Nada, que por mucho que intentemos cambiar de tercio y dedicarnos a otra cosa (la vida contemplativa, las andanzas de Larry Álvarez, los éxitos de la UD, la boutique donde compra Suárez Gil...), todos los caminos nos conducen inexorablemente en estas fechas a Teror. Lo del presidente, ni lo mentamos más, que nos caen tomates desde algunos sectores del patio de butacas. Pero sí nos queremos referir a lo ocurrido este domingo en la villa mariana durante el encuentro musical Teresa de Bolívar, concretamente cuando actuaba el grupo chileno Quilapayún. Allí estaba todo el rojerío que en Gran Canaria habita, rememorando canciones de toda la vida, y más ahora que se cumplen treinta años del golpe de estado que puso a Pinochet a hacer el animal al frente del país. El rojerío, decíamos, cantaba y coreaba canciones tan simbólicas como aquella que decía que el pueblo, unido, jamás será vencido. Y en esto llamaron a Pedro Luis Rosales al escenario.