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Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.

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La vecindad ocupada

La ocupación, un fenómeno a debate

Isabel Ralero. Antropóloga y mediadora comunitaria.

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“Pedro lleva a su amigo Miguel hasta su coche porque se había quedado sin batería. Le ayuda a ponerlo en marcha con sus pinzas y se despide de él marchando hacia su casa, un chalet ubicado en un pueblo de Toledo que fue objeto de la especulación inmobiliaria tiempo atrás y que ahora tiene un importante número de vivienda vacía. Él y su familia lleva años viviendo allí, y viendo cómo las dos casas que tiene a ambos lados se quedaban vacías. Recientemente en cambio han sido ocupadas por familias que con anterioridad residían en un histórico asentamiento ilegal.

Pedro llega esa tarde a su casa, se pone cómodo para relajarse… Y enseguida su mujer le dice que ha llamado a la puerta la guardia civil pidiendo ayuda. Nervioso, sale a ver qué pasa. Resulta que la pareja de la Guardia Civil que están haciendo guardia en zona cercana para velar por la integridad de una mujer víctima de violencia de género, se han quedado también sin batería en su vehículo. ¡Otra vez a sacar las pinzas! Pero a la vez que Pedro, salen también a ayudar los otros vecinos en situación de ocupación. Pedro mira el corrillo tan variopinto que se ha montado enfrente de su casa y piensa en qué situación más rara está viviendo: un guardia civil lleno de tatuajes y su compañera están siendo ayudados por dos gitanos ocupas y un vecino despistado que, a pesar de hacer lo mismo con otro amigo hacía un rato, lidiando con el cuerpo no era capaz de ello.

La situación surrealista continúa y se complica. Uno de sus vecinos se ve obligado también a sacar su maltratado coche rojo para probar… Y en el proceso cae calle abajo con la puerta abierta, que choca con la caseta de la luz y se la arranca. Pedro piensa que seguramente su vecino gitano estará pensando: “esto me pasa por ayudar a un guardia civil”, y no se equivoca, porque después se lo confesará. También piensa en lo relativo que es todo esto de los prejuicios… Porque dos días antes, su vecino Enrique, votante acérrimo de Vox, había llegado tarde y mal a casa y su mujer no le había permitido entrar. Y fruto de la borrachera que llevaba, había acudido en busca de ayuda a su otro vecino gitano, que tiene muy buena relación con ella además de dotes de mediador. Lo mejor de todo es que gracias a él pudo volver a entrar en casa ese día. 

Pedro reflexiona sobre todo esto y se ríe a carcajadas. Se acuerda además de que el día anterior en la pescadería había comentado con otro señor mayor que las ocupaciones de las propiedades de los bancos no eran el problema. Que el temor viene más bien por si un día salías de casa y al volver te la habían ocupado. Pero estaban ambos de acuerdo en que eso no era lo que pasaba en su pueblo. Pero pasar pasa, porque sale en la tele, y los de los seguros lo dicen… Debe ser verdad.

Comparte estos pensamientos con sus vecinos una vez que la guardia civil puede marcharse y otra pareja los reemplaza. Sus vecinos ocupas reconocen que tampoco conocen a nadie que haya ocupado una vivienda de esta forma, con gente viviendo dentro. Expresan que efectivamente, se eligen viviendas de bancos, y que ellos nunca se hubieran metido en una casa de un particular, sea payo o gitano. Y deciden echarse unas cervezas juntos y reírse, seguir riéndose de esta vida que a pesar de lo difícil que resulta a veces nos permite convivir con algún momento de normalidad“.

Que esta historia se haya producido en algún lugar de La Mancha y como tal se haya narrado no quiere decir que no exista la delincuencia, las mafias, los abusos, las dificultades. Sin duda forman también parte del mapa de la ocupación y todo eso requiere de respuestas que aseguren derechos fundamentales para todas las personas. Pero por lo que parece, también hay gente sin casas y casas sin gente. Y gente con hipotecas y gente sin acceso a ellas que a pesar de las diferencias asumen de manera parecida incertidumbres y creencias. Sin duda, existe la necesidad de ocuparse de la ocupación.

Pero no perdamos de vista que en medio de todo esto también se pueden compartir momentos de vecindad y cotillear sobre los problemas matrimoniales que tiene el vecino de Vox, que a pesar de las cositas que dice algunas veces, luego resulta que también es buena gente y pide ayuda como todo el mundo.

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