ENTREVISTA Candidato del PSC en Barcelona

Jaume Collboni: “No voy a hacer alcalde a Xavier Trias ni alcaldesa a Ada Colau”

Jaume Collboni (Barcelona, 1969) nunca ha estado tan cerca de ser alcalde incluso si no llega el primero, puesto que formaciones como Junts ya han anunciado que su principal propósito será que Ada Colau no repita al frente del Ayuntamiento de Barcelona. El aspirante socialista abandonó el equipo de gobierno para centrarse en la campaña aunque el PSC sigue aún como socio de los comuns.

Crítico con proyectos como los grandes 'ejes verdes' en el centro de Barcelona, sigue siendo un gran defensor de la ampliación del aeropuerto de El Prat y resume sus prioridades en un lema: “Techo y trabajo”.

Dejó el Ayuntamiento para hacer campaña y se desmarca de algunas de las medidas estrella, mientras el PSC sigue en el gobierno municipal. ¿No es incoherente?

No, todo lo contrario. Es un acto de responsabilidad por parte de alguien que va a ganar estas elecciones y que, por tanto, iba a entrar en competición con la actual alcaldesa. No quería introducir elementos de tensión en la coalición y tenía que tener la plena libertad de explicar cuál iba a ser la composición de mi gobierno. Estando dentro no puedes explicar que el señor Lluís Rabell [exlíder de los comuns en el Parlament] va a ser teniente de alcalde. Para mí era más coherente y honesto, siempre manteniendo el acuerdo, porque el PSC no es un partido que rompe acuerdos.

Hace poco, en una entrevista en elDiario.es, Salvador Illa dijo que “en orden, seguridad y limpieza, Barcelona ha ido hacia atrás”. ¿Está de acuerdo?

Creo que Barcelona tiene un reto con el orden, con generar oportunidades para trabajar y vivir en la ciudad. Techo y trabajo van a ser las prioridades de mi gobierno. Y recuperar el orgullo de ser de Barcelona. Creo que la seguridad, cuidar del espacio público, mantener la autoridad democrática y hacer que las normas se cumplan es de izquierdas, porque lo que genera más desigualdad es el incumplimiento de la norma. Genera mucha desigualdad que haya gente que no se pueda proteger porque no se pueda pagar seguridad privada. Parafraseando el eslogan famoso del 15M: sí se puede; se puede hacer mejor. Y quien lo puede hacer mejor es el PSC. 

Pero el PSC está al cargo del área de seguridad de Barcelona. Alguna responsabilidad tendrán. 

Sí, tenemos la responsabilidad de haber aumentado en 1.000 el número de efectivos de la Guardia Urbana, llegando al máximo histórico de la ciudad. El área de seguridad, en virtud de sus competencias, eliminó los fenómenos cronificados del top manta o el bicitaxi. El PSC ha llevado a cabo la reforma, incluso más allá de las competencias propias del Ayuntamiento, para endurecer las penas para la multirreincidencia que tanto afectaba a la ciudad. Y ha sido quien ha conseguido que, por primera vez, la Generalitat reconociera en los presupuestos que nos deben 600 mossos d’esquadra en la ciudad. ¿Se ha mejorado? Sí. ¿Se han reducido los delitos respecto a antes de la pandemia? Sí. ¿Hay camino por hacer? Evidentemente. 

Se ha trasladado la imagen de que Barcelona era una ciudad cada vez más insegura cuando, como usted menciona, los datos lo desmienten.

Sí, pero desgraciadamente, como en otros ámbitos de la gestión pública, entre la percepción de la gente y los datos, a veces, hay incoherencia. Un buen gobernante tiene que empatizar con el estado de ánimo de la gente. Y la opinión de la ciudadanía es que hay que mejorar en el espacio público. Y cuando se sabe que hay recorrido de mejora, lo que no se puede hacer es negarlo. 

Entonces, ¿la seguridad es un problema en Barcelona?

Es un reto, como he dicho.

Le pregunto si es un problema.

Y yo le respondo que es un reto que tenemos que abordar porque, en estos momentos, necesitamos más refuerzos de carácter policial. Sin olvidar que, en muchos casos, las causas tienen que ver con las desigualdades y las políticas de redistribución de la riqueza que tiene que llevar a cabo un gobierno de izquierdas, sobre todo, en los barrios con más vulnerabilidad, que son también los más perjudicados por la inseguridad.

Pero se ha hablado más de los relojes de lujo robados que de la seguridad en los barrios.

