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Ana Afzali, historiadora: “La guerra civil silenció y separó a mi familia”

Gonzalo Pando en Trijueque (Guadalajara)

Carmen Bachiller

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En marzo de 1937 las tropas fascistas italianas querían dar una lección a Franco sobre cómo ganar rápido una batalla para hacerse con la guerra civil que había comenzado en España casi un año antes. Pero en el municipio de Trijueque, dentro la llamada ‘Batalla de Guadalajara’, el plan se les terminaría atragantando.

Fue un momento crucial de la guerra civil española. Allí estaba Gonzalo Pando Rivero (Villaviciosa, 1899- El Escorial, 1937), un médico convertido en militar. Su historia la hemos conocido a través de un libro titulado ‘Gonzalo Pando Rivero. De médico a comandante republicano de la guerra civil española’ (Amazon, 2022). 

Lo firma su sobrina-nieta, Ana Afzali en una edición en la que ha colaborado también su prima María Isabel Pérez Lorenzo. Relata cómo en la noche del 11 al 12 de marzo, Enrique Líster, jefe de la XI División de las tropas republicanas reunió a los jefes y comisarios de brigada en la cercana localidad de Torija. Había recibido órdenes de defender la zona de esta parte de Guadalajara a menos de 100 kilómetros de Madrid, pero se decidió que la mejor forma de hacerlo era la ofensiva. 

La novena brigada dirigida por Gonzalo Pando, apoyada por otros efectivos terrestres además de la aviación republicana desarrolló plan de ataque a lo largo de la carretera de Francia -hoy A-2- contra el llamado ‘bando nacional’. A las 12 de la mañana recibieron el ataque sorpresa de los hombres comandados por Pando. “Los italianos tenían instrucciones de seguir avanzando y no habían construido fortificaciones”. Su derrota fue efectiva pocas horas después con la retirada de las tropas italianas que abandonaron buena parte de su material de guerra en mitad del barro debido a las intensas lluvias.

“El 13 de marzo de 1937 fue un día importante para Gonzalo Pando”, señala Ana Afzali, porque se había logrado detener el avance fascista hacia Madrid, prolongando la guerra dos años más. “España no será nunca una colonia fascista”, les dijo Pando a sus hombres en una carta. Se equivocó.

Esta historiadora y doctora en Filología Española por la UCLA, la Universidad de California con sede en Los Ángeles, vive en Estados Unidos. Forma parte de una amplísima familia -Gonzalo Pando tenía 15 hermanos y hermanas- que está descubriendo ahora una densa historia de historias que cambió para siempre con la guerra. “Daría para una o varias series televisivas”, bromea.

Todo comenzó con viaje desde Oviedo para realizar el Camino de Santiago en 2017. “Quería conocer la tierra de mis ancestros. Al regresar a casa recibí la llamada de un desconocido primo segundo, Luis Silva Pando. Me dijo que mi abuela había tenido 15 hermanos. Yo no había oído hablar jamás de ellos. Fue quien me habló del papel de mi familia en la guerra civil. Unos en el bando republicano y otros en el nacional”. Comenzó a investigar sobre todos ellos en 2020. Experta medievalista, era la primera vez que buceaba en la guerra civil “de forma íntima” y asegura que “ha sido una experiencia dolorosa pero bonita”. 

Cuando la pandemia le obligó a cancelar un nuevo viaje profesional a España para Smithsonian Journeys, una división del Museo Smithsonian de Estados Unidos, decidió aprovechar el tiempo. Los dos años de la emergencia sanitaria dieron para mucho. Documentó y escribió ‘Los hermanos Pando Rivero. Historia de una generación’, un compendio para consumo familiar interno porque, como ella misma confiesa, “en muchos casos no tenían ni idea de estas historias silenciadas sin duda durante la dictadura”.

Como la de José Pando Rivero, farmacéutico en Badajoz. “Cuando llegaron los franquistas escondió todo el aceite de ricino. Todos sabían lo que se les hacía a las mujeres. Alguien se chivó. Detuvieron a su mujer que estaba embarazada mientras le localizaban. Le enviaron a Campillo de Ranas, en Guadalajara, donde vivió en la miseria más absoluta. Murió en terribles condiciones en las cárceles franquistas”.  

O la de Luis Pando Rivero, juez en Vilagarcía de Arousa, en Galicia, detenido en 1936 y fusilado por el bando franquista. “Escribió una carta de despedida a sus hijas de 12, 6 y 2 años e irónicamente llegó un indulto un día después de ser fusilado. Y por eso ni siquiera aparece en los listados como fusilado, sino como desangrado”.  

Muchos perdieron su voz durante una dictadura que duró 40 años. Eso no significa que fueran los malos. Solo tenían otra ideología. Yo quiero devolvérsela. Fueron buenas personas que dieron todo por su país, todo

En mayo de 2022 más de 70 miembros de los hermanos Pando Rivero se citaron en Santiago de Compostela. No se conocían, pero cada uno de ellos llevó un colgante con el retrato de su abuelo o abuela. Se encontraron en el edificio de la banca que había fundado el tatarabuelo de Ana Afzali a mediados del siglo XIX, en la plaza de Cervantes. “Leyeron las historias que escribí de todos sus tíos-abuelos, aunque no las publiqué. Para mí ha significado muchísimo. Les dije que mi intención era darles voz y unirles de nuevo”.  

