Violencia económica, otra forma “invisible” de agredir a las mujeres

“Me he gastado 300 euros en los materiales. Me tendrías que aportar algo, que también son tus hijos”, escribe la mujer. “Suerte”, le responde su expareja. “Esto también es violencia, es un maltratador. Esta respuesta sólo la puede escribir un maltratador”, explicaba la directora del Instituto de la Mujer, Pilar Callado, en la primera de las ponencias programadas dentro de la iniciativa ‘Distintas dimensiones de la violencia económica’, impulsada por la Universidad de Castilla-La Mancha para conmemorar el Día Internacional de Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el próximo 25 de noviembre.

Junto a la vicerrectora de Estudiantes y Responsabilidad Social, Ana Carretero y los decanos de Ciencias Jurídicas y Humanidades, la directora del Instituto de la Mujer repasó las distintas dimensiones que puede adoptar esta forma de violencia de género, que “se llama así porque simplemente es contra nosotras, sólo por ser mujeres”. Pilar Callado, destacó que son muchas las formas que este tipo de agresiones, y que así se ha querido mostrar en la Ley por una Sociedad Libre de Violencia de Género, aprobada durante la anterior legislatura. En particular, explicó que la económica es una violencia “invisible” y que incluso parece estar “aceptada” por parte de la sociedad.

“Lo que hace la violencia económica o patrimonial, es que la mujer maltratada se ve aislada de la sociedad”, explicaba Callado, que destacó que se puede dar dentro de la pareja o también fuera de ellas. Este tipo de agresiones se puede ver “en el momento en el que el hombre le prohíbe a la mujer gastar el dinero, o le dice en qué debe hacerlo”, o cuando diga, “dame ese dinero porque yo lo controlo”, o, incluso, al “manipular” a la mujer para que le entregue su sueldo. “Si te separas, quedas sin dinero y no puedes llevar una vida normalizada. Es esto lo que vemos cuando le pide dinero al hombre y él dice ‘suerte’”, recalcó. En estos casos es cuando se observa otro de los aspectos de esta violencia, que es el que afecta también a hijas e hijos de la pareja.

La situación, continuó la directora del Instituto de la Mujer, obliga a la mujer a quedarse en un “círculo social muy reducido”, al verse “aisladada” debido a múltiples “triquiñuelas” que llevan a cabo los hombres, como “cobrar en negro, no tener nada de valor a su nombre”. “Incido en que el problema de la violencia económica es que no sólo es contra las mujeres, sino también hacia hijas e hijos”. Por eso, Callado pidió al alumnado que seamos “conscientes” de hasta dónde puede llegar la violencia de género, destacando la importancia de actividades como este tipo de debates dentro del ámbito universitario.

“No podemos hablar de violencia doméstica”

La vicerrectora de Estudiantes y Responsabilidad Social, Ana Carretero, hizo especial énfasis en que la violencia de género no se da en el ámbito privado, sino que es un problema de carácter público. “La violencia se ejerce de manera sistemática y tiene un perfil estructural. Estamos en una lucha de la sociedad en su conjunto para revertir una situación de injusticia y desigualdad. Por eso, no podemos hablar de violencia doméstica, no puede ser sinónimo o equivalente a la violencia de género”, afirmó la docente.

Carretero explicó que la violencia económica supone una “privación de recursos intencionada y no justificada”, a pesar de que puede aportar bienestar físico y psicológico a las hijas e hijos de la mujer afectada. “Hablamos de limitación, de privación, de discriminación de los recursos patrimoniales o de derechos económicos”, señaló. La vicerrectora recordó que existen una serie de derechos, incluso en el caso de un divorcio, como pueden ser las pensiones de alimentos, o las pensiones compensatorias para la ex cónyuge, todas dentro del marco jurídico.

“Todos hemos oído lo de ‘se ha quedado con los hijos y la casa y lo ha dejado sin nada. Pero no es así: la mujer se queda con la casa porque se ha quedado con la custodia de los hijos. Si no, no se queda con la casa”, recalcó. Si no se pagan estas pensiones, concluía Carretero, se agrede la autoestima de la mujer afectada: “el control económico es otro método de sometimiento”.