Pues sí. Los titulares son otro mundo. De hecho, ahora se habla más de cruceristas que de pobres. Me sorprende mucho que ahora el problema no sea que tengamos uno de cada cuatro barceloneses en riesgo de exclusión social, sino los cruceristas. 

¿Usted también cree, como Colau, que hay que reducir cruceristas? ¿Está a favor de pasar de siete a cinco terminales en el Puerto? 

¿Las siete que aprobó la señora Colau y que se da cuenta a dos semanas de las elecciones que hay que reducir? Hay que ser un poco más riguroso. No se puede llegar a un acuerdo de ampliación en 2018 y ahora decir que nos hemos pasado. El objetivo del turismo de cruceros es que Barcelona sea base, no escala. Ser base significa un turismo de más calidad, estancias más largas. No nos interesa un turismo de cuatro o cinco horas, pero para conseguir eso hay que ser coherente. No puedes alimentar una polémica provocada por una decisión que tú misma has tomado. Para mí sigue siendo más problema el acceso a la vivienda o las desigualdades que los cruceristas. 

Se habla más de cruceristas que de pobres. Me sorprende mucho que ahora el problema no sea que tengamos uno de cada cuatro barceloneses en riesgo de exclusión social, sino los cruceristas

Si llega a alcalde, ¿pedirá a la Generalitat que Barcelona sea declarada como zona tensionada para aplicar un tope en los alquileres?

Sí. Ha habido un incremento desproporcionado del precio de la vivienda y esta ley pretende atajarlo, sabiendo que no va a ser suficiente para resolver el problema de la vivienda en Barcelona. Tenemos falta de oferta, así que hay que poner en marcha el Plan 500, que consiste en que los pequeños propietarios que tienen los pisos sin usar hagan una cesión de uso al Ayuntamiento, que pagará el precio de referencia y, a su vez, cubrirá hasta 500 euros.

También tenemos que desarrollar las 25.000 viviendas de protección oficial que están ya en planeamiento en el 22@, en la Sagrera y en la Zona Franca. Así pondremos solución a la lista de espera, que es de 30.000 personas. Una de las cosas que está haciendo bien Barcelona es que hemos impulsado 2.300 viviendas públicas sin el apoyo de la Generalitat, pero sí con el del Gobierno de España. Estas 25.000 viviendas no son una promesa electoral; es lo que se podrá hacer en los próximos 10 años si tenemos el apoyo de la administración competente, que es la Generalitat. 

El turismo es un factor que afecta mucho a la falta de acceso a la vivienda. ¿Le parece un error que no se haya incluido la regulación de los pisos turísticos en la ley de vivienda?

Nosotros los tenemos ya topados en Barcelona. Esa es la línea que hay que seguir en el resto de municipios: limitar la proliferación de los pisos ilegales, evidentemente, pero de los legales también. 

De llegar a la alcaldía, ¿haría algún cambio en la normativa actual sobre los pisos turísticos?

En la época del señor Trias pasamos de 1.000 a 9.000 pisos turísticos y desde entonces no ha habido ningún incremento. Esa va a ser mi política. Barcelona ya ha llegado a su límite de carga turística. Tenemos que hacer promoción, pero para buscar el turismo que nos interesa, que tiene que ser cultural, que respete el destino. Se habla de turismo sostenible y yo añadiría también responsable. El turismo genera riqueza y puestos de trabajo, pero tiene que estar gobernado. Debemos ser muy beligerantes con las externalidades negativas que tienen lugar en el entorno del turismo, como son los pisos turísticos ilegales, los bicitaxis o el top manta. Y eso lo hemos hecho bien. 

Menciona el turismo sostenible. Usted se define como ecologista y está de acuerdo con la ampliación del Aeropuerto del Prat. ¿Es compatible una cosa con la otra?

Por supuesto.

¿Aunque, según algunos estudios, suponga un aumento del 33% de las emisiones de carbono?

Depende de los estudios y del peso que tenga la aviación civil. Yo le podría enseñar otros estudios que explican cómo se van a reducir las emisiones. Lo inteligente es rebajar el número de vuelos de corta distancia en favor del ferrocarril e impulsar la conectividad con Estados Unidos y Asia. Y esos viajes largos solo se pueden hacer en avión.

Los vuelos de larga distancia en 2019 fueron sólo el 10%, pero supusieron el 40% de las emisiones. La pregunta es si eso es apostar por el turismo sostenible.

