Apuntes para un viaje a Georgia: una sorpresa mayúscula a dos pasos del corazón de Europa

Torres 'koshki’ en Mestia. Las atalayas defensivas se empezaron a construir en el siglo IX y son una de las señas de identidad de los pueblos del Cáucaso georgiano.

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El Cáucaso es una tierra con fama de salvaje. Hasta no hace mucho tiempo, los países cruzados por esta cordillera mítica andaban revueltos después de años de conflictos y años de desconcierto tras el vacío de poder causado por la desintegración de la Unión Soviética. Georgia no escapó a esta historia convulsa. Aquí han chocado desde hace milenios algunos de los más grandes imperios de la Historia. Y el control de estas tierras de frontera fue cosa difícil para todos. Georgia no escapa a esta situación compleja de idas y venidas. Aún hoy hay disputas territoriales con Rusia en puntos calientes como Ostetia del Sur y Abjasia, dos regiones que lindan con el gigante euroasiático. Pero aún así, es seguro viajar al país que se ha confirmado como una de las más gratas sorpresas para viajar de los últimos años. Un país que empieza a estar de moda entre aventureros y mochileros y que, poco a poco, está atrayendo la atención del turista tradicional. ¿Y lo vale? Sí. Rotundamente sí. Es un país alucinante que lo tiene prácticamente todo: playas, montañas brutales, ciudades con mucha historia, un patrimonio histórico imponente…

¿POR DONDE EMPEZAMOS? Por lo primero. La principal puerta de entrada al país es el Aeropuerto Internacional de Tifilis (ver compañías) aunque también hay vuelos con varias ciudades europeas desde Kutaisi (ver compañías). La compañía Georgia Airways oferta n vuelo directo con Madrid. Las otras opciones más cercanas para volar son París, Londres o Milán (hay varias conexiones con Alemania) aunque lo más rápido es volar con Turkish Airlines con escala en Estambul. ¿Hace falta visado? Si viajas desde algún país de la Unión Europea, Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Panamá y República Dominicana tienes entrada libre por un periodo de 365 días sin necesidad alguna de visado. Tampoco necesitas visa si vienes desde Chile o Uruguay, puedes entrar sin visa por un periodo máximo de 90 días. Los ciudadanos de Bolivia, Cuba, Guatemala, Paraguay y Perú necesitan tramitar una visa que se tramita a través de la página web del Gobierno georgiano. Y, finalmente, los ciudadanos de Venezuela y Nicaragua deberán tramitar el permiso de entrada en la embajada georgiana más cercana.

¿CUÁNDO ES MEJOR IR? Pese a su pequeño tamaño, Georgia tiene dos grandes regiones climáticas marcadas por los dos ‘accidentes’ geográficos más importantes que marcan su topografía. El Mar Negro crea una pequeña franja dónde el clima se mantiene relativamente suave a lo largo de todo el año (con meses auténticamente subtropicales entre mayo y octubre) y el Cáucaso, esa inmensa muralla de picos que alcanzan los 5.000 metros de altitud (el mítico Elbrus alcanza los 5.642 metros). Los inviernos georgianos no son fáciles: en la franja costera la temperatura se mantiene suave, pero llueve mucho en otoño y el principio de la temporada invernal; en la zona oriental (Tiblisi y valles centrales) apenas llueve, pero los inviernos son muy duros con heladas frecuentes y posibilidad de nevadas suaves; y en el Cáucaso, pues imagínate. La mejor época para viajar se concentra entre los meses de mayo y agosto (en septiembre empiezan las lluvias en la zona del Mar Negro), cuando el clima en la costa es muy bueno (la temperatura del agua alcanza los 25 grados –más que en Canarias, por ejemplo-) y se pueden encontrar temperaturas suaves –medias de 14 grados en julio y agosto- en los valles más apartados y salvajes de la Cordillera. Por ejemplo, la región de Tushetia, la más remota y auténtica del Cáucaso, sólo puede visitarse desde finales de junio a principios de septiembre. Lo mismo pasa con Svanetia, famosa por sus pueblos repletos de torres medievales. Sin duda alguna, los mejores meses para viajar son junio, julio y agosto.

