietudes artísticas, si no, por no querer razonar de una manera obsoleta, por no poder descartar la emoción o simplemente por dificultades materiales y difícil acceso a las propias aulas. Son tantas y tantas las circunstancias que no contempla el sistema como calamidades y crueldades genera. Claro que lo realmente inexplicable y alarmante, siguiendo la lectura de los datos, de los alumnos como números, de los sin sentidos (emociones), del fácil recorrido y escueta línea marcada para lograr el éxito es la que reza.

Fracaso escolar

Y así, seguiremos ampliando la lista de fracasos y fracasados y restando al ser humano todo lo necesario para que quepa en la, cada vez más simple y llana, línea de datos. Y el que no, al vertedero. Y paradójicamente, en un sistema como el que hemos diseñado, es en el vertedero donde acaba lo verdadero, no sé si por la similitud fonética o por el rechazo que nos causa lo humano y la tendencia que tenemos a simplificar, ahorrar, limitar, excluir y numerar lo innumerable. Si tanta afición tenemos a las matemáticas, por qué no la empleamos y sumamos las sonrisas de cada uno de los niños, y restamos alguna de sus dificultades o multiplicamos la atención en educación y dividimos el ahorro en medios por la emoción de verlos aprender y salir adelante… hagamos una numeración con todos los sentidos, con los suyos y los tuyos, con más valor que tijeras y enfrentémonos a una ecuación con varias incógnitas y reconozcamos que no hemos alcanzado la solución. Reconozcámoslo y sigamos trabajando y dejemos que otros trabajen. Todos los caminos llevan a Roma, pero cuidado con los atajos…las matemáticas y las letras nunca han estado separadas, la sabiduría y la verdad siempre van de la mano, como las emociones y la razón, la vida y el conocimiento, los fonemas y otros temas de mayor calado, cuyas vibraciones, no cabrán jamás en un dato. Toma esto y estúdiatelo.

No nos vale ya el “suma y sigue”…hay operaciones reales que despejar, ¿Quién me dice la ecuación de este resultado? Unos valen y otro no. Falso. Y como muestra, este documental. Iván Martín, director de la cinta nos habla de la experiencia. “Los chicos pueden hacer cosas que ni nos imaginamos. Aquí los vemos con piezas de barro, porque el taller que se imparte es de alfarería, pero nos podría ocurrir con otras muchas actividades y materias. El sistema educativo está planteado de tal manera que aúna una serie de contenidos, pero quizás falta un acercamiento más personal al alumno para ver qué pueden y están dispuestos a hacer ellos”. En este caso, con el barro, José les daba las herramientas para poder hacer las piezas, pero no les decía cómo hacerlas. Uno le puso asas, otro no le puso, otro le hizo agujeros…Al principio, ninguno tenía claro cómo hacerlo, lo fueron descubriendo durante el proceso con el apoyo de José, el profesor. Yo creo que esa es la mejor metáfora con respecto a lo que debería ser la educación, que te enseñaran a descubrir y a aprender. No que te den lo que tienes que aprender. Nadie quiere someterse, todos quieren aprender. Si fuéramos capaces de enseñar, en vez de someter, hablaríamos de otra realidad.

José Montesdeoca, profesor del taller, nos explica su punto de vista sobre el panorama de la educación. “Las condiciones que tenemos hoy los profesores son, -no encuentra las palabras-, con una ratio altísima de alumnos es muy difícil acercarse a la realidad de un estudiante y un volumen de papeleo enorme que te lleva un montón de tiempo. La mayoría de profesores están preocupados por el alumno, pero con esa cantidad de tareas que hay que hacer sí o sí…no es posible”.

Juan Carlos Martín interviene y añade: “Se ha perdido la función principal del profesor que es la de educador. El profesor hoy en día ha quedado relegado a ser un trasmisor de conocimientos científicos, pero estamos enseñando muy poco al alumnado del día a día, de cómo enfrentarse a las situaciones cotidianas, que es donde radican muchos aprendizajes que te acercan al conocimiento. Hay un currículum muy exhaustivo, poco flexible, se hace una programación a principio de curso y luego, cuando te enfrentas a la realidad te encuentras unos alumnos con unas características determinadas…no encaja y tú obsesionado por lo que te marca el programa”. – “¡No señores, fuera el programa y vamos a atender al alumnado!” -exclama Juan Carlos.

