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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Palabros tontos

Pablo Casado, durante un momento de su intervención en el foro Jóvenes Talento, este martes en Madrid.

Carlos Sosa

Es imposible alcanzar tanto despropósito en tan solo una mañana, la mañana de este martes 24 de noviembre. Nuestros representantes políticos, o al menos los que hemos escogido como ejemplo, no tuvieron su mejor día. La primera metedura de pata apoteósica la encontramos en Madrid en un foro iniciativa de Europa Press denominado “Jóvenes con Talento”. Para estrenarlo, nada más que un joven con talento, particularmente del Partido Popular, una figura emergente que Mariano Rajoy se sacó de la manga para sustituir a un caduco y patoso González Pons y transformar de alguna manera la imagen de decadencia y viejuna que se transmitía. Y que se sigue manteniendo en algunos ámbitos, porque aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Tiene un verbo rico y variado Pablo Casado, licenciado en Derecho, formado en España y en el Reino Unido, un liberal que tiene a José María Aznar como gran referente político. Se le notan esas herencias en el fondo de su relato político, perfectamente camuflado y modernizado gracias a su gran capacidad para llenarlo todo con palabras, se correspondan o no en su significado con lo que realmente hace su partido. Su intervención de más de una hora en el foro Jóvenes Talentos tuvo como momento inevitable que se le preguntara por la crisis internacional provocada por el terrorismo yihadista. Tras la correspondiente sucesión de lugares comunes, Casado no fue ajeno a la mentira oficial lanzada por el Gobierno acerca de sus primeras y luego corregidas intenciones de relevar a Francia en algunas operaciones de control militar terrorista en África. Aquel ofrecimiento se escamotea ahora por pura táctica electoral porque alguien en el comité de campaña recordó a los candidatos y al Gobierno que la intervención en Irak es una de las principales losas que pesan sobre el PP y sobre su credibilidad. Pero lo explicó tan bien este muchacho de gestos medidos y enfáticos movimientos de cejas que todo el relato parecía verdadero: nadie nos ha pedido ayuda y nadie ha ofrecido ayuda. Descártese la mentira que mejor proceda y acertará el lector.

La peor mención para Canarias

Pero no fue una mentira o una media verdad (que también hubo) la apoteosis de Pablo Casado en el Foro de Jóvenes Talentos. Su intento por introducir las necesarias notas de dramatismo en su discurso que hicieran cundir entre los presentes la necesidad de la decisión que más pronto que tarde tomará el Gobierno de Mariano Rajoy sobrevino cuando pronunció la siguiente frase: “El Estado Islámico ahora mismo está a menos kilómetros de nosotros que las Islas Canarias” (minuto 42:15 del vídeo que les ofrecemos). La afirmación en cuestión encierra tres contenidos verdaderamente preocupantes. El primero, sin duda, incluir en la misma afirmación Estado Islámico e Islas Canarias. Una región en la que el turismo representa más del 30% de su Producto Interior Bruto, que recibe cada año más de 13 millones de turistas, entre otras cosas gracias a las crisis terroristas en países del norte de África directamente competidores, no puede ver unido su nombre, el de su propio producto turístico, con el del autor de las matanzas más graves que se están produciendo en esos puntos y otros más cercanos como París. Es de una irresponsabilidad que le debería conducir a desterrar para siempre esa comparación de su catálogo de frases ingeniosas. Y es ahí donde debemos enlazar con el segundo motivo de preocupación: la pronunció con tanta soltura y tanta seguridad que dio la impresión de que Pablo Casado ya había consultado el globo terráqueo que tiene en su despacho para hacer los cálculos kilométricos que a él se le antojaron adecuados para infundir gravedad a sus afirmaciones sobre el terrorismo yihadista. Y si Casado, vicesecretario de Comunicación del PP, ha incorporado a su discurso este disparate es más que probable que lo mismo hayan hecho sus correligionarios, los que reciben cada mañana en sus correos electrónicos los argumentos políticos del partido que alumbra su departamento. Por último, y no por ello menos importante, nos encontramos ante un exponente claro del síndrome que podríamos llamar “de la M-30”, consistente en creer que España -y a veces el mundo- acaba en esa carretera radial de Madrid. Casado excluye a Canarias del concepto “nosotros”, quizás en referencia a los que compartían sala con él, pero ¿a que suena a territorio de ultramar y allá se las compongan si por los alrededores les aparece un yihadista?

