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En el acto institucional por el que tomé posesión el pasado mes de julio como presidente de Castilla-La Mancha quise dar la palabra a algunos ciudadanos de la región y entre ellos recuerdo especialmente a Estefanía, una joven con síndrome de Down. Aquello fue un gesto simbólico con el que pretendía lanzar un doble mensaje: la disposición a escuchar, además de a hablar; y la atención social y de recursos públicos que merecen las personas con capacidades distintas.
Un buen indicador de la salud de una sociedad avanzada como la española es comprobar la manera en la que trata a las personas dependientes o con algún tipo de limitación en sus capacidades. La reciente crisis y su gestión no nos permite ser muy optimistas pues a menudo el foco en el ajuste contable ha dejado en la penumbra a las personas. Aunque debemos reconocer que hemos avanzado, en percepción social y recursos, hay que ir más lejos.
Este 21 de marzo se conmemora el Día Mundial del Síndrome de Down, jornada reconocida internacionalmente hace únicamente cuatro años, fecha en la que Naciones Unidas quiere destacar este 2016 los beneficios de los entornos sociales –“Mis amigos, mi Comunidad” es el lema- para la inclusión de los niños de hoy que serán los adultos de mañana.
Por mis responsabilidades políticas y también por relaciones personales he tenido y mantengo contacto con personas con síndrome de Down que siempre sorprenden por su cercanía y la espontaneidad de sus afectos.
Desde el punto de vista de la actuación del Gobierno regional, en estos primeros meses hemos puesto el acento en ir progresivamente completando la red regional de centros de atención temprana, que permitan dar una respuesta ágil y con el mayor margen temporal posible a los niños que viven cualquier tipo de discapacidad.
Este tipo de centros requieren la coordinación y la intervención integrada de diversos servicios sociales, y mi compromiso es extender la red a lo largo de la legislatura hasta cubrir el último rincón de la Comunidad, fortalecimiento de los recursos públicos que deben permitir el incremento del apoyo a familiares y cuidadores, pues siempre es este entorno cercano el que lleva el mayor peso y el que más sufre las carencias o desinterés del Estado.
Es necesario luchar contra la exclusión, contra las actitudes negativas hacia el diferente, y acompañar el discurso con recursos: en atención temprana, educación inclusiva, inserción laboral siempre que sea posible, y apoyo a familias y organizaciones.
Lo peor en cualquier caso es la indiferencia, muchas veces fruto del desconocimiento, por lo que siempre son bienvenidas estas jornadas internacionales dedicadas a poner en primer plano una causa social y justa, con el fin de ir avanzando hacia una sociedad que integre al diferente, sea por causas naturales o sociales.
Todos tenemos distintas capacidades, todos merecemos el derecho a desarrollar nuestro potencial y autonomía personal, todos formamos parte de la sociedad en Castilla-La Mancha.