Algunos hábitos sorianos se extienden con cierto peligro para la integridad de la democracia. Por ejemplo, en los plenos se habla lo justito, se debate casi nada, y el personal opositor se pasa el rato tratando de colar alguna iniciativa que les dé una alegría para el cuerpo. Las mociones, que era lo único que les quedaba para polemizar con el grupo de gobierno, se las despacha éste con el más lamentable de los silencios, rehuyendo cualquier tipo de debate. Lo hizo este jueves Salud Gil, consejera de la cosa social y sociosanitaria, que se agachó ante una moción sobre los enfermos de Alzheimer y salió corriendo a los pasillos a hacer declaraciones a las teles y contar su versión de la novela sin posibilidad de réplica contraria. Lo malo es que los de la tele en cuestión se mosquearon por la jugada, se perdieron el debate del istmo y se mandaron a mudar.