Otros damnificados que también estuvieron en la noche gélida de Miller. En un restaurante de Tafira se reunió días después José Manuel Soria con sus amigos. Casi todos tenían un común denominador: se dejaban algo en el camino. Uno se dejaba un campo de golf en La Aldea con un hotel para doscientas camas; el otro, unas piezas turísticas muy suculentas en Santa Águeda, entre otros sitios. Un tercero, el mantenimiento de unas depuradoras. Una reunión de lo más emotiva. ¿Pero es que este hombre no tiene amigos desinteresados, o es que es de natural espléndido para con los que le ponen en estas situaciones tan embarazosas? Les habrá prometido regresar a lo McArthur y reponer la normalidad.