Y es que, lamenta, “muchos perdieron su voz durante una dictadura que duró 40 años. Eso no significa que fueran los malos. Solo tenían otra ideología. Yo quiero devolvérsela. Fueron buenas personas que dieron todo por su país, todo”. Y sostiene que “las nuevas generaciones necesitan conocer sus historias para que los errores no vuelvan a repetirse”. Fue entonces cuando surgió la idea de escribir el libro “Creí que era una gran deuda con él, aunque en realidad las historias de los 16 hermanos son increíbles. He llegado a tener conversaciones con Netflix”. 

La biografía de Gonzalo Pando Rivero, de origen asturiano, ofrece un acercamiento íntimo y detallado a la vida del médico que cambió el bisturí por la escopeta en julio de 1936. Llegaría ser comandante en la XI División del general Enrique Líster, líder del Partido Comunista Obrero Español (PCOE). “Era un momento en el que el partido buscaba líderes. No había mucha gente con formación”, apunta. 

Gonzalo Pando Rivero había nacido en Villaviciosa (Asturias). Tras realizar sus estudios en Santiago de Compostela, “el lugar al que se había mudado la familia para que estudiaran los varones”, ejerció “en varios pueblos españoles de Navarra, Alicante y Guadalajara donde fue testigo del caciquismo y de cómo se trataba a los trabajadores. Ayudó a la gente a formar sindicatos”, recuerda su sobrina-nieta. “No era leninista, pero utilizó el comunismo como marco de justicia social”.

De clase media acomodada, se había casado con una prima carnal, la hija del fundador del Colegio de Médicos en Madrid, Asunción Pando Baura a la que conoció tras romper con el escritor Ramón J. Sender. A Gonzalo Pando el estallido bélico le pilló en Rascafría, en la sierra norte madrileña.

 “Me interesan sobre todo las historias humanas durante la guerra”, relata la historiadora. El libro reproduce, por ejemplo, conversaciones que Pando tuvo con soldados de ambos bandos. Ana Afzali asegura que huye de debates políticos o ideológicos en un texto concebido inicialmente como novela histórica que “se convirtió en una investigación en toda regla”.

“He podido hablar con un señor de 97 años en Rascafría que se acordaba de Gonzalo Pando. Me contó que lo último que hizo como médico fue traer al mundo a su padre al que le dijo que se iba a la montaña porque no podía consentir que un golpe de Estado diera al traste con su trabajo”.

Pando fue herido en la batalla del Jarama, pero sobrevivió para llegar hasta la de Brunete en julio de 1937. “Estuvo al frente del batallón Thälmann”, explica, al referirse al grupo formado por alemanes antifascistas, dentro de las Brigadas Internacionales, llamado así en honor al líder comunista alemán Ernest Thälmann (1886-1944), preso en una cárcel alemana desde marzo de 1933. Participó en numerosos episodios, como relata su sobrina-nieta. “En Toledo estuvo defendiendo el Palacio de la Sisla”, convertido hoy en una ruina. Los legionarios y regulares lo habían ocupado, pero el 11 de mayo de 1937, durante el contraataque republicano, las fuerzas del comandante Gonzalo Pando expulsarían a los ocupantes del caserón.

La investigación de Ana Afzali ha desvelado que Pando fue ametrallado el 25 de julio de 1937 durante la Batalla de Brunete. “Fue el mismo día que la periodista Gerda Taro. Ambos fueron trasladados al hospital de El Escorial. Ella murió pocas horas después, pero mi tío-abuelo vivió malherido hasta el 31 de julio”.

“La democracia es mucho más frágil de lo que pensamos”

La historiadora cree “importante” que “se sepa todo, lo de uno y otro lado, para ayudar a sanar este país. En mi familia hubo gente en los dos bandos”. Para Afzali “esta guerra no fue de blanco y negro. Hubo mucho gris. Y lo que quiero es mostrar que al final la guerra no ayuda a nadie. La guerra civil española silenció y separó a la familia Pando”. 

La profesora lamenta la polarización de entonces y también la que hoy está vigente en el mundo. Dice que “es un momento muy complicado” que también aplica a su país de residencia. “Vivo en California y allí esa polarización existe como no he visto en mi vida. Cuando escribía el libro pensé en las similitudes entre la guerra civil española y lo que ocurría en Estados Unidos, políticamente hablando: puse la tele un 6 de enero y se había tomado el Capitolio”.

“Creo que la democracia es mucho más frágil de lo que pensamos. Lo que pasó en los años 30 puede volver a repetirse y no nos lo podemos permitir”, afirma, porque “hay otros problemas más urgentes como el calentamiento global o la pobreza”.

También explica cómo algunas personas le han mostrado sus dudas sobre las leyes memorialistas. “Me han llegado a decir que un republicano puede buscar a sus familiares, pero si lo hace un nacional, no le hacen ni caso. Hombre, tuvieron 40 años para hacerlo. Nosotros no”. 

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