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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

ENTREVISTA Javier López Gutiérrez, director de la Oficina Nacional de Lucha contra los Delitos de Odio

“Los delitos de odio contra personas por su orientación sexual o identidad de género han escalado al segundo lugar”

Javier López Gutiérrez nació en Lugo y es el director de la Oficina de Lucha contra los Delitos de Odio y es su principal responsable desde hace dos años. Teniente coronel de la Guardia Civil, López Gutiérrez es el responsable técnico de cuatro oficinas, realmente. Aparte de encargarse de la de Delitos de Odio, dirige también el Centro Nacional de Desaparecidos, la Unidad Nacional de la Agencia Europea de Formación de Fuerzas de Seguridad y el Sistema Estadístico de Criminalidad.

Una parte importante del trabajo de la Oficina es monitorizar el problema en España en su justa dimensión, dado que se calcula que el 89% de los delitos no se denuncian, según la última encuesta publicada por su departamento. ¿A qué se atribuye que haya un índice tan bajo de denuncias? Por miedo a represalias, rechazo del propio grupo de pertenencia, falta de confianza en los procedimientos que se siguen y hasta el propio desconocimiento de que se esté siendo víctima de un delito de odio. Acabar con esto, generar confianza y sensibilizar conllevará un afloramiento de la realidad de violencia y odio que se ceba con determinados grupos vinculados a otros países de procedencia, raza u orientación social. De hecho, la LGTBIfobia ha escalado al segundo puesto del ranking de denuncias presentadas el pasado año.

Generar esta confianza es uno de los pilares del II Plan de Acción que contiene 86 medidas contra el discurso y los delitos de odio. “Se trata de dar voz a las víctimas, de escucharlas. Creemos que es la clave que permitirá que los delitos de odio que hoy no se denuncian al final se denuncien. Para prevenir y combatir los delitos de odio es necesario saber qué está sucediendo”, ha asegurado López Gutiérrez en Santander, a donde acudió para participar en el seminario de la UIMP 'El camino del arcoíris', patrocinado por la Dirección General de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI. A juicio del especialista, España lleva la delantera en este campo.

¿Por qué dice que España es un país puntero?

Cuando el Código Penal se modifica en 1995, nació la agravante de discriminación (artículo 22.4), que se ha ido ampliando estos años y, de hecho, esta pendiente otra ampliación para dar cabida al antigitanismo. También España es puntera por las estructuras que se han creado: La Oficina Nacional de Lucha contra los Delitos de Odio, planes de acción, oficinas de atención a las víctimas, el Estatuto de la Víctima, el acuerdo para cooperar institucionalmente con 11 departamentos ministeriales y siete plataformas de la sociedad civil... Además tenemos un protocolo muy importante de actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

¿Qué datos manejan?

Desde 2013 se ha elevado la cifra al máximo histórico: 1.802 delitos denunciados en toda España. En cuanto a los de orientación sexual e identidad de género, han escalado al segundo lugar. Concretamente, en 2021 se han denunciado 477 delitos de odio. Es la cifra más alta desde 2014.

¿Es un incremento real o lo que se incrementan son las denuncias?

Nosotros creemos que es resultado de las 48 medidas del primer Plan de Acción, de la sensibilización no solo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, sino de la sociedad en general.

Luego, consideran que es un afloramiento de lo que estaba oculto.

Exactamente. Es lo que creemos. Pensamos que se están generando sinergias entre instituciones y organizaciones de la sociedad civil que permiten que se conozca mejor lo que son delitos de odio. Los medios de comunicación juegan un papel primordial a la hora de expandir y hacer permeable el conocimiento y la sensibilización.

Pero si el 89% no se denuncia, estamos hablando de cerca de 20.000 delitos de odio al año, en general, y cerca de 5.000 delitos contra el colectivo LGTBI, en particular.

Sí, bien es cierto que los delitos que abarcan los de odio son importantes y variados: racismo xenofobia, ideología, antisemitismo, islamofobia, LGTBIfobia...

El II Plan de Acción tiene 86 medidas, algunas de las cuales ya se han adelantado. ¿Qué novedades pueden encontrarse en él?

Ya hay avanzado un borrador de protocolo con la Federación Española de Municipios y Provincias para la formación y coordinación de policías locales, por ejemplo.