En el documental se puede ver cómo las mismas situaciones cotidianas que se nos presentan nos sirven para aprender muchas cosas. Se van a buscar las piezas a Moya y se habla del calor que necesitan para construirse. Se van al campo andando por un bosque de laurisilva, sin estar dentro de un aula escuchando a alguien que te hable…“el tema de hoy es el Bosque de Laurisilva…” Estando allí intervienen la curiosidad, los sentidos, y todo el entorno está ayudando al aprendizaje.

“La emoción es siempre algo a lo que hay que atender y es precisamente lo que intentamos anular y desechar en trabajos y centros de enseñanza. No sé si somos conscientes, pero nos vendría bien prestar atención”, reflexiona Juan Carlos y continua exponiendo, “cuántos niños se bloquean ante la asignatura de matemáticas, y no porque tengan un problema cognitivo, sino porque hay un bloqueo emocional y rechazo a lo que venga de ese ámbito. Y no sólo hablamos de esas cuestiones que están ligadas a contenidos, sino a las emociones del individuo. Un niño que vive una situación de violencia en su casa o de conflicto, llega a clase, no tiene el ejercicio hecho y se lleva un cero. Tenías que hacerlo y punto. Ya ese niño no sabe. Ya se queda apartado.

Yo creo que el desconocimiento que hay de la realidad del alumno nos está alejando precisamente de lo que realmente es importante para enseñar“.

Juan Carlos hace referencia a la inercia más que a la dejadez o indiferencia. “No creo que se esté tapando o no se quiera abordar desde el profesorado esta realidad, sino que las exigencias a las que estamos sometidos te envuelven y te exigen hasta que acabas perdiendo la perspectiva”.

Iván continua la conversación y añade, “todo se acaba convirtiendo en una rutina en la que el trabajo real con el alumno y la familia no cabe. Eso es lo que trabajamos desde la asociación Hestia. La cuestión es que el alumno es una persona con una problemática y unas circunstancias que hay que tener en cuenta”. Con respecto a la transversalidad, -dice Iván-, “también es curioso. Intentan trabajar con una asignatura que se da de una forma muy puntual. Cuando lo transversal es otra cosa, lo más importante es lo humano”.

Las asignaturas que hemos denominado como “marías; la música, manualidades, la escritura, la pintura…no sólo no existen en el currículum sino que no se les da importancia…cuando son precisamente la transversalidad misma. Son asignaturas con las que trabajas millones de aspectos de la persona y del entorno: la estética, la expresión, incluso la lengua y las matemáticas se podrían trabajar a través de ellas, como a través del contacto con la naturaleza”.

Montesdeoca no echa la culpa a los maestros. El sistema sí. Hay una ley que es la que ahora mismo se está aplicando, Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre (LOMCE), aprobada por el Congreso de los Diputados en noviembre de 2013, contestadísima, -comenta José-, “sabemos que hay cosas que funcionan pero nosotros pasamos de largo, no se generan grupos de debate para partir de la realidad y poder ajustar el sistema, es al contrario, hay un sistema ideado al que pretendemos que la realidad se ajuste, y eso no puede ocurrir sin los daños y el fracaso que podemos ver. Hace poco, en una reunión comentaba una orientadora… ”un niño, desde que entra en Infantil, ya le ponemos una hoja, un lápiz de cera, una mesa y una silla y ya no sale de ese escenario hasta que sale de la Universidad. Se siguen empleando las anacrónicas técnicas del subrayado en el libro, memorizar, explicar lo que pone en el libro…hasta que odiamos los libros, y de ahí es difícil salir“.

