Ahora bien, para calentura la que tienen algunos vecinos de La Laguna, concretamente los que viven en la zona del casco -declarado Patrimonio de la Humanidad- cuando llegan las fiestas del Cristo. Una lectora nos lo ha contado de forma más que elocuente: “Estoy harta de estar harta (...) el caos de tráfico, la suciedad, los pitos, las tracas que te ponen el corazón en la garganta y los oídos en el píloro, los conciertos entre semana, los ensayos por la tarde, el tarariro de los caballitos, el Bisbal de los autos de choque...” (esto último sí que es fuerte, añadimos nosotros). Dicen los afectados que las autoridades, “que viven en Alcampo y en otras zonas lejanas, se pasan la ley por el arco del triunfo”, y que cuando acuden a la Policía Local para que haga una medición de decibelios, les contestan los guindillas que no disponen de “los aparatos adecuados” (sic) para hacerlo, y si lo hacen es “de oído”, que es como es en una ciudad moderna, patrimonio de la humanidad y tal y cual. Los vecinos están calientes, se lo podemos garantizar.