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Más allá de la locura

“Cruzar la línea que separa el mundo animal del humano, la locura de la cordura, el sueño de la lógica”. Con esta intención nos presenta la compañía australiana Circa Beyond. Podría ser retórico, la verdad. Una excusa como cualquier otra para dar coherencia a una sucesión de saltos, de acrobacias, de golpes, de equilibrios imposibles... Sin esta justificación, la obra ya sería brutal, pero a lo largo de la hora y pico de función, esta línea que atraviesan se convierte en una especie de dramaturgia subliminal que, efectivamente, da un plus importante al espectáculo.

Los protagonistas, cuatro mujeres y tres hombres, son artistas circenses, pero también actores con todo el sentido del humor. Nos miran, nos retan, nos advierten de lo que quieren hacer. Y lo hacen desafiando a la lógica, a la condición humana, a la cordura. Lo hacen con animalidad, con locura, con sueño. Una chica carga a dos chicos con una facilidad inhumana; otra se cuelga de dos cuerdas a ocho metros del suelo y se enreda hasta hacernos perder la noción anatómica (¿qué hace este pie junto a la cara...?); la misma forzuda resuelve un cubo de Rubick mientras los otros colegas (¿personas? ¿animales?) se le suben encima con una curiosidad indescriptible; un chico realiza malabares haciendo volar una hoja de papel entre las manos, los pies, las piernas, la cara, la ... ¿qué es esto? ¿la espalda? ¿cómo aguanta el papel en la espalda? otros suben por barras verticales y nos brindan una danza vertiginosa; otro hace de clown; de repente recorren el escenario a una velocidad pasmosa a base de saltos y volteretas en una danza urbana gamberra y precipitada; una asalta al público o los siete intentan contener sus instintos en fila, como queriendo demostrar algo a los espectadores, ocultar los tics simiescos de algunos, caninos de otros, gallináceos de otra... Como diciéndonos: somos humanos. (¿O no?)

A los ritmos de canciones conocidas de todos (desde Frank Sinatra hasta Georges Brassens pasando por Bonnie Tyler...), estos alocados dan rienda suelta al animal que todos tenemos dentro con una exhibición de fuerza, de equilibrio, de contorsionismo , de equilibrismo, de ritmo, de danza, de poder, de valentía... todo dentro de un espectáculo que, realmente, emociona, divierte y enamora.

“Cruzar la línea que separa el mundo animal del humano, la locura de la cordura, el sueño de la lógica”. Con esta intención nos presenta la compañía australiana Circa Beyond. Podría ser retórico, la verdad. Una excusa como cualquier otra para dar coherencia a una sucesión de saltos, de acrobacias, de golpes, de equilibrios imposibles... Sin esta justificación, la obra ya sería brutal, pero a lo largo de la hora y pico de función, esta línea que atraviesan se convierte en una especie de dramaturgia subliminal que, efectivamente, da un plus importante al espectáculo.

Los protagonistas, cuatro mujeres y tres hombres, son artistas circenses, pero también actores con todo el sentido del humor. Nos miran, nos retan, nos advierten de lo que quieren hacer. Y lo hacen desafiando a la lógica, a la condición humana, a la cordura. Lo hacen con animalidad, con locura, con sueño. Una chica carga a dos chicos con una facilidad inhumana; otra se cuelga de dos cuerdas a ocho metros del suelo y se enreda hasta hacernos perder la noción anatómica (¿qué hace este pie junto a la cara...?); la misma forzuda resuelve un cubo de Rubick mientras los otros colegas (¿personas? ¿animales?) se le suben encima con una curiosidad indescriptible; un chico realiza malabares haciendo volar una hoja de papel entre las manos, los pies, las piernas, la cara, la ... ¿qué es esto? ¿la espalda? ¿cómo aguanta el papel en la espalda? otros suben por barras verticales y nos brindan una danza vertiginosa; otro hace de clown; de repente recorren el escenario a una velocidad pasmosa a base de saltos y volteretas en una danza urbana gamberra y precipitada; una asalta al público o los siete intentan contener sus instintos en fila, como queriendo demostrar algo a los espectadores, ocultar los tics simiescos de algunos, caninos de otros, gallináceos de otra... Como diciéndonos: somos humanos. (¿O no?)