Dos días en Milán: Desde el Castello de los Sforza hasta Tre Torre pasando por la última cena
Nos alejamos del centro de Milán sin salir del centro de Milán. En este segundo día de paseo por la capital lombarda (marcado con los iconos violeta en el mapa) nos vamos a ocupar de terminar de explorar las maravillas históricas y adentrarnos un poco en esa nueva Milán pujante e industrial que marca el paso de la economía italiana. Un paseo que iniciaremos, nuevamente, en las inmediaciones de la Piazza del Duomo para, poco a poco, ir yendo hacia Tre Torre, el lugar donde la arquitectura vanguardista y los rascacielos van dibujando un skyline que rompe totalmente con los preciosos tejados, las cúpulas y las viejas torres que marcan el paisaje urbano de las ciudades italianas. Como sucedió con el primer paseo, esta ruta pone de manifiesto que Milán es mucho Milán. Mucho y muy bueno que ver. Hoy, por ejemplo, podremos ponernos enfrente de una de las obras maestras del arte universal; uno de esos hitos mayúsculos que justifican por sí solos un viaje.
Nuestro punto de partida es la Piazza degli Affari (Plaza de los Negocios) donde se encuentra la sede de la potente bolsa milanesa. Y junto al templo supremo del capitalismo italiano (esta es la bolsa más importante del país) nos encontramos con los restos del Teatro Romano de Mediolanum (Via S. Vittore Al Teatro, 14) que, como casi todas las huellas de la vieja ciudad romana, reposan bajo los palazzos y las iglesias. Entre la Plaza de los Negocios y la Plaza de Santa María de las Gracias apenas hay 1.200 metros que dan para una hora larga de paradas: la Torre dei Gorani (Via Brisa, 731); los restos del Palacio Imperial de Massimiano (Via Brisa, sn); la iglesia conventual de San Maurizio al Monastero Maggiore (Corso Magenta, 15), con unos frescos renacentistas brutales; el Palazzo Litta (Corso Magenta, 24), considerado el culmen del barroco civil en la ciudad y, por último, Santa María de las Gracias. Y aquí tenemos que hacer una parada más tranquila.
Santa Maria delle Grazie (Via Giuseppe Antonio Sassi, 3).- Esta basílica conventual fue el centro espiritual del poder milanés durante los tiempos de control de la mítica familia Sforza. El edificio es una de las mejores muestras del gótico en la Lombardía aunque se da la curiosa circunstancia de que a la par de reminiscencias románicas, también se incluyeron los primeros trazos de ese Renacimiento que ya se iba imponiendo en el resto de Italia (entre ellos una impresionante cúpula atribuida a Donato d'Angelo Bramante). La nómina de grandes nombres de sus frescos y lienzos es brutal (este lugar fue elegido por los Sforza como mausoleo) pero destaca una de las grandes obras maestras de la pintura mundial: ‘La última cena’ del inmortal Leonardo da Vinci. Este es un lugar muy especial que merece la pena verse con tranquilidad. Ojo. Para ver el fresco hay que comprar las entradas con bastante antelación. En temporada alta a veces con varios meses.
El castillo de los Sforza y el Parque Sempione.- El Parque Sempione es el gran pulmón verde de la ciudad y, también, una de las huellas más importantes del breve periodo de tiempo en el que la capital lombarda estuvo bajo el control de la Francia napoleónica. El parque ocupa una gran explanada a extramuros que servía como solar de maniobras militares junto a las antiguas murallas de Milán (españolas, por cierto). Del entramado de baluartes, fosos y lienzos apenas quedan algunos restos esparcidos y, como testigo de los antiguos tiempos, el Castello Sforzesco -Castillo de los Sforza- (Piazza Castello). Esta fortificación está íntimamente ligada a las dos familias que monopolizaron el poder de la ciudad hasta la llegada de los españoles: lo iniciaron los Visconti sobre una fortificación anterior (medieval y romana) y lo culminaron los Sforza.
Hoy, el Castello sigue siendo una de las grandes señas de identidad de la ciudad y concentra varios museos vinculados a las secciones de arte y arqueología: el Museo de Prehistoria; el Museo Egipcio; el Museo de la Pieta de Miguel Angel; la Galería de Arte; el Museo de Artes Decorativas; la Armería y el Museo de Instrumentos Musicales. Todo eso y un poco más. ¿Merece la pena entrar? Si vas a estar en Milán más de dos días puedes gastar aquí una mañana entera. Para este paseo de dos días puedes visitar los patios (que son gratis) y seguir el paseo por el Parque Sempione hasta el Arco della Pace -Arco de La Paz- (Piazza Sempione), un arco del triunfo que se inició en 1807 como homenaje a Napoleón (en conmemoración de la Batalla de Jena que supuso la consolidación del reino napoleónico de Italia) y que se terminó tras 1815 para celebrar la derrota francesa. Curioso.
Tre Torri y la nueva Milán.- A la zona la llaman con el poco italiano nombre de City Life (vida de ciudad) pero los milaneses prefieren Tre Torri -Tres Torres- en referencia a los enormes rascacielos de diseño vanguardista que se han adueñado de las alturas de la capital lombarda. En esta zona se erigía la Feria de Milán que por el arte y magia de la especulación inmobiliaria se ha transformado en una nueva zona residencial donde, a parte de los tres rascacielos de referencia -Torre Allianz, del japonés Arata Isozaki; la Torre PwC, de Daniel Libeskind y la Torre Generalli de Zaha Hadid- se han construido viviendas y equipamientos deportivos y culturales. El lugar se ha convertido en un nuevo polo de vida ciudadana en Milán y cuenta con otros iconos arquitectónicos de entre los que destaca La Cometa di Bellini (Piazzale Carlo Magno), un precioso complejo de salas de exposición y congresos donde mandan el acero y el cristal. Una verdadera escultura gigantesca.
San Lorenzo Maggiore y las columnas romanas (Corso di Porta Ticinese, 35).- Fuera de ruta. Si tienes tiempo no dejes de acercarte a las inmediaciones de Porta Ticinese (Via Edmondo de Amicis) -una de las puertas de las murallas que se salvó de la piqueta cuando echaron abajo los muros medievales de Milán- para ver un par de lugares que merecen la pena. El más importante es el Monasterio de San Lorenzo Maggiore (Corso di Porta Ticinese, 35), un imponente complejo de edificios y capillas románicas del siglo XI que se construyó sobre una basílica tardo imperial romana (siglos IV y V) de la que se conservan las columnas que hoy adornan la plaza. Muy cerca de aquí puedes ver otra de las escasas huellas de la Mediolanum romana: las ruinas del Anfiteatro (Via Edmondo de Amicis, 17).
Fotos bajo Licencia CC: Marco Trovò; kaysgeog; Brian Jeffery Beggerly; olgite; Nigel Hoult; Naval S; Fred Romero
0