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Recópolis, la ciudad visigoda que coexistió con un profundo cambio climático

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Recópolis sigue desvelando poco a poco sus secretos. El enorme yacimiento, que alberga una ciudad visigoda de 33 hectáreas, lleva más de 30 años excavándose. Las últimas campañas han revelado novedades sobre las condiciones de vida de sus habitantes: aristócratas, altos funcionarios, clérigos, artesanos, campesinos, siervos y esclavos.

Fundada por el rey Leovigildo en el año 578 d.C. en honor a su hijo y posterior rey Recaredo, esta ciudad, que está ubicada en el término municipal de Zorita de los Canes, tiene la singularidad de que es la única ciudad de nueva planta que se funda por iniciativa estatal en todo el Mediterráneo y Europa Occidental entre el periodo que va de finales del siglo VI a principios del siglo VIII. “O sea, durante casi dos siglos, es un asentamiento único”, explica Lauro Olmo, catedrático de la Universidad de Alcalá y director científico e investigador principal de Recópolis.

Además, Recópolis posee la singularidad de tener el conjunto palacial, con sus edificios civiles, aristocráticos y eclesiásticos, de mayores dimensiones de todo el occidente europeo en los inicios de la Edad Media.

Olmo lleva varias décadas a pie de yacimiento, dirigiendo los trabajos a lo largo de sucesivas campañas. En la última, explica, las intervenciones realizadas han revelado que los ciudadanos de Recópolis sufrieron las consecuencias de un periodo de calentamiento a nivel global producido a partir del siglo sexto.

Condiciones que perturbaron al sistema agrícola y ganadero

Y es que gracias a proyectos del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación (PEICTI) y de los planes anuales de Investigación del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de Castilla-La Mancha los investigadores han podido definir el paisaje de Recópolis a partir de finales del siglo VI.

Así, han hallado que la vegetación evolucionó a un desarrollo de espacios abiertos, en gran parte de carácter estepario, que documentan la instalación de unas condiciones secas y más áridas que en otras fases, y con incendios que causaron una deforestación importante. En este sentido, el estudio que se está realizando de las semillas, conseguidas en el interior de la ciudad, confirma los resultados que estaban obteniendo con los análisis palinológicos (estudio del polen y las esporas) en los últimos 15 años: las condiciones de vida de Recópolis, de sus poblados y aldeas próximas, y de sus paisajes agrarios, fueron alteradas por esa etapa de incremento de temperaturas.

“Estamos hablando de variaciones climáticas que pudieron ser de dos grados”, explica Olmo. Eso causó una época “muy dura”. Tal y como refleja la investigación arqueológica y las fuentes escritas, ese periodo de cambio climático estuvo definido por sequías, inundaciones y malas cosechas. De esas condiciones tan extremas se derivaron hambrunas, epidemias de peste negra y plagas de langosta.

Esas condiciones perturbaron al sistema agrícola y ganadero de la ciudad visigoda: “Si la cosecha no se realiza en su momento preciso y hay que adelantarla, o si los pastos son de peor calidad, se resiente la producción agrícola y la cabaña ganadera, con evidentes consecuencias que afectaron a la producción de alimentos”, explica el catedrático de la UAH, que anticipa que se profundizará en estas conclusiones en un artículo científico en el que se encuentran actualmente trabajando de forma interdisciplinar varios expertos.

Todo ello plantea, según Olmo, la necesidad de profundizar en la investigación sobre la respuesta social que hubo ante este panorama para el que ya sabemos que supuso un evidente cambio en un paisaje peninsular ya diferente del de la anterior época romana. Un paisaje ahora definido por la magnitud del proceso de deforestación, la formación de dehesas, la apertura de nuevos campos para la actividad agrícola y ganadera, y la expansión de la ganadería extensiva. Cambios casi todos ellos que comienzan a manifestarse en Recópolis y que están permitiendo entender las formas de vida y necesidades de los habitantes de la ciudad y de todos los asentamientos campesinos relacionados con ella.

Un río Tajo cambiante

Otro de los hallazgos que han revelado los últimos trabajos realizados en Recópolis ha tenido como protagonista al río Tajo. Y es que este caudal de agua, en cuya ribera se sitúa el yacimiento, no siempre se ha situado donde está actualmente, sino que se ha ido alejando de la antigua ciudad.

“Siempre habíamos trabajado con la hipótesis de que tenía que haber un puente en el Tajo y un posible puerto fluvial. Para ello realizamos prospecciones por ambas orillas del rio y no los encontrábamos por ningún lado, ni una estructura que lo pudiera evidenciar. La solución vino dada cuando efectuamos análisis sobre la estructura del terreno y descubrimos paleocauces (cauces antiguos y abandonados) que indicaban que el río Tajo en época visigoda no discurría por donde lo hace en la actualidad”, detalla Olmo.

“El meandro pasaba más cerca de la ciudad y además dichos paleocauces estacionalmente se inundaban creando otros cauces menores alrededor, tal y como hemos podido comprobar en los sondeos realizados en la llanura aluvial bajo Recópolis”. ¿A qué se debe este cambio en el curso del Tajo? Olmo afirma que se debe a un proceso natural: “Los ríos tienen su vida. Van cambiando”.

“También puede ser”, teoriza el catedrático, que ese cambio sea otra consecuencia más del mencionado cambio climático, que trajo períodos de sequía, pero también “grandes inundaciones y procesos aluviales que cambiaron el curso de los ríos”, fenómeno que está comprobado para otras zonas de Europa en este periodo.

Aun así, el arqueólogo matiza que todavía no pueden confirmar de forma concluyente este aspecto. Por el momento, los investigadores solo saben que el río no transcurría por donde lo hace en la actualidad, pero queda todavía pendiente de resolver el misterio de por dónde fluía exactamente. “Estamos trabajando también en estos momentos para tratar de definir el curso del río Tajo”, concluye Olmo.

Los trabajos se reanudan en diciembre

Unos trabajos, los de Recópolis, que continuarán el próximo mes de diciembre, en los que se excavará el sector del complejo palacial situado entre los edificios civiles y la iglesia palatina. El objetivo es terminar de definir un edificio de los siglos XII al XIV, que se construyó sobre anteriores construcciones palaciales visigodas y realizar análisis arqueobiológicos de la totalidad de lo excavado. Asimismo, se continuará con el proyecto de levantamiento 3D de todo lo excavado y con la toma de muestras para efectuar las dataciones radiocarbónicas.