Casi sin que la gente se diera cuenta, Jorge Rodríguez fue escalando posiciones, primero dentro del PP, elaborando programas y memorandums, dirigiendo equipos y asesorando al jefe, a la vez que echaba una mano desde su despacho particular a Cardona, su sustituto en el Urbanismo municipal. Luego vino el regreso a lo público, con su elección para el Parlamento. Al mismo tiempo que ascendía dentro del partido iba recuperando la confianza de su mentor, José Manuel Soria, que le dio la oportunidad definitiva para saltar al estrellato con la caída en desgracia de Francisco Fernández Roca, Curro, que ha abandonado el terreno de juego aquejado de una extraña lesión que en política se paga con el olvido y el extrañamiento. Rodríguez, tan entusiasmado cuando el míster le mandó saltar al terreno de juego, no se percató de que lo hacía de ariete y no de masajista, por lo que tuvo que regresar a la banda a dejar el maletín. Les seguiremos contando, que esto se anima. Y Soria se come las uñas pensando en nosotros más de lo saludable.