¿CÓMO NOS MOVEMOS? Si lo que quieres es moverte en transporte público tendrás que combinar varios medios de transporte para poder visitar algunos de los rincones más interesantes del país. La empresa ferroviaria georgiana une Tiflis con las ciudades costeras de Batumi y Zugdidi con paradas en todas las grandes ciudades y poblaciones de importancia del valle del Río Kurá (Mtskheta, Gori, Kutaisi…) y los valles que suben hacia el Cáucaso. También hay un ramal sur que va hasta Armenia. El tren llega a una gran cantidad de lugares (ver mapa) pero no es, ni mucho menos, el medio de transporte más rápido del país (hace muchísimas paradas y rara vez supera los 50 kilómetros por hora). Las marshrutkas (pequeños minibuses de pasajeros) son el medio de transporte público más habitual y rápido del país y conectan todas las ciudades y pueblos del país (desde los más grandes a los más pequeños) en rutas preestablecidas pero con la posibilidad de parar dónde tú quieras. Los precios varían según la distancia: las rutas cortas hasta dos horas cuesta alrededor de 1,5 euros al cambio (ejemplo Tiflis-Gori -90 kilómetros-) y las rutas más largas (entre seis y siete horas) rondan los 20 euros.

Lo más normal es que tengas que hacer varios transbordos para llegar a los lugares más apartados y completar los recorridos hasta los atractivos turísticos con taxis compartidos. En Tiflis las marshrutkas que conectan con Mtskheta, Gori, Kazbegi, Gudauri, Batumi, Kutaisi y Mestia se toman en la Terminal de Autobuses de la Calle Didube; las minivan que van hacia el este y el sur del país salen de la Estación Central (Calle Dimitri Gulia, 1) –también las conexiones internacionales-; otros destinos del este como Eastern Georgia Sighnaghi, Telavi o Kvemo Kartli salen de sde la Estación de Navtlugi (Avenida Kakheti). A continuación te ponemos las estaciones de las principales ciudades y pueblos del país: Kutaisi (Avenida Ilia Chavchavadze); Batumi (Calle Gogol); Kazbegi (Carretera general –junto a los hoteles Stancia y Stepantsminda -); Gori (Avenida Chavchavadze –junto al Ayuntamiento); Sighnaghi (Calle 9 de abril); St Telavi (Avenida Alazani); Borjomi (Calle Meskheti); Akhaltsikhe (Calle Tamarashvili); Mestia (Plaza Seti).

¿Alquilar coche en Georgia? Conducir en Georgia no es fácil digan lo que digan algunos viajeros y viajeras valientes. El estado de las carreteras secundarias es bastante mejorable y las de montaña ya te podrás imaginar. La carretera que une Tiflis con la costa del mar muerto es una cómoda autopista que permite alcanzar velocidades análogas a las de los países del occidente europeo, pero cuando pasas a las carreteras de doble sentido la cosa cambia. Y ahí serás testigo de los temibles adelantamientos georgianos. Dicen que las cosas han mejorado muchísimo pero aún así, hay que armarse de mucha paciencia. Pero la recompensa es poder ir a tu aire y la posibilidad de recorrer prácticamente todo el país es dos o tres semanas. Si optas por alquilar coche, 4x4 sí o sí. En Tiblisi operan la mayor parte de las agencias internacionales. Muchos foros de viajeros recomiendan la agencia local Parent, con muy buenos precios y, según dicen las críticas, bastante seriedad. Ofrecen 4x4 de gama media por unos 30 euros al día para periodos mayores a 15 días.

