Los tres presidentes de Estados Unidos que visitaron la provincia de León
Es mera anécdota, pero no por ello menos interesante. Al menos tres presidentes de Estados Unidos, que se sepa, han visitado la provincia de León en la breve historia de aquel país. Los dos John Adams, padre e hijo (Quincy), a finales del siglo XVIII antes de serlo; y el magnate de los cacahuetes Jimmy Carter, doscientos años después –como expresidente un cuarto de siglo después de haberlo sido– cuando se acababa el siglo XX y el segundo milenio.
En el caso de los dos primeros, el viaje tuvo que ver con el cometido de John Adams, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos de América, como embajador en Europa del nuevo país que acababa de conseguir su independencia de la Corona Británica en su Guerra de Independencia. Un personaje fundamental para aquella nación que inició las Revoluciones Liberales junto a nada menos que Benjamin Franklin, Alexander Hamilton, John Jay, Thomas Jefferson, James Madison y George Washington.
Se trajo a sus hijos, John –de segundo Quincy, como la ciudad originaria de los Adams; nombrada así en honor de su abuelo materno– de doce años y Charles de nueve; y desembarcaron en Ferrol, recorriendo España hasta el País Vasco dejando algunas notas de cómo era nuestro país y nuestra provincia en aquellos tiempos. El Congreso Continental de los Estados Unidos de América le envió a Francia a finales de 1779, aliada en su Guerra de Independencia, como embajador. Y como su fragata Sensible sufrió una singladura dificilísima, arribó el 9 de diciembre a Ferrol. Un puerto seguro porque también el Reino de España era un fiel aliado contra los ingleses y el buque que le transportaba no podía llegar en condiciones a su destino: Le Havre, cerca de París.
De allí se dirigieron a Francia y prácticamente usaron el Camino de Santiago para llegar al país galo. Salieron el día de Año Nuevo de 1780 y pasaron por O Cebreiro, Villafranca del Bierzo, Camponaraya, Cacabelos, Ponferrada, Astorga, León, Mansilla de las Mulas y Sahagún para seguir por las tierras de Castilla hasta el País Vasco. Tardaron 11 días en llegar a la frontera.
El viaje por el Bierzo
Como explica InfoBierzo.com, el que sería segundo presidente de USA tras George Washington –de hecho fue el primer vicepresidente– su primera parada en la provincia fue Villafranca del Bierzo, en la Comarca del Bierzo. Describe por primera vez en la península, “una excelente carretera”, y los sorprendentes campos de cultivo de grano en las montañas, lo cual despierta su admiración tras haber reconocido en sus escritos la decepción de estas infraestructuras en la provincia gallega. En su diario describe que en la Villa del Burbia hay tres iglesias parroquiales, un convento de hombre y uno de mujeres; y un antiguo castillo de ladrillos construido en tiempos feudales. Sin embargo, seguía quejándose por las diferencias que encuentra entre España y su país.
“Las casas son lo mismo en todo el país. Un país hasta el momento con habitaciones comunes para hombres y bestias, los mismos agujeros humeantes y sucios. No he visto una sola casa decente desde la Coruña”, escribe.
El 2 de enero de 1780 llegan a Ponferrada. “Pasamos por varios pueblos y por puentes y ríos. Pasamos Camponaraya, Cacabelos y Ponferrada, donde cenamos. El país se vuelve más suave”, rezan sus escritos. El siguiente día, la cabalgata formada por dos coches de postas se detuvo en Bembibre, “aldea siete leguas más allá de Villafranca del Bierzo”.
Aquí se puede leer [en inglés] su Diario a su paso por la comarca berciana.
Maragatería y León
El 4 de enero Adams y sus hijos llegan a la Maragatería y destaca que su discurso tras las noches en El Bierzo cambia, comienza a ser más amable y mostrar interés por las diferentes costumbres de la zona. De los maragatos destaca su original vestimenta, la variedad los adornos de las mujeres.
“Encontramos camas limpias y sin pulgas por primera vez en España. Caminé por la ciudad, rodeando las murallas, que son muy antiguas. Vi la Iglesia Catedral, que es la más magnífica que he visto en España”.
En el repositorio universitario Dialnet se puede descargar un artículo de Roberto Fuentes Manjón en el que se matizan las palabras de Adams sobre Astorga. “El idílico cuadro que ha pintado de Astorga se desdibuja un poco cuando describe a la mujer maragata, apareciendo su vena irónica y maliciosa, al comentar:'Vi a varias mujeres maragatas, tan guapas como las indias, y mucho más repugnantes adornadas con crucifijos, rosarios y cadenas alrededor de sus cuellos y pendientes y anillos de plata, latón y vidrio'. Sorprende este comentario racista en John Adams, que fue precisamente el único de los Padres Fundadores que se negó a tener esclavos”, destaca su autor.
“En Astorga será también donde tome la decisión de viajar por el norte hacia Francia –completando así el Camino de Santiago pero en sentido inverso– cuando lo más recomendable sería haberlo hecho a través de Madrid al poseer mejores medios de comunicación”, continúa Manjón.
