No es la primera vez, y mucho nos tememos que no será la última, que sorprendemos a Soria soltando una de sus memorables mentiras. Que nos conste, la primera fue a principios de siglo, allá por 2002, cuando aseguró que la vieja nave de La Favorita la compraba el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria “a precio de mercado”. Lo malo fue que el precio de mercado fue siete millones de euros más caro de lo que por el inmueble había pagado apenas un año antes el empresario experto en pases Santiago Santana Cazorla. Luego lo vimos mentir en sede judicial cuando, con ocasión del caso Isolux, un concurso trucado que supuso un quebranto de millones de euros para las arcas municipales, aseguró a su señoría que él nunca se preocupaba por el abastecimiento de agua de la ciudad. La juez dio por probado que presionó a un empresario para que retirara el recurso contra ese concurso tan hediondo. Una planta más arriba, en el mismo edificio judicial, muy poco tiempo después lo vimos mintiendo de nuevo. Acudía como querellante para defenderse de nuestras informaciones sobre sus conchabos con el empresario Javier Esquivel. Allí, sin inmutarse, aseguró que había pagado religiosamente el alquiler del chalet que utilizó al menos durante 21 meses mientras beneficiaba al casero en el concurso eólico, en el que también mintió olímpicamente. El juez que juzgó aquella causa no se creyó la versión del ministro y lo condenó a las costas judiciales con la clara advertencia de que no debía utilizar a la justicia para coartar la libertad de expresión y el derecho a la información sometiendo a la pena de imputación a los periodistas durante años. Los periodistas resultaron absueltos, por supuesto.