¿QUÉ VER? El país tiene muchísimo que ofrecer. El mapa engaña. Las distancias más grandes que se recorren en el país no superan los 400 kilómetros (poco más de la distancia que media entre Tiflis y Batumi, en el extremo sur de la costa del Mar Negro), pero hay dos factores que suman horas y horas de recorrido: el estado de las carreteras secundarias y la geografía montañosa del país. El viaje mínimo deberían ser 15 días, pero lo ideal es dedicarle tres semanas. Como te decíamos, hay mucho que ver y algunos lugares recónditos bien merecen una noche o dejar el auto y dedicarle un par de jornadas a caminar y caminar (como sucede en regiones alucinantes como Tusheti o la imponente Svaneti, con sus pueblos repletos de viejas torres defensivas). Tiflis no es grande, pero demanda al menos dos días para poder explorar bien su casco histórico y sus lugares más destacados (el Castillo y las callejuelas de la colina de Narikala; los Baños Reales; la Mezquita otomana; la catedral de Metekhi…). 

La mayor parte de la capital está ocupada por las características manzanas de edificios grises y cuadrados de la época soviética, pero tiene rincones muy bonitos, un par de museos más que interesantes, algunos nuevos hitos arquitectónicos más que destacables y una sorprendente oferta culinaria (la gastronomía georgiana es la más apreciada en Rusia, por ejemplo). Pero también es un buen lugar para hacer base y hacer algunas excursiones de ida y vuelta. En una jornada puedes visitar Mtskheta, que está a 25 kilómetros y cuenta con varias iglesias y monasterios de interés, la ciudad excavada de Uplistsikhe (un imponente yacimiento de la Edad del Bronce), a 83 kilómetros y Gori -88,7 kilómetros-, que aparte de un imponente castillo fue la cuna de Stalin. Otra excursión de ida y vuelta recurrente es la que lleva hasta los viñedos de Kajetia y llegarse hasta el pueblo amurallado de Sighnaghi (109 kilómetros), donde abundan los monumentos históricos y las viejas bodegas. A tiro de piedra de la frontera con Azerbaiyán se encuentra el Monasterio de Davit Gareja, una serie de cenobios religiosos formados por edificios y cuevas enclavados en un paraje montañoso y semiárido espectacular. 

SUBIR HASTA KAZBEGI.- Otro de los imprescindibles. Está a apenas 153 kilómnetros de Tflis y te puede dar la tentación de ir y venir en un día, pero te recomendamos hacer, al menos, una noche en el pueblo y aprovechar el día hasta el final para explorar los alrededores y hacer una parada previa en la Fortaleza de Ananuri. La visita estrella es el Monasterio de la Santísima Trinidad, pero hay muchísimo que ver en los alrededores de la ciudad como el pueblo de Sno o el Valle del Río Térek que conduce a la frontera rusa entre picos nevados y valles dónde hay varias viejas iglesias ortodoxas y pueblecitos fortificados; una maravilla.  

RUTA SUR.-  La base de operaciones más útil para explorar la zona central del sur del país es la ciudad de Akhaltsikhe (207 kilómetros desde Tiflis), una de las urbes más antiguas e importantes del país. La estrella del lugar es la Fortaleza de Rabath, un imponente sistema de fortificaciones que fueron ampliadas y reformadas desde el siglo II AC (dicen por aquí que el mismísimo Alejandro estuvo en la ciudad) y que culminaron en la época otomana (el recinto palaciego y religioso turco es digno de verse). Desde aquí se pueden ver otros lugares de interés en apenas una jornada. La cercanía con la capital te podría inducir a pensar en una excursión de ida y vuelta; no. Sería un error. Desde Tiflis a Akhaltikhe en coche de alquiler vas a tardar unas tres horas y media y más allá las carreteras se complican bastante y hay que hacer grandes rodeos ida y vuelta como el que sube hasta el Monasterio de Sapara, otro de los lugares estrella del país (con imponentes frescos con más de 1.000 años de antigüedad). Una buena idea es dedicar el día de la llegada a ver la ciudad (con escala previa en Borjomi) y subir a Sapara y otra jornada para ver la Ciudad Excavada de Vardiza (un enorme ‘panal’ de cuevas artificiales dónde llegaron a vivir unas 50.000 personas) y la imponente fortaleza de Khertvisi.  