¿En qué situación se encuentra otra de las medidas anunciadas? Me refiero a la creación de grupos específicos contra los delitos del odio dentro de la Policía Nacional y la Guardia Civil.

Lo que se pretende es que haya especialistas en Información que se dediquen a la investigación para la lucha contra los delitos de odio. En la Guardia Civil se acaban de crear recientemente equipos REDO (Respuesta ante los Delitos de Odio) y en la Policía Nacional han sido creados dentro de la Comisaría General de Información y se están desarrollando.

¿Cómo es este mundo por dentro? ¿Hasta qué punto está organizada la violencia?

Es lo que intentamos ver con el segundo Plan, sobre todo con los grupos violentos de carácter juvenil. Sí que pensamos que hay estructuras, pero son todavía pocas denuncias para poderlo investigar convenientemente.

¿Hay posibilidad de anticipar la comisión de delitos?

Las investigaciones prospectivas en España están prohibidas. Pero si hay indicios, se pueden solicitar medidas. A través de Fiscalía o de los juzgados de instrucción se puede pedir permiso para investigar, pero tiene que haber primero una carga indiciaria y un juez de por medio.

¿Existe una correspondencia entre el discurso de odio y el delito de odio?

Sospechamos que sí, pero hay que hacer el análisis.

¿En qué se diferencia el discurso y el delito de odio?

No existe en el Código Penal una definición ni de discurso ni de delito de odio. Para delito de odio, acudimos a la definición de la OSCE. La última definición de discurso de odio es de 2017 del Consejo de Europa.

¿Tan poco claros están los terminos que hay que rastrear nuevas definiciones?

La clave es saber dónde está el límite entre libertad de expresión y discurso del odio. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en 1999, se hace eco de esa definición, poniéndole unos límites y diferenciándolo de la libertad de expresión.

¿Esto cómo se traduce, por ejemplo, en internet?

La Oficina ha sido reconocida como 'Comunicante fiable'. Cuando la Oficina reporta a Twitter un supuesto discurso de odio, directamente lo retiran y luego se analiza y, si hay realmnente un discurso de odio, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad lo investigan.

No solo Twitter...

Tenemos Microsoft, Instagram, TikTok, Facebook... Es la doble vía. Por un lado, la parte punitiva y también la vía de retirarlo para que no se propague.

Habrá quien diga que son una especie de 'Policía del Pensamiento'.

Bueno, para eso tenemos un protocolo y aplicamos una setencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 2015 que habla de indicadores. Son los famosos 'indicadores de polarización'. Hay 15 y los hemos recogido en un protocolo. Con que se sospeche que hay un solo indicio, se tiene que investigar como delito de odio.

¿Puede poner un ejemplo?

Tatuajes... Hemos creado una base de datos con simbología de determinados grupos (cruz gamada, esvástica)... Son indicios de polarización clara.

¿Cuántas intervenciones han pedido?

Como tenemos cada vez más recursos y experiencia, cada vez reportamos más.

¿Ven cosas espantosas en la Oficina?

Sí.

¿Irán a más las condenas de este tipo de delitos?

Sí, porque la sensibilización, el conocimiento y los procedimientos cada son más rigurosos. Se van a conseguir más condenas, pero todo empieza por el inicio, que es la denuncia. Generar confianza es uno de nuestros ejes prioritarios y sobre todo empoderar a las víctimas, darles voz.

¿Los delitos de odio significan violencia de baja intensidad o se baraja la hipótesis de que pueda haber un atentado o hecho de gran gravedad?

Los ha habido. Ha habido asesinatos y sucesos históricos, pero de momento creemos que los delitos graves son hechos aislados y se trabaja para evitarlos y erradicar en la medida de lo posible el odio de nuestra sociedad. Por eso es tan importante la sensibilización. Hablamos mucho de la educación, de sensibilizar a los jóvenes, porque la discriminación se produce por el etiquetaje de determinados colectivos. Por eso hay un doble crimen, contra la víctima y contra el colectivo.

¿Y qué se les dice a los jóvenes, a los ciudadanos en general?

Que no hay que ser un mero observador, sino que hay que hacer una contranarrativa y que el propio ciudadano exprese su rechazo.