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Sobre este blog

Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La pequeñez del poder. Eso es todo

Paco Gómez Nadal

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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Un acta de diputado y un micrófono. Eso es todo. Y el poder de legislar y el poder de des-legislar. Eso es todo. Y un jefe de prensa y un fotógrafo que te retrate en las acciones más nimias. Eso es todo. Y el definitivo destino manifiesto de perpetuarte en el poder, de copar junto a gente como tú la mayor cantidad de puestos posibles, de amarrar los negocios y los privilegios de los tuyos. Eso es todo. O no… 

Desde hace mucho tiempo también quieres que el relato sea el tuyo. Sólo el tuyo, claro está. Para que tu relato sea todo. Pero no, no es todo. Aprendiste de tus mayores que el poder corresponde a tu estirpe, a los que visten, hablan, se rozan, se rascan, procrean y van a los mismos templos —y restaurantes— que tú. Todo es o debería parecerse a vosotros. Lo otro, los otros, son, somos, desviaciones temporales, despistes históricos, momentos de furia protagonizados por una chusma manipulada ideológicamente. Que todos sabemos que los nadie son manipulados por esas gentes perversas que pretenden reescribir la historia bajo la disculpa de los derechos humanos y otras zarandajas.

Tú tienes un acta de diputado y un micrófono. Y tienes el poder de legislar y de des-legislar. Tienes todo controlado. Puedes (de)volver la historia a su punto inicial. Cuéntanos tu verdad: este país, esta provincia, estaba descarriada. Y los tuyos encabezaron una cruzada —una más— para salvarnos del mal y para extirpar el gen rojo de nuestros cuerpos que tiritaban de frío allí en la fría cárcel sin muros de Caballerizas o en los terribles pasillos de Corbán o de Tabacalera —por recordar algunos de los lugares en los que nos reeducaste o en los que morimos —que en materia de cruzadas no hay términos medios—. Eso fue todo. Y funcionó. Desde entonces —y entonces es todo—, los tuyos, los familiares de los tuyos, los amigos de los tuyos, tú, habéis tenido el poder real y el simbólico.