Y yo me pregunto cómo vamos a generar los 80.000 puestos de trabajo que puede generar la actividad derivada de la ampliación. Cuando hablamos de este proyecto, estamos hablando de modelo económico. Pero ese debate no lo he visto en Madrid, que está haciendo su ampliación y tanto izquierda como derecha dicen que es positivo. No sé por qué lo que es positivo en Madrid no lo es en Barcelona. 

Hay una diferencia. Ampliar el aeropuerto en Barcelona implicaría afectar al espacio protegido de la Ricarda, cosa que en Madrid no pasa. 

Depende. La pista no tendría que pasar por ahí. Pero antes de decidir dónde ponerla, tenemos que decidir si queremos estar más y mejor conectados o no. ¿La Ricarda es una limitación? Depende. También decimos que hay limitaciones para implantar la energía renovable y fotovoltaica. ¿Por qué Catalunya es la última región de España en la implantación de estos proyectos?

¿Tiene la respuesta?

Sí. Si coges un mapa de España y ves dónde se hacen los parques más importantes, resulta que en Catalunya no hay ni un solo proyecto. Porque tienen impacto en el territorio, pero igual que la construcción de una carretera o de un ferrocarril. Esta posición llevada al extremo nos lleva a la regresión económica. En este país se ha llegado a un extremo que lleva a que cualquier inversión en infraestructuras sea rechazada. Quien defienda esta postura nos debe explicar con qué modelo vamos a prosperar en el futuro. 

Convendrá que es diferente el impacto sobre el territorio que puede tener un parque eólico que la ampliación de un aeropuerto. 

Sí, pero no se hace ninguna de las dos cosas. 

¿Qué diferencia hay entre proteger Doñana y pedir que no se toque La Ricarda? Porque en ambos casos la Comisión Europea se ha posicionado en contra y aquí hay un expediente abierto.

Una de las garantías de que las cosas se van a hacer bien es que, sea cual sea el proyecto concreto, va a contar con el visto bueno de la Unión Europea. Eso es una garantía para la ampliación del aeropuerto. 

Cuando hace unos días entrevistamos a la alcaldesa Colau, nos dijo literalmente que a ella no la engañasen porque la mayoría de nuevos usuarios serían turistas.

Hay que ser un poco más serio para hacer según qué tipo de afirmaciones. Boston ha hecho una ampliación del aeropuerto porque su sistema científico y universitario lo pidió para tener una mejor conexión con las ciudades del mundo para tener a los mejores investigadores, profesores y alumnos. Y quiero poner de relieve la contradicción de esa afirmación que cita porque Barcelona sí está aumentando su capacidad y superficie económica y para hacerla soportable una de las claves es crecer en conexión transcontinental.

¿Cómo se puede controlar que una parte importante de esos nuevos visitantes no sean turistas?

Porque hay un tope de carga turística, de número de camas. No es una cuestión de cantidad sino de conectividad. Lo que les pregunto a los que rechazan la ampliación es que nos digan qué futuro económico quieren para Barcelona. Es una ciudad a la que le va bien porque tiene una economía muy internacionalizada y para seguir dando oportunidades a la gente que vive en la ciudad se necesita que esté bien conectada. Madrid ya hace la ampliación y allí nadie dice que haya un problema.

En Catalunya se ha llegado a un extremo que lleva a que cualquier inversión en infraestructuras sea rechazada

Antes de dejar el Ayuntamiento votó con los grupos de la oposición a favor de que se frenasen los ejes verdes en la ciudad. ¿Si usted es alcalde se acabaron las grandes peatonalizaciones en Barcelona?

Nosotros no estamos de acuerdo en hacer 22 'Consell de Cent' [la principal 'superilla' del centro]. Entre otras cosas porque hipotecaría todas las inversiones en el resto de barrios. En el próximo mandato mi prioridad será volver a invertir en los barrios.

¿No lo han hecho durante esta legislatura?

Lo justo.

Pero usted estaba en el equipo de gobierno. ¿Por qué no lo han hecho más?

Porque hay una cosa que se llama pacto de gobierno y prioridades compartidas. Nosotros hemos pacificado calles durante décadas. Pero bien hecho. Algunas obras como la de Via Laietana estaban previstas hace años. Lo que digo es que hay que parar, respirar y acabar algunas de las obras como el tranvía. Ha habido una concentración de inversión en el centro o en grandes obras como Glòries, mientras parques como el del Clot están pendientes. 

Una de sus frases que más llamaron la atención fue la de que está en contra de “hacer la guerra al coche”. Los vehículos ocupan actualmente entre el 60% y el 70% del espacio público. ¿Reducir algunos carriles para destinarlos a bicis o ganar espacio para los peatones es hacer la guerra al coche?

