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El acusado del Talio apunta a una negligencia médica

La Audiencia de Las Palmas retoma el interrogatorio al enfermero del Hospital Insular de Gran Canaria Iván R.A., acusado de haber envenenado en 2010 a su mujer suministrándole talio y otro tipo de sustancias.

Thalía Rodríguez / Thalía Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria —

La tensión estuvo presente en la tercera sesión del juicio contra el enfermero Iván R.A., por el supuesto asesinato de su esposa Laura A.G. Sobre todo durante el interrogatorio del abogado defensor, José Álvarez, que fue apercibido en varias ocasiones por el magistrado Carlos Vielba.

El letrado defensor insistió durante su interrogatorio en la medicación que le suministraron los facultativos a Laura A.G. durante los días que estuvo ingresada. Iván R.A. afirmó que “no confía” en los médicos que trataron a Laura, ya que aseguró que le administraron perfangal (paracetamol) en el Hospital Insular de Gran Canaria a principios del mes de julio durante su segundo ingreso. “Laura tampoco confiaba en los médicos por las insinuaciones de que se estuviera administrando algo (ella misma o algún familiar)”.

Según el enfermero, “hay veces en las que los médicos usan más o menos cantidad de medicación de la que luego escriben en el historial”. Y añadió que cuando un paciente sufre una crisis muchas veces no se llega a anotar nunca toda la medicación suministrada.

En el primer ingreso de Laura A.G., en el mes de mayo de 2010, según la declaración del presunto asesino, se le administraron dopamina y perfangal de un gramo cada seis horas. Sin embargo, en el segundo ingreso, durante los primeros días de julio, a la víctima le fue administrado perfangal de un gramo, aunque previamente se le había contraindicado, junto a otros medicamentos como emotilato, midazolam, cloruro mórfico o transilium. Algunas de esas sustancias aparecieron en los análisis realizados al cuerpo de la fallecida.

Al parecer, intentaron que Laura A.G. fuera trasladada al Hospital Doctor Negrín de Gran Canaria, pero, según el relato del acusado, los médicos del Hospital Insular no les proporcionaron su historia clínica.

Algo llamativo de la declaración del acusado es que recuerda casi a la perfección fechas y horarios de todo lo acontecido, al contrario que su abogado, que durante el interrogatorio confundió meses y días en varias ocasiones.

Sospechas

A finales del mes de junio de 2010, según el acusado, “una compañera del hospital se dedicó a difundir el rumor de que alguien le estaba suministrando medicación a Laura”. Según Iván R.A., los psiquiatras que la trataron le confirmaron que las sospechas circulaban por el hospital.

El acusado afirmó que llegó a solicitar el traslado de su esposa a la Península para que continuara allí su tratamiento. Tras el alta, “la semana que estuvo en casa compré varios billetes de avión que luego tuve que cambiar porque Laura me decía que estaba demasiado cansada para volar”, aseguró Iván R.A.

En relación al argumento esgrimido por las acusaciones señalando que Iván R.A. acudía al hospital a coger medicación, el acusado aseguró que en el servicio de farmacia “no entra nadie” y explicó que los medicamentos que se encuentran en la Unidad de Medicina Intensiva (UMI) llevan un estricto control. Hasta tal punto que se exige la devolución del bote que contiene el medicamento tras su utilización.

Al referirse al hijo de ambos, Iván R.A. rompió a llorar cuando afirmó no haberlo visto en los tres años y medio que lleva preso en el Centro Penitenciario Salto del Negro. “Solo puedo hablar con él cada 15 días”, sollozó.

Problemas de dinero

Durante el interrogatorio, la representante de la acusación popular (Instituto Canario de la Mujer del Gobierno regional) preguntó en diversas ocasiones al acusado por la situación económica del matrimonio.

Iván R.A. reconoció que tenían varias deudas y que les habían sido concedidos tres créditos bancarios para reformar la casa y otros gastos. También aseguró que posteriormente había solicitado varios préstamos que le fueron denegados. En los meses previos a la muerte de Laura, Iván R.A. declaró que le había pedido dinero a compañeros y familiares, dinero que, en algunos casos, no fue devuelto porque “no tenía la cabeza en esas cosas”.

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