La Estrategia contra el Desperdicio Alimentario de Castilla-La Mancha se queda corta porque “no previene en origen”

Carmen Bachiller

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La Estrategia contra el Desperdicio Alimentario de Castilla-La Mancha “no previene en origen” sino que está “muy centrada en la redistribución de los alimentos potencialmente desechados”. Es uno de los comentarios realizado por la Fundación Espigoladors con sede en El Prat de Llobregat (Barcelona) al proceso de participación pública por el que Castilla-La Mancha ha pedido, durante el verano, opiniones sobre la futura estrategia regional.

Y es que, en su opinión, la prevención en origen es “primordial” para alcanzar el objetivo cuantitativo de la estrategia y, además, “el que supone una mejora más significativa en cuanto al ahorro de recursos económicos, ambientales y sociales”. Uno de los defectos que le ven a la propuesta del Gobierno regional es que el enfoque otorgado a los Planes de Prevención, “es, exclusivamente, el de recuperar alimentos para su redistribución”, pero sin medidas reales que frenen el desperdicio. Todas las empresas alimentarias y las entidades sociales deberían tener sus propio planes preventivos.

Este miércoles 29 de septiembre se celebra el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos que teñirá de color verde la iluminación en algunas ciudades de la región como Toledo. La Fundación Espigoladors es una entidad sin ánimo de lucro creada en 2014 que propone un modelo para luchar contra el desperdicio alimentario y las pérdidas alimentarias.

Aunque la entidad considera que la justificación y el alcance de la estrategia que se está diseñando son “adecuadas”, sugiere que se queda corta porque no contempla los eslabones de producción primaria, la transformación de alimentos y el comercio al por mayor.

También considera que el nombre de la Estrategia solo contempla el término “desperdicio” y no el de “perdidas”. En este sentido cree que “es importante introducir los dos conceptos para mostrar que las medidas que se proponen influirán en todos los eslabones de la cadena alimentaria”.

Además, afirma que el título también debería incluir el término “prevención”, pues es la acción “con más fuerza” para reducir las pérdidas y el desperdicio que reflejaría un posicionamiento más allá de la redistribución tradicional. “Es un concepto que, además, alineará la estrategia con las políticas y otras estrategias de ámbito europeo”. De ahí que propongan reformular el nombre para pasar a llamarse ‘Estrategia para la prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario’.

“Es insuficiente centrarse solo en los últimos eslabones de la cadena alimentaria”      

La fundación va más allá y también aporta sugerencias sobre la necesidad de generar “un espacio de gobernanza compartida donde todos los actores de la cadena agroalimentaria tengan voz”. Lo considera “importante” porque aportaría un enfoque integral de cadena agroalimentaria que es “imprescindible” para implementar, asegura, “soluciones eficaces y eficientes”. En este aspecto, sugiere que el espacio puede tener las funciones que se considere necesarias (propositivas, de gestión o de rendición de cuentas) e integrarse en el Observatorio que se define en la propuesta de Estrategia.

“Este espacio puede dar lugar a la creación de acuerdos voluntarios entre diferentes actores de la cadena agroalimentaria para generar conocimiento sobre las consecuencias que pueden tener ciertas acciones de prevención del desperdicio alimentario aplicadas en un eslabón determinado”.

La Fundación también critica que las medidas se centren, exclusivamente, en los últimos eslabones de la cadena alimentaria tales como el sector HORECA, la restauración colectiva o las casas particulares. “Por el contrario, en Castilla-La Mancha podemos encontrar actividad en todos los eslabones de la cadena agroalimentaria, por lo que centrar los estudios exclusivamente en las últimas resulta insuficiente”.

En su opinión, debe tenerse en cuenta al sector primario (cosecha y post-cosecha), la transformación, el sector de la gran distribución mayorista y la distribución minorista cuando se habla de desperdicio alimentario.

“El énfasis que se hace en los últimos eslabones de la cadena no permitirá entender las pérdidas y el desperdicio en su globalidad. Es probable, pues, que los estudios parciales conlleven la implementación de soluciones parciales”, apunta Espigoladors.

Hay que buscar las causas “directas e indirectas” de la generación de desperdicio, no solo en su impacto ambiental y económico

Otra de las aportaciones de esta entidad tiene que ver con los volúmenes del desperdicio. “No solo deberían centrarse en el impacto ambiental y económico” sino que, aseveran, “también deberían poner hincapié en las causas directas e indirectas de su generación”.

También sugieren “implicar a los propios actores en las cuantificaciones” y recuerdan que la Ley 3/2020, de 11 de marzo de 2020, de Prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario de la Generalitat de Catalunya, establece como obligación de las empresas de la cadena alimentaria, entre otras, la medida e información anual de la cuantificación de las pérdidas y el desperdicio.

