El convenio entre Ferrovial, que ganó el concurso público, y el Ayuntamiento, contemplaba esa cesión con destino a un equipamiento comunitario, como lo prevé el Plan General de Las Palmas de Gran Canaria (1.000 metros de biblioteca y 700 para oficinas públicas). Pero a nuestra alcaldesa todos esos documentos le dan igual, incluido el planeamiento, que habrá que modificar. Como hay que rascar perras de aquí y de allí, en el lugar de la biblioteca, Pepa quiere que se instalen oficinas de particulares, para lo cual ya ha ordenado la correspondiente subasta al mejor postor. Nos preguntamos, no sin ciertas dosis de mala uva, qué opinarán los vecinos de la zona, a los que se había prometido una suntuosa biblioteca en el Woermann. Seguro que alguien les visitará, les regalará una pulserita verde y les dirá que el culpable de que no haya biblioteca es Zapatero. Por cierto, ¿quién se llevó los banquitos de diseño de la plaza del Woermann? Habrá sido Rubalcaba, que es un gamberro.