¿Merece la pena visitar Batumi? Si pasas en el país quince días o más puedes incluir dos o tres días en visitar la costa del Mar Negro (163 kilómetros desde Akhaltikhe –unas cuatro horas-). Batumi es una excentricidad; desde siembre destacó como ciudad balneario y buena parte de la élite rusa construyó elegantes palacetes durante el siglo XIX que hoy lucen espléndidos. Pero la ciudad moderna está repleta de grandes edificios de apartamentos, rascacielos, hoteles y casinos al más puro estilo Dubai a pocas cuadras de la vieja ciudad soviética: la llaman Las Vegas del Mar Negro. Las playas de Georgia no son gran cosa, la verdad, pero en verano las temperaturas son altas y el agua está tibia. Desde Batumi puedes subir por la costa camino del Cáucaso y hacer una parada en Kutaisi para ver la Catedral de Bagrati, un imponente edificio del siglo XI.

LAS JOYAS DEL CÁUCASO.- La Cordillera es el plato fuerte del país y, sin duda alguna, su destino estrella.  El Parque Nacional de Svaneti es el lugar más visitado del país. La ciudad habitual para establecer el campo base es Mestia, desde donde parten las rutas de senderismo más famosas: Lagos Koruldi, las faldas del Pico Ushba y el Glaciar Chalaadi. Ya en Mestia te darás cuenda de que estamos en un lugar muy especial marcada por la cercanía de la frontera rusa y los conflictos que se sucedieron durante siglos. Los pueblos están cuajados de ‘koshki’, espectaculares torres defensivas al modo de verdaderos rascacielos medievales que se empezaron a construir en el siglo IX. Otra visita obligada en Svaneti es el Valle del Río Inguri, en el que se suceden aldeas con grandes conjuntos de torres como ChazhashiUshguli. Hay rutas que permiten ir saltando de pueblo en pueblo en circuitos de tres, cuatro o cinco días aunque también se puede ir hasta Ushguli en taxis compartidos desde Mestia.

La otra zona mágica del país, y aún más remota e inaccesible Tusheti, una región montañosa a la que es difícil llegar y que sólo es accesible durante el verano. La carretera que une esta parte del país con el resto parte desde Pshaveli (acceso desde Telavi o Akhmeta) y serpentea por unos 70 kilómetros que demandan más de dos horas de paciente conducción. Dicen que esta es una de las carreteras más peligrosas del mundo, pero la recompensa es un rosario de pequeños pueblos que apenas han sufrido cambios en los últimos cinco o seis siglos y paisajes de escándalo en los que se suceden los prados verdes, los bosques profundos y los picos nevados. Los pueblos que tienes que ver sí o sí son Omalo, con sus casas de piedra y madera y su curiosa fortaleza de torres ‘koshki’, Shenakho y Diklo. A esta zona sólo podrás acceder con 4x4.

¿QUÉ PASA CON OSTETIA DEL SUR Y ABJASIA? Estos dos territorios en disputa se encuentran en el norte del país; el primero incrustado en pleno Cáucaso y el segundo en la costa del Mar Negro. En teoría son países independientes (aunque no reconocidos por la mayoría de la Comunidad Internacional) pero, en la práctica, son territorios controlados por Rusia. El acceso a Ostetia del Sur sólo se puede hacer desde Rusia (el visado se obtiene en el consulado ostetio en Moscú). Es más fácil viajar a Abjasia y sólo necesita de un visado electrónico que te remitirán al e-mail y deberás recoger después en el Ministerio de Asuntos Exteriores en Sujumi (capital del territorio). Eso sí, si visitas después Georgia con el mismo pasaporte te pueden denegar el acceso o hacerte pagar una multa ya que no reconocen los selados y consideran que pueden invalidar tu documento.

Fotos bajo Licencia CC: Andrzej Wójtowicz; Amy Nelson; Arian Zwegers; Alexey Yurko; Max Benidze; Max Benidze; Nicolai Bangsgaard; Clay Gilliland; Roberto Strauss; Francisco Anzola; herr.eichhorn

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