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El divorcio anunciado entre la Fundación Princesa de Girona y la ciudad de Puigdemont

Puigdemont y el rey Felipe, hace un año en la inauguración del MWC

Pau Rodríguez

El día que el rey Juan Carlos I anunció que abdicaba en favor de Felipe, el 2 de junio de 2014, el entonces alcalde de Girona, Carles Puigdemont, convocó una junta extraordinaria en el Ayuntamiento para trasladar un mensaje a los partidos. Les trasladó que no había el “consenso mínimo” ni la “voluntad mayoritaria” para que Leonor sea reconocida como Princesa de Girona, en la que era una muestra más de cómo el proceso soberanista estaba mellando las relaciones del consistorio con la Casa Real y, por extensión, con la Fundación Princesa de Girona, un distanciamiento que ha vivido un punto de inflexión con los hechos del 1 de octubre. Desde entonces, el consistorio ya lo reconoce abiertamente. “Las relaciones se han deteriorado”, certifican fuentes oficiales.  

Aquellas palabras de Puigdemont se tradujeron en una moción que rechazó que Leonor ostentara este título (con votos de CiU, CUP e ICV-EUiA), un mero gesto teniendo en cuenta que es la Constitución la que regula su herencia. Pero desde entonces se han sucedido varios episodios que han enfriado las relaciones del consistorio y otros sectores sociales de la ciudad con esta Fundación creada en 2009 para fomentar la emprendeduría juvenil. El último, la negativa de ceder a la entidad el Auditorio para que celebraran allí, como cada junio, la entrega de los premios FPdGi a la que acude siempre el rey. 

La teniente de alcalde Glòria Plana argumentó que la decisión respondía a que el equipamiento estaría en obras por esas fechas, pero añadió: “No creo que a la mayor parte de la ciudadanía le doliera que el evento se fuera de la ciudad; para nada sería un problema”. Ante esas palabras, fuentes de la Fundación aseguran sin embargo a eldiario.es que respetan la decisión, que están buscando un espacio alternativo y que no se plantean abandonar Girona. 

El 1-O y la salida de la Cámara de Comercio

Hasta el 1-O, y pese a las declaraciones políticas contra la Casa Real desde el consistorio, las relaciones institucionales se mantuvieron cordiales. Sin ir más lejos, en la última entrega de premios, en junio de 2017, coincidieron el rey Felipe, Carles Puigdemont –que como presidente de la Generalitat era Vicepresidente de Honor de la Fundación– y la alcaldesa convergente Marta Madrenas. Pero esto no volverá ya a suceder: sea donde sea que se celebre el acto, Madrenas prometió que no volvería a participar en actos junto al rey tras escuchar su discurso del 3 de octubre. De hecho, el monarca ha sido declarado 'persona non grata' por el pleno municipal. 

Pero más que el distanciamiento de la Fundación con el consistorio, que no es parte del patronato ni hace aportación económica alguna al presupuesto de 2,8 millones de la entidad, lo que desencadenó el 1-O fue un divorcio con los empresarios locales. Pocas reacciones causaron más impacto en Girona que un solo tuit, el del empresario de Metalquimia, Josep Lagares, vicepresidente de la Fundación entre 2009 y 2013 y uno de los factótums de la entidad en sus inicios. “Confiaba plenamente en Vos, pero hoy me habéis decepcionado profundamente... ¡Vaya con Dios, Majestad!”, publicó Lagares tras la intervención del monarca. 

Las palabras del rey Felipe provocaron la salida del patronato de la Cámara de Comercio de Girona, nada menos que uno de los cuatro impulsores de la Fundación en 2009, junto con la desaparecida Caixa de Girona, La Caixa y la Fundación Gala-Salvador Dalí. “Con el 'procés' muchos socios independentistas veían cada vez peor la relación con la Fundación”, detallan fuentes de la Cámara, que ya en 2012 había sido pionera a la hora de impulsar un manifiesto por el derecho a decidir. “La Corona ha cerrado los ojos ante las actuaciones policiales desproporcionadas”, le recriminaron en el comunicado en el que “por dignidad” anunciaban su marcha. 

En 2009, la Cámara se sumó como fundador a la iniciativa al considerar que la Fundación serviría de puente entre la Corona y las comarcas de Girona. “En el pleno en que se votó la adhesión al proyecto no hubo manifestaciones muy entusiastas, pero sí prevaleció la idea de que la Fundación podía traer contrapartidas interesantes para la ciudad”, comentan fuentes del organismo empresarial. 

Consolidar la figura del príncipe 

Si el matrimonio entre la Fundación Princesa de Girona y la ciudad que gobernó Puigdemont está al borde del divorcio, no es menos cierto que nunca llegó a ser una alianza sólida. “Nadie cuestionó su puesta en marcha, pero aun así la Fundación no ha conseguido incardinarse en la sociedad gerundense”, valora uno de los empresarios que participó en la génesis de la fundación, que asegura que el objetivo último de la iniciativa era “consolidar la figura del príncipe”. Solo sectores de la izquierda independentista rechazaron su emplazamiento en la ciudad.

Este empresario constata que la actividad de la Fundación no ha aumentado la presencia en la ciudad del monarca, que solo acude a las entregas de premios una vez al año (aparte de los actos institucionales fuera de la Fundación). 

La actividad de la Fundación consiste en fomentar el emprendimiento entre los jóvenes. Además de sus premios FPdGi, que distinguen a entidades y a jóvenes por su trayectoria de liderazgo y compromiso social, realizan formaciones a docentes sobre “talento emprendedor” y cuentan con un programa de ayudas al empleo y a la movilidad destinado también a los jóvenes.

Actualmente, la entidad cuenta con 88 patronos entre los que figuran nombres y apellidos de lo más exclusivo del sector empresarial español. Entre ellos, Fernando Abril-Martorell (Indra), Salvador Alamany (Abertis), Antoni Brufau (Repsol), Sol Daurella (Coca-Cola), Isidre Fainé (La Caixa), Juan Ignacio Entrecanales (Acciona), Josep Oliu (Banc Sabadell) o Francisco Belil (Fundación Bertelsmann), este último presidente de la entidad desde 2015, cuando sustituyó a Antoni Esteve.

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