El 'taxista inventor' busca promotor
Gracias a grandes ideas como la fregona o la lavadora la vida es más cómoda, pero al ser objetos cotidianos no los valoramos como tal. Hasta que no los tenemos, no nos damos cuenta de su importancia. Una cosa tan simple como abrir una lata se vuelve todo un reto. Y si además ese objeto nos ayuda a vivir con calidad, como sucede con el SMR1, su valor se vuelve mayúsculo.
El SMR1 es la creación de José Antonio García Díaz, el taxista inventor de Las Palmas de Gran Canaria. Se trata de una almohadilla con sistema múltiple de refrigeración aplicable a todo tipo de asientos y que, asegura, “podría aportar grandes beneficios a las personas que pasan su vida sentadas”.
Sin embargo, a pesar de que el pasado mes de abril José Antonio ganó la medalla de oro en el Salón Internacional de Invenciones de Ginebra con su idea, ningún fabricante ha apostado por ella.
El invento, según garantiza su creador y tal como ha logrado demostrar, “permite la oxigenación de la piel favoreciendo que no salgan hemorroides, escaras o fístulas, potenciando la circulación sanguínea y previniendo problemas de próstata o que se castiguen los riñones”. Aún así, el invento de José Antonio no es tenido en cuenta por la Ciencia.
Este taxista de Bañaderos, cuenta con el apoyo del Instituto Tecnológico de Canarias (ITC), pero no ha logrado colocar su almohadilla en el mercado. Esta institución se dedica únicamente a la difusión, por lo que en el terreno de la comercialización no lo pueden ayudar. “Desde que patenté el SMR1 he ido perfeccionándolo y este sistema de refrigeración aplicado a las silla de ruedas es totalmente ecológico, ya que funciona con energía solar”, describe José Antonio.
La idea del taxista inventor va más allá y también ha conseguido adaptarlo a todo tipo de asientos. “En sillas de oficina, sillones o camas con una pequeña turbina de 7 voltios. Y en asientos de coches, conectado al sistema de refrigeración del vehículo. En todos los casos, la potencia de la refrigeración es regulable para evitar daños en la espalda o en los pulmones”, describe José Antonio.
Este inventor asegura que no busca hacerse millonario, quiere que su producto se comercialice “para hacer la vida más fácil a quienes más lo necesitan, sin que eso les cueste una fortuna”. Por eso, está intentando ponerse en contacto con fabricantes del sector ortopédico para que apuesten por su sistema de refrigeración para sillas de ruedas, que podría salir al mercado por no más de 80 o 100 euros.
Todo el dinero para elaborar la almohadilla con sistema ha salido del bolsillo de José Antonio. Durante años, ha tenido que ir probando diferentes tejidos, distintos sistemas eléctricos. Pero lo que más caro le ha salido a este inventor son “las miles de horas de sueño que me ha robado”. Explica que, “mientras unas personas se pasan la noche en vela dándole vueltas a la cabeza porque tienen problemas, yo cuando me desvelaba invertía ese tiempo en seguir investigando”.
Las grandes ideas son las que cambian el mundo. Aún queda por ver si el SMR1 es una de ellas. Sin embargo, de lo que no cabe duda es de que se trata de un invento que ya es grande por lo que podría aportar: allanar un poco la vida a aquellos que, debido a su minusvalía, lo cotidiano se vuelve todo un reto.
La técnica aplicada al día a día
Técnicamente, el SMR1 consiste en dos almohadillas anatómicas, una para el asiento y otra para el respaldo, de tan solo un centímetro de grosor y 1,3 kilogramos de peso. Se utilizan tanto en sillas de ruedas como en sillas de oficina, impidiendo que se acumule el calor físico en el asiento y oxigenando la piel. Pero también es aplicable a los asientos de los coches, haciendo que la refrigeración se transmita del interior al exterior de las almohadillas sin tener contacto directo con el aire. En todo momento, la refrigeración es controlada, a gusto de la persona.
Este taxista de la capital grancanaria asegura que sólo tiene los estudios básicos, ningún conocimiento en Ingeniería. “Para fuera de los vehículos, se necesita una pequeña turbina que absorbe aire del ambiente y los dirige a las almohadillas a través de unos conductos, permitiendo así la refrigeración con tan sólo seis o siete voltios de potencia”, describe José Antonio. “Y para los coches, las almohadillas van conectadas al sistema de refrigeración del vehículo por la parte inferior de los pedales con un adaptador de goma, haciendo que la refrigeración sea igualmente regulable”.
El inventor de Bañaderos asegura que además de la disminución del “agobio por el calor dentro del coche, este sistema consume muy poco y, por tanto, contamina menos que cuando aumentamos la potencia del aire acondicionado”. Sin embargo, con respecto a las sillas de rueda o a las sillas de oficina, “la principal ventaja es que permite la oxigenación de la piel favoreciendo que no nos salgan hemorroides, escaras o fístulas, que se potencie la circulación sanguínea, que disminuya el estrés, que se prevengan problemas de próstata o que no se castiguen nuestros riñones”.