En Buenos Aires está La Bombonera, y en Gran Canaria, el Angulo Arena. Aquél es una olla a presión, sobre todo en un Boca-River; el de aquí, una caja de sorpresas insuperable en el mundo mundial. Y sin pisar el césped todavía. Ya saben que se acaban de dar cuenta de que los pasillos se les quedaron un poco estrechos para las personas de movilidad reducida, lo que ha dado lugar a una nueva corrección del proyecto y, rianga, 4.000 plazas menos. Un lujo que nunca sabremos valorar en su justa medida. La última se la estamos contando en esta misma edición y consiste en que una parte del nuevo Estadio de Gran Canaria se construye sobre terrenos del Ayuntamiento de Las Palmas, al que también habrá que seguirle soplando más suelo para hacer la plaza elíptica y otras piezas del proyecto. Lo mismo que ocurrió con el pabellón de la Vega de San José, pero a lo bestia. Ya les hemos dicho que por muchas cosas de este calibre que ustedes vean que hacen nuestras instituciones, no traten de imitarlas. Son como los spots esos de la tele que te advierten que se trata de pruebas realizadas por profesionales y en circuitos cerrados. Lo advertimos no vaya usted a tener la genial idea de construir en suelo del Ayuntamiento, no solicitar licencia y, de camino, llevarse por delante algún monumento histórico artístico. Y si no le salen las cuentas, ni se le ocurra pedir una modificación presupuestaria para multiplicar por cuatro el valor inicial de la inversión. Es muy probable que su banco le retire hasta el saludo.