Siete islas, seis cabildos

El segundo protagonista de la jornada es nuestro presidente regional, Fernando Clavijo. El uso del lenguaje sigue sin ser su fuerte, a pesar de que hace el hombre importantes esfuerzos por adaptarlo a su nueva realidad política. Porque no es lo mismo ser alcalde de una ciudad, por importante que esta sea –y La Laguna lo es- que dirigir lo designios de 88 municipios, ocho islas y una comunidad autónoma entera herida por su ancestral desventaja y cuatro años de inclementes ataques del Gobierno de Mariano Rajoy. Comparecía Clavijo a petición del Partido Popular para participar en una quema conjunta de fuegos artificiales conmemorativos de lo que ya sin ambages llaman “el logro”, que viene siendo la condonación del viejo Impuesto General de Tráfico de Empresas (IGTE), o de la mitad que quedaba pendiente que el Gobierno de España condonara a Canarias tras años de escaqueo. Australia Navarro, portavoz del PP, aprovechó para colgarle una medalla a su partido y una más chiquitita a Clavijo, y cuando ambos se enzarzaron en el dichoso reparto de esos 193 millones, que ya situaron en la frontera misma de los 200, el presidente canario desempolvó sus conocimientos universitarios para espetarle a la lideresa popular que no se debe “mezclar la política con la economía”. Cierto es que se lo decía en relación a los plazos con los que se deben programar los proyectos económicos, que Clavijo redujo a cuatro frente a los diez que proponía Navarro, pero hasta en eso hay que ratificar que ninguna decisión que se tome en el ámbito de la política abandona esa condición aunque lo que se esté contando sean habas. Tampoco estuvo fino Fernando Clavijo cuando, en un nuevo ataque al Cabildo de Gran Canaria por su negativa al reparto tripleparitario de los fondos del IGTE lo ninguneó tanto que llegó a afirmar que “hay siete islas que están de acuerdo y un Cabildo que está en contra”. Hasta donde sabemos, hay seis cabildos que están a favor de aquella distribución y uno que no lo está, a no ser que para el presidente regional sólo representen a su isla aquellos presidentes cabildicios que están de acuerdo con sus decisiones. Dejamos para los expertos económicos otras consideraciones de mayor calado reiteradas este martes en el Parlamento, como la de que con 193 millones al año pueda cambiarse el sistema productivo canario.

La culpa: la herencia del PSOE

Vamos con la tercerita. En este caso el protagonista es Guillermo Díaz Guerra, parlamentario regional del PP, quien fuera subdelegado del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife y una de las cabezas políticas peor amuebladas a este lado del río Pecos. Su afán por canear al Partido Socialista le llevó este martes a un glorioso patinazo en la Cámara autonómica al empeñarse en que la pérdida de 4,7 millones del Estado para construir guarderías en Canarias se debió a una negligencia del PSOE en la pasada legislatura. Una tesis que alimentó hace unos días el presidente Clavijo al atribuírsela en exclusiva al ex consejero de Educación José Miguel Pérez durante una entrevista que le hicieron en Mírame TV. “Ha sido un cúmulo de despropósitos y la típica herencia del PSC: una gestión mal hecha, dinero mal empleado que no está”, dijo este martes el diputado Díaz Guerra. La frase tiene su cosa porque si el dinero estuvo mal empleado y “no está” significa que se gastó en lo que no era, lo que no se corresponde con la realidad porque el dinero está y es el que ha reclamado el Estado que se le devuelva por no haberse invertido. Díaz Guerra se volvió a majar los dedos cuando afirmó que la pasta se consiguió gracias a que en Canarias gobernaban Coalición Canaria y el PP, saltándose por alto dos aspectos nada desdeñables. El primero, que quien concedió esos fondos fue el Gobierno de Zapatero (2009), y hasta donde nos alcanza la memoria era un presidente del PSOE. Lo segundo se lo desmontó la consejera de Educación respondiendo a su pregunta: quien demoró la disponibilidad de esos 4,7 millones de euros fue el consejero de Hacienda, a la sazón José Manuel Soria, porque no quiso incluir la transferencia en las cuentas de 2009 para evitar un déficit excesivo, es decir, superior al que ya había logrado en las cuentas canarias ese portento de la gestión que preside el partido del señor Díaz Guerra. El convenio con el Estado obligaba a elaborar los proyectos de guarderías antes de dos años, pero el retraso de siete meses provocado por la impericia de Soria impidió hacerlo a tiempo. Porque el PSOE, por mucho que Clavijo y Díaz Guerra se empeñen en lo contrario, no llegó a la Consejería de Educación hasta la segunda mitad de 2011. Conclusión: el Gobierno de Coalición Canaria y el PP que se extendió durante la legislatura 2007-2011 (aunque Soria y los suyos se marcharon con cajas destempladas en octubre de 2010) es el único culpable de no haber invertido 4,7 millones en guarderías infantiles que le había otorgado el Gobierno socialista de España.

Romero Pi no es tan catedrático

Regresamos sobre nuestros comentarios de ayer, referidos al mitin de José Manuel Soria en el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna, organizado por el catedrático de Derecho Financiero y Tributario Juan Romero Pi. Y es este último dato el que nos obliga a referirnos nuevamente a él por una cuestión de matices que no es nada baladí. Romero Pi no es catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna, como erróneamente informamos siguiendo la estela de confusión que el interesado ha ido dejando siempre alrededor de esta cuestión. En realidad es catedrático de escuela universitaria, lo que equivale en su caso a profesor titular de en la referida facultad. De la especialidad del señor Romero Pi sólo hay dos catedráticos en la Universidad de La Laguna, Francisco Clavijo y Guillermo Núñez, dicho sea para colocar a cada uno en su sitio. Pero ya que indagábamos sobre esa falsa atribución de cátedra, aprovechamos para preguntar cómo sentó entre el profesorado de Derecho el mitin organizado por su compañero, y fue entonces cuando nos enteramos del bajísimo nivel de prestigio del que goza entre ellos y entre el alumnado. Fuentes oficiales dijeron a este periódico que el profesor Romero Pi es el que acumula el mayor número de reclamaciones de sus alumnos, o mejor dicho, de los alumnos que aguantan en sus clases (una treintena de promedio) porque también es el docente sobre el que pesa el mayor número de peticiones de cambios. Lo llaman “el copión” en homenaje a aquel plagio del programa de Albert Rivera que le preparó a Juan Fernando López Aguilar y que, al ser descubierto, atribuyó a la precipitación de algunos colaboradores del exministro que se lo entregaron sin la última supervisión suya. Ya era raro que un catedrático en sus cabales le hiciera tanto la pelota a Soria.

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