Yo lo que digo es que no se puede estigmatizar una forma de movilidad que para uno de cada cuatro barceloneses es la única porque no tiene mejor alternativa, entre otras cosas, para ir a trabajar, porque las administraciones por responsabilidad o ausencia no hemos dado otra opción en transporte público. Un trabajador que vive en el Clot y tiene que ir a un polígono de Montornès del Vallès tiene que coger el coche. Lo que hay que hacer es electrificar la ciudad. Además hay una industria, la del automóvil, que da mucho empleo en este país y que está haciendo un proceso de reconversión de sus modelos. La guerra tiene que ser contra la contaminación y lo que hay que potenciar es el Metro, alargar líneas y ganar capacidad. 

Habla de la contaminación y Barcelona sigue incumpliendo los topes que fija Bruselas. ¿Tiene alguna propuesta más para revertir esta situación?

Insisto en que hay que apostar por la electrificación. La transición ecológica tiene un coste. Las administraciones debemos disponer del dinero para hacerla y las personas y familias también. Si un transportista que tiene que cambiarse la furgoneta por la zona de bajas emisiones no recibe ayudas públicas, o bien pasará dificultades económicas o se enfrentará frontalmente a las medidas. Deberíamos tener la perspicacia de ver qué ha pasado en algunos países europeos cuando la transición no incorpora la equidad. Hay gente que tiene la percepción de que ser ecologista es de ricos y es algo que la transformación del modelo no se puede permitir. Eso significa que se necesitan recursos.

Sobre recursos y familias. ¿Coincide con el candidato de Junts, Xavier Trias, cuando dice que hay familias que en Barcelona con 3.000 euros al mes no llegan?

Debe vivir en un barrio y debe tener un entorno muy peculiar. A mí los que me preocupan son los que tienen el salario mínimo. En una ciudad en que el salario medio es menos de la mitad de esos 3.000, su afirmación está fuera de la realidad de la mayoría.

Hay gente que tiene la percepción que ser ecologista es de ricos y es algo que la transformación del modelo no se puede permitir. Eso significa que se necesitan recursos

¿Considera que ha existido guerra sucia en los juzgados a base de querellas contra el Ayuntamiento para frenar medidas que molestaban a lo que Colau resume como “los poderosos”? 

Lo que ha habido es una judicialización absurda. Siempre he estado muy tranquilo porque el Ayuntamiento hace las cosas bien.

¿Y a qué atribuye esa judicialización?

Nosotros hemos tomado medidas muy avanzadas, por ejemplo, contra la economía de plataforma. Con la 'tasa Amazon' hemos aguantado presiones pero la hemos puesto porque consideramos que el modelo económico de la ciudad no se puede basar en el modelo depredador de las grandes plataformas. Nos ha pasado también con las cocinas y supermercados fantasma o cuando en 2019 dijimos que no íbamos a implantar el 'sharing' de patinetes. Soy amigo de la economía y la empresa pero con un modelo que respeta los derechos laborales y al consumidor sin depredar el comercio local.

Usted se presenta como un candidato de orden y reclama el voto de los electores que puedan identificarse con esa idea, algo que también hace Xavier Trias. ¿Cuál es la diferencia?

¿Cómo va a reclamar el voto de orden el señor Trias si pertenece al partido más radicalizado del mapa político catalán? ¿Cómo va a reclamar el respeto a la ley, la seguridad jurídica, la confiabilidad y la estabilidad si es el representante del partido del señor Puigdemont y la señora Borràs? Laura Borràs está condenada por corrupción y todavía construye una fábula en torno a su proceso judicial. Y Carles Puigdemont sigue prófugo. 

¿Significa eso que descarta cualquier alianza con Junts?

Yo salgo a ganar. No voy a hacer alcalde a Xavier Trias ni alcaldesa a Ada Colau.  

Y, si Trias le ofrece sus votos porque ya ha dicho que su objetivo es que Colau no siga como alcaldesa, ¿los aceptará aunque eso cierre la puerta a un pacto de izquierdas?

Las encuestas dicen que podemos ganar y después abriremos el diálogo para hacer posible una investidura, una coalición o los acuerdos de gobernabilidad que sean necesarios.

Dice que no hará alcalde ni a Trias ni a Colau, pero igual hay un momento en el que tienen que decidir a dónde van los votos socialistas.

Irán al candidato socialista.

¿O sea que el resto, quien quiera, que le vote a usted?

Claro.