Finalmente, se recomienda realizar estudios de volúmenes también en el eslabón de producción primaria y centrales/cooperativas/almacenes (post-cosecha). “De no ser así, las estimaciones de volúmenes de pérdidas y desperdicio alimentario a nivel de cadena agroalimentaria quedarían subestimados”.

Establecer una jerarquía en las prioridades de gestión del desperdicio

Además, creen que “debe primar la prevención de las pérdidas y el desperdicio y, en segundo lugar, su distribución para fomentar el derecho a la alimentación saludable”.

De hecho, sugieren una jerarquía de prioridades de la gestión. Primero la prevención y después la alimentación humana. A continuación, señalan, la alimentación animal, los usos industriales, el compost, el biogás, la valorización energética y, por último, su eliminación. “Esta es una pirámide jerárquica que podría seguirse”.

Evitar el “asistencialismo” a través de Bancos de Alimentos: “tiendas” y no “cestas”

En cuanto al apoyo que la estrategia sugiere para los Bancos de Alimentos creen que “debería procurar implementar modelos que escapen del asistencialismo”. Así, es importante buscar buenas prácticas de iniciativas que trabajen a partir de modelos de “tiendas” y no a través de “cestas”. Asimismo, apunta que “debe potenciarse que las donaciones de alimentos contengan alimentos frescos que permitan seguir una dieta saludable y sostenible”.

La estrategia también recoge el aprovechamiento de aquellos alimentos que, por diversos motivos como pueda ser su aspecto (por ejemplo un tomate que no sea bonito y brillante) puedan ser cosechados y aprovechados igualmente. Se trata de la cultura del espigamiento.

“Desde la Fundación Espigoladors, que desarrolla esta actividad desde el año 2014, se considera que es imprescindible que esta sea una actividad que esté regulada y que, además, sea obligatoria para todos los campos de cultivo”. Hablan de su “potencial”  de sensibilización y su capacidad de redistribución de alimentos frescos. “Es un modelo único para visibilizar las pérdidas que se dan en la pre-cosecha”.

Además, en el ámbito de la formación y sensibilización, la propia fundación ha realizado un estudio sobre el impacto del espigamiento entre sus voluntarios (personas consumidoras). Buena parte del voluntariado indica que el espigamiento les ha permitido ser más conscientes del valor del sector primario, los espacios agrarios y el consumo de proximidad; o ser más sensibles respecto al desperdicio que se produce en sus hogares con mayor voluntad de reducirlo y también tienen mayor consciencia de las causas de las pérdidas de alimentos en el campo.

Falta dotación económica y recursos humanos formados

La Fundación cree que, si se establecen medidas de carácter obligatorio, será imprescindible trabajar en un método de seguimiento que tenga carácter sancionador“.

Y no solo eso, creen “importante” que la normativa que desarrolla la Estrategia incluya una dotación económica y de recursos humanos para gestionar las políticas y planes de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario.

También sugieren definir cuál será el organismo independiente y/o multiactor responsable de evaluar el sistema de indicadores generado, para evaluar el progreso hacia la obtención de los objetivos de reducción de las pérdidas y desperdicio alimentario definidos con prioridad.

Por otro lado, explican que la estrategia debería contemplar también la formación del sector primario que, reconocen, “si bien es complicado que se enfoque a la prevención de determinadas pérdidas, podría incluirse en la generación de nuevos modelos de negocio (transformación y/o venta a circuito corto)”.

También, dicen, “debería hacerse formación a otros sectores como el de la distribución mayorista y la transformación, que actualmente no están contemplados”.

Innovación desde la perspectiva de la economía circular e incentivos fiscales

En sus aportaciones también se habla de innovación empresarial sostenible. Y creen que debe hacerse “desde la perspectiva de la economía circular. Se debe apoyar a las nuevas iniciativas de la economía social y cooperativa, o fomentar el cambio de modelo hacia uno más sostenible”.

La última de las sugerencias tiene que ver con la cooperación que también critican que, de nuevo, se centre en la redistribución. “La cooperación se podría entender también como un mecanismo que permita generar nuevos modelos empresariales o productos compartidos”.

Así, en su opinión, los acuerdos institucionales que se proponen en este eje trabajan en esta línea, pero no lo hacen de forma multisectorial y, por lo tanto, “dificultan la posibilidad de generar proyectos conjuntos”.

En este aspecto creen que “la cooperación entre actores de todos los eslabones de la cadena puede dar lugar a acuerdos voluntarios de colaboración para alcanzar los objetivos de reducción del desperdicio alimentario” y además fomentar su responsabilidad compartida y generar soluciones

Espigoladors habla también de incentivos fiscales. “Se podrían incluir también para las entidades que realicen la donación de alimentos y, especialmente, para los agricultores y agricultoras que colaboren con la actividad de espigamiento”.