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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Siempre ganan los señoritos

Pues algo se aprende del fútbol, aunque le parezca raro. En cuanto vi a Aznar y a Florentino a partir un piñón en el estadio, lo supe: ganarán el Madrid y el PP. Así ha sido. En Francia también ha ganado la ultraderecha. Por la mínima y con un poco de ayudita de los árbitros, pero han ganado. Y eso que aquí todos éramos de izquierdas y del Atleti, como siempre, pero a la hora de la verdad, en la Comunidad de Madrid todo el mundo vota al PP y es merengue. Da mucho gusto ser de izquierdas, alternativo, solidario y apoyar al equipo con menos presupuesto, pero luego, cuando nadie está mirando, la gente vota al PP y suspira con alivió si el Madrid gana otra copa de Europa. Y eso que en una elecciones europeas, la poquísima gente que vota, lo hace por divertirse un poco y llenar el parlamento ese de ecologistas, defensores de las focas, herbívoros, ufólogos y antiguas concursantes de Miss Universo.

Qué fin de semana, la Copa europea y elecciones ídem. Con diferencias, claro, que nadie se ofenda: ya sé que el fútbol es una cosa muy seria, no como el parlamento europeo. Más diferencias: nadie se perdió la Copa, pero a las elecciones no acudió ni la mitad del electorado. Con la Copa en cambio hubo entusiasmo, tensión, dramatismo y verdadera pasión.

¿Y los análisis? En los bares, en la prensa y hasta en la tele, se veía que la gente entiende de fútbol, que lee prensa especializada, que tiene memoria, que se lo toma en serio y dedica horas a conversar sobre el asunto con cierto rigor. En cambio, miren los llamados “análisis” de las elecciones. Clichés, bobadas, extrapolaciones frívolas, distorsiones que olvidan la diferencia entre elecciones generales y europeas, obviedades y sal gorda y superficial. Se ve que la gente no tiene ni idea, que no lee ni los titulares, que no recuerda nada y que habla al buen tuntún.

En este fin de semana, para mí, sólo dos cosas han quedado claras.

Una: la superioridad manifiesta del fútbol sobre la política europea.

Dos: que siempre acaba ganando el equipo de los señoritos.

Incluso en la izquierda también han triunfado los señoritos y no la “gentuza de clase mucho más baja”.

Pues algo se aprende del fútbol, aunque le parezca raro. En cuanto vi a Aznar y a Florentino a partir un piñón en el estadio, lo supe: ganarán el Madrid y el PP. Así ha sido. En Francia también ha ganado la ultraderecha. Por la mínima y con un poco de ayudita de los árbitros, pero han ganado. Y eso que aquí todos éramos de izquierdas y del Atleti, como siempre, pero a la hora de la verdad, en la Comunidad de Madrid todo el mundo vota al PP y es merengue. Da mucho gusto ser de izquierdas, alternativo, solidario y apoyar al equipo con menos presupuesto, pero luego, cuando nadie está mirando, la gente vota al PP y suspira con alivió si el Madrid gana otra copa de Europa. Y eso que en una elecciones europeas, la poquísima gente que vota, lo hace por divertirse un poco y llenar el parlamento ese de ecologistas, defensores de las focas, herbívoros, ufólogos y antiguas concursantes de Miss Universo.

Qué fin de semana, la Copa europea y elecciones ídem. Con diferencias, claro, que nadie se ofenda: ya sé que el fútbol es una cosa muy seria, no como el parlamento europeo. Más diferencias: nadie se perdió la Copa, pero a las elecciones no acudió ni la mitad del electorado. Con la Copa en cambio hubo entusiasmo, tensión, dramatismo y verdadera pasión.