Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
De 'lo precioso'
Ya casi. Ya casi termina agosto, y algunas cosas volverán a la normalidad. Otras no han cambiado ni siquiera en el periodo en el que nos mostramos al mundo —si es que el mundo son las decenas de miles de turistas que se toman fotos en Cantabria—. Algunos lo están deseando y otros andan haciendo cuentas de los beneficios que deja la riada humana. “Hay margen para más”, dicen los responsables políticos; “esto es insoportable”, se quejan algunos vecinos; “papardos fuera”, grafitean los más enfadados.
Pero parece que hay un consenso en los visitantes 'nobles' que dan entrevistas y en la narrativa instalada en algunos medios de comunicación: Cantabria —y la 'joya de la corona': Santander— es “precioso”. Así que nos ofrecemos como decorado de peli —ese es el trabajo de la Cantabria Film Commission, así in english—, como fondo de selfie o como postal de envío rápido en el que el paisaje —que no el paisanaje— se congela, se fosiliza, para mayor solaz de los urbanitas (el 20% de todos los turistas proceden de Madrid) y de las influencers romanticonas.
Esta bendición es también una condena infinita. Zonas enteras de nuestras ciudades y pueblos quedan en la sombra, sin ojos para verlas y sin presupuestos ni políticas para atenderlas. Y se nota. Ya casi termina el periodo de postal y en esas zonas de oscuridad nada cambiará. No es que sea pesimista, es que constato hechos: pocos y con mínimo personal —o ningún— consultorios médicos, anecdótico transporte público en la mayoría del territorio autonómico, trenes de cercanías parados donde y cuando no deben, basuras sin recoger, servicios sociales saturados, centros culturales, sociales o cívicos sin personal suficiente, etcétera. Eso no sale en las fotos de 'lo precioso', porque lo precioso nos pone orejeras que nos impiden ver la realidad.
Sería maravilloso que cuando un visitante pise esta tierra, además de inmortalizar 'lo precioso', se vaya maravillado de la innovación social, de los recursos públicos al servicio de la población —la mayoría mayor— que sostiene los pueblos a los que solo vamos un día en verano con motivo de las fiestas dedicadas a x comida/santo/bebida/personajes; que vuelva a su casa comentando la programación cultural descentralizada que llega al último barrio de Torrelavega o Santander; que cuente con asombro la cantidad y diversidad de bibliotecas que ha encontrado; que pueda relatar algún hallazgo del patrimonio industrial o del inmaterial que acumula esta tierra.
El problema de ser —solo— un paisaje precioso es que un día podremos ser sustituidos por realidad virtual o por una 'neoregión' que recree esas 'bellezas' el día que la subida del nivel de los océanos, la contaminación o los gigantes molinos de viento se carguen 'lo precioso'. Los que habitamos este territorio sabemos que hay mucho más. Da rabia, pero enorgullece, que las buenas gentes de Casapalma y la antropóloga ecofeminista Yayo Herrero estén ayudando a los vecinos del valle de Cabuérniga en la defensa del colegio Manuel Llano de Terán, ese que la Consejería reduce a la mínima expresión; o que las y los vecinos que pueden ver sus vidas trastocadas seriamente por el polígono eólico Benavieja hayan recogido algo más de 7.000 alegaciones en un tiempo récord y en agosto…
Detrás del decorado hay vidas, hay infancia, hay adultos tratando de sacar adelante proyectos, hay personas mayores sosteniendo la vida social y cultural de pueblos y barrios. Eso no sale en la postal —muchas veces tampoco en los medios—. Que el visitante no se entere es malo, pero mucho peor es que la mayoría de los habitantes del territorio tampoco sea consciente. Nos queda mucho trabajo.