La chica ya no es tan niña, ni tampoco es aquella de cuando nos sorprendió desde la escena popfolkera incipiente y muy indie de hace unos 5 años con su álbum I Love Your Glasses, ni lo es tanto como cuando comenzó esta gira. El último LP de Russian Red, Fuerteventura, lleva una larga carretera de dos años que ha serpenteado por España, Francia, Japón… ¡medio mundo! y acabó ayer en la sala Razzmatazz de Barcelona. Un final con cierto toque de apoteosis al contar con la compañía de Bob Kildea y Stevie Jackson, músicos de Belle and Sebastian, banda con la que ha producido el trabajo. Un lujazo que nos muestra el logro alcanzado ya fuera de nuestras fronteras por la cantante Lourdes Fernández (Madrid, 1985).
La candidez ya no está sobre el escenario pero sí la calidez y la multiplicidad de su voz. Quizá no fue el mejor directo, pero fue un buen concierto... Sigue conservando una voz muy suya, aunque ha perdido la intimidad antigua y aquel auditorio que se plegaba a sus designios con convencimiento. Su público ha aumentado y una parte se ha hecho mayor. En la sala ya no había sólo jóvenes, románticos, otoñales y melancólicos; Russian Red ya es todo un clásico de nuestros días.
Desde el minimalismo escénico de unos neones rosa intenso delineando la caligrafía de Russian Red, “la voz del indie español” se lanzaba a la sala 2 del Razzmatazz, llena en sus tres cuartas partes, y tenía dificultades para llegar al fondo del espacio. Unos problemas con el volumen que fomentaron charlillas que llenaban justamente ese error técnico. Por otro lado, y quizá se deba a una timidez interrumpida por las exigencias de enfrentarse a un público en aumento, la interacción llena de buenas intenciones de la cantante no acaba de cuajar con los asistentes...
Temas infalibles
Dicho esto, fueron infalibles las canciones insignia. Estupenda la realizada de Cigarretes a dúo con su guitarra, Brian Hunt, quien también sumó su voz, archicoreada y ya banda sonora generacional de su primer álbum. O el optimismo cargado de energía lanzado desde The Sun The Threes, esa pieza más compleja desde la parte instrumental, más elaborada en su composición y con una sensibilidad expansiva y cargada de “buenrollismo”; nos quitó por un rato la sordidez de la crisis económica y de valores que estamos viviendo y que la cantautora identifica con estupendos “momentos de reconciliación”.
Así fueron pasando temas... Everyday Everynight, I Hate You But I Love You... hasta que acabado el show la gente pidió más. Y hubo más. Un final inesperado con versiones de los Beatles. Lucy In The Sky With Diamonds fue un cover con garra y sin perder el toque psicodélico necesario con reprises y cambios de ritmo... Y ya como grand finale y diez músicos sobre el escenario aporreando percusiones varias, incluida la madrileña, el torbellino sonoro de Come Together. El público se marchó estando arriba de todo.
Este cambio de registro, esta faceta, fue una enorme sorpresa. Ver a la madrileña absolutamente suelta y potente abre una nueva vía musical donde sería muy interesante que en el futuro hiciese una incursión. Sonó natural y potente y demostró una fuerza diferente y nueva que muchos desconocían. La chica ya no es tan niña, ni tampoco es aquella de cuando nos sorprendió desde la escena popfolkera incipiente. Crece.