El pedagogo propone utilizar otros métodos, pero a la vez, dice, “en un colegio cualquiera de los que tenemos no es posible. En este taller de alfarería que mostramos en el documental yo no estoy sujeto a una programación, a unos tiempos ni bajo la supervisión de nadie. Es un grupo muy pequeño que me permite adaptarme, trabajar con libertad, tiempo para programar según lo que voy viendo en los alumnos. Son las condiciones idóneas para la enseñanza. Yo creo que si se escuchara a los maestros en el momento de diseñar estas leyes educativas, tendríamos otro tipo de ley y otro tipo de enseñanza”.

Montesdeoca pediría “ratios para poder trabajar personalmente con los alumnos”.

Juan Carlos, “tener espacios para la participación de la comunidad educativa (profesores, alumnos, padres, personal de administración y servicio)”. Y explica, “participar es contar con sus decisiones también. No podemos pedir su colaboración sin contar con su participación. Así no se da la colaboración. Colaborar en lo que deciden otros no es lo mismo que participar en lo que podemos hacer, en lo que queremos enseñar, en las acciones que se pueden llevar a cabo.” Juan Carlos pone el siguiente ejemplo: “El consejo escolar, con la LOMCE, ha dejado de ser el máximo órgano de decisión de un centro. Antes era donde estaba representada toda la comunidad educativa y ahora, ha pasado a ser un órgano sólo consultivo, donde el único capaz de tomar decisiones es el Director del Centro. Nos hemos cargado la participación, la calidad, y ya de paso, la democracia dentro de la comunidad educativa. Hay que decir que hay directores que siguen manteniendo los consejos escolares como órganos de decisión, a pesar de que la Ley les ha dado esa potestad”.

Juan Carlos también se muestra contrario al cierre de centros de enseñanza. “En vez de aprovechar el descenso de natalidad para mejorar la ratio profesor alumno y poder seguir otras metodologías más eficaces, no. Cerramos los centros y masificamos las aulas. Y no salimos de la rueda. Yo siempre he dicho que lo ideal no siempre es lo posible, pero tampoco nos podemos alejar tanto”.

Todos los implicados en este proyecto, miembros de una u otra manera de la comunidad educativa, coinciden en que “no hay ningún niño que no tenga capacidades, lo que hay es un sistema donde muchos no encajan.”

Iván diferencia la instrucción de la educación. “En realidad, se sabe desde hace mucho tiempo que la educación es otra cosa. La instrucción y la educación no son lo mismo. Ya los griegos usaban la palabra ”Paideia“, que significa juego de niños. Esa palabra derivó en ”Pedagogía“. ”Ahora creemos que disfrutar y hacer del aprendizaje algo emocionante y agradable es algo nuevo, pero es que no hay aprendizaje real sin disfrute, nunca lo ha habido y nunca lo habrá.“

Iván se aleja de la crítica y prefiere volver a la parte dulce, a las posibilidades y a la idea que lo hizo surgir. “No queremos revolcarnos en todo lo que se hace mal, sino todo lo contrario, ver la cara dulce del proceso educativo en unas condiciones en las que las circunstancias importan y se tienen en cuenta, sin impedir el aprendizaje, demostrando que es posible y que no hay que ser alguien con medios y sin problemas para poder aprender. Se puede, siendo humano, aprender y enseñar, claro que adaptándose a la realidad y no viceversa. De ahí el título Laderas de miel”.

Curiosamente, viendo las cosas de otra manera, y viendo a los niños en un entorno en el que se les facilita el conocimiento y se les proporciona un ambiente adecuado, son capaces de desarrollar las habilidades necesarias, pasando de ser un fracasado escolar a un alumno en proceso de aprendizaje, capaz y en evolución.

Los barrios en los que viven, las etiquetas que se les ponen a veces a muchos de los niños, impiden ver esta otra realidad, del modo que la ve Montesdeoca. “Yo creo que lo que ilustra el documental es que en esos sitios mal etiquetados o abandonados hay oro, y hay que ir a buscarlo. Son familias que tienen una situación de vulnerabilidad que necesitan apoyo y ser escuchadas, no todo lo contrario. Están en desventaja económica, social y educativa. No pueden ver la misma realidad que los que están en otra situación. Viven un día a día que no les permite afrontar la tarea como padres”. Laderas de miel es un documento audiovisual que viene a defender y promover la continuidad escolar.

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