Sorprende que le gustara más la Catedral de Astorga que la de León (que ciertamente no mostraba la imagen de hoy en día sino mucho más barroca). Dejamos aquí en cursiva parte del interesantísimo artículo de Roberto Fuentes en Argutorio:
En León visita la catedral, destacando su belleza, pero sin igualar, en su opinión, a la de Astorga, asistiendo a una misa dedicada al rey, de la que resalta la belleza y riqueza del ritual (Adams, J. & Butterfield 423, Vol. II).
Después de visitar la ciudad de León aprovecha su viaje de Sahagún a Paredes de Nava para resumir su pensamiento sobre los males de España y sus orígenes, tratando de encontrar las causas de la pobreza y el atraso del país. Un país en el que las aldeas están todas construidas de barro y paja. No tienen ni madera ni piedra. Todos parecen decadentes.
Cada aldea tiene bastantes iglesias y conventos para arruinarla a ella y todo el país alrededor, para alcanzar la conclusión final: “Los tres juntos, la Iglesia, el Estado y la Nobleza, esquilman a la gente hasta un nivel que no veo la posibilidad de encontrar una miseria más profunda. Las incomodidades que sufre, su negativa actitud y los rigores del invierno castellano convierten este viaje en una pesadilla para John Adams”.
A su llegada a Burgos, resume su frustración, haciendo una sombría valoración de esta experiencia, diciendo: “Hace veinticinco años que he estado viajando, casi constantemente. Y a menudo he sufrido severas pruebas y grandes penurias, frío, humedad, calor, fatiga, mal descanso, sueño, mala comida, etcétera... pero yo nunca he experimentado algo como este viaje. Cada persona en el grupo está acatarrada. Avanzamos estornudando y tosiendo, como si estuviéramos en mejores condiciones para ir a un hospital que para viajar por carretera” (Adams, J. & Butterfield 426-427, Vol. II).
Sólo ha transcurrido un mes desde su llegada al Ferrol y ya se puede observar el sentimiento de amargura e impotencia así como el tono crítico que había marcado toda la narración desde su llegada a España para iniciar un viaje que no había sido planeado y que nunca deseó hacer.
En octubre de 1781 el Ejército Continental de George Washington venció a los ingleses en el sitio de Yorktown, ayudado por la Armada Española y la Marina Real francesa que los bloqueaban. Adams se quedó hasta la firma del Tratado de París en 1783 que certificó la independencia de su país del Reino Unido.
El anti hispanismo de Adams
De todas maneras, Adams, por muy defensor de la Libertad y los Derechos del Hombre que fuera –aún rechazando la esclavitud, algo muy raro en aquellos tiempos–, era un tipo singular y muy difícil. Luchó por la independencia de su país contra los ingleses... pero tampoco es que fuera amigo de los franceses (de hecho, en su segunda etapa de embajador a finales de siglo se ponía más del lado del monarca británico que de los galos que le habían ayudado) y tenía una muy mala imagen del mundo hispánico.
De hecho, Manjón comenta cómo “quedó sorprendido de la cantidad de pordioseros que encontró en el viaje que realizó a través de Francia en 1778. También se haría eco de la situación de explotación de la clase obrera en Londres o París. Por ellos, sentiría, como señala Handler, una mezcla de compasión y temor, pero por la pobreza que contempló en España, sólo crítica y desprecio, al contemplarla como resultado de la incapacidad del pueblo español para adaptarse al mundo moderno”.
En esencia era un WASP (White, Anglosaxon and Protestant: blanco, anglosajón y protestante) y un hombre muy ambiguo que defendía la Revolución para su incipiente nación, pero no en Europa y mucho menos en la América Española. Un personaje desconcertante y ambiguo, lo que le granjeó muchos enemigos e impidió que repitiera como presidente en un segundo mandato tras 1801. Además, su labor como embajador fue bastante poco, por decirlo así, efectiva. No sabía francés, el idioma diplomático de la época.
La visita de Jimmy Carter a León
El tercer presidente de los Estados Unidos de América que conoció León fue Jimmy Carter. Estuvo en la ciudad el 4 de octubre de 1998. Muchos de los que le vieron no llegaron a darse cuenta de quién era: parecía un turista normal de un estado sureño estadounidense (eso sí, rubio y de ojos azules y con la sonrisa esa que recuerda a la sempiterna de los mormones, aunque el sea Bautista); vamos, un viejín majete estadonidense de 73 años.
Sólo estuvo una jornada en un viaje personal con su familia y de forma muy discreta. “Aunque le dio tiempo a degustar la rica gastronomía leonesa y visitar los monumentos más emblemáticos”, según contaban los periódicos.
“En medio de un discreto dispositivo de seguridad, Carter y su familia se alojaron en la suite real del parador de San Marcos y recorrieron el casco antiguo, incluida la farmacia Merino en la Calle Ancha, que el ex presidente norteamericano quería conocer por aparecer en varias guías”, indican en este artículo del Diario de León.
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