Las “casas de Babilonia” (ubicadas en Guardamar del Segura, Alicante) no se demolerán este lunes debido a la solicitud de suspensión cautelar emitida por la Generalitat Valenciana a principios de mes en la que pedía poder “proteger el patrimonio cultural” por considerarlo “núcleo urbano de especial valor etnológico”.
Este lunes, 15 de septiembre, era la fecha límite para que los vecinos acatasen la orden de demolición de Costas, amparada por el Tribunal Supremo, pero la empresa encargada de los derribos se ha presentado en la zona y ha comunicado que de momento no van “a tocar nada”, ya que aseguran que no pueden hacerlo en base a dicha solicitud.
El Gobierno autonómico lo pidió en el marco de la Ley 3/2025 de Protección y Ordenación de la Costa Valenciana, aprobada en mayo, que pretende incorporar esta figura de protección. Sin embargo, la posibilidad de declarar un núcleo urbano como “de valor etnológico” no está aún en vigor, pues todavía no está aprobado el reglamento que así lo ampara —aunque se cree que se formalizará antes de 2026—. Solicitaron, por tanto, un “stop temporal” mientras se decide el estatus (o no) de valor etnológico.
Y, al no estar en vigor, lo que ha imperado realmente han sido las competencias que tiene el gobierno autonómico en materia de protección del patrimonio cultural.
Manuel López, abogado y portavoz de la Asociación de Vecinos de la Playa de Babilonia, ha explicado que los afectados se han levantado “con el nerviosismo esperable” pero que “finalmente se ha impuesto el acuerdo de suspensión. En el momento en el que estos expedientes están en marcha ni yo mismo puedo decir que tiren mi casa”.
Y ha continuado: “Este expediente se debe tramitar, y cuando se resuelva veremos qué es lo que tiene que ocurrir”. De momento el Ministerio no ha emitido ningún comunicado al respecto.
Las “casas de Babilonia”
Las casas que se encuentran en el punto de mira, construidas entre 1934 y 1956, son de las pocas de la zona que recuerdan a la fisonomía tradicional del municipio en los años 90. Sin embargo, debido a la alta regulación del río Segura, a la construcción de un espigón, y a los efectos del cambio climático, el mar las ha ido alcanzando con rapidez en las últimas décadas hasta el punto de que, en muchos de los casos, ya llega a sus terrazas, por lo que Costas denegó la prórroga de la concesión.
Los vecinos, aseguraban a elDiario.es hace una semana, se sienten “víctimas” de un “un problema en la costa más amplio” que les había “caído encima”.
Al día de hoy le ha precedido una cuenta atrás cuya expectación no ha hecho más que intensificarse en los últimos meses. Desde la gran viralidad de toda una retahíla de vídeos publicados en Instagram y Tiktok por el afectado David Renner, pasando por una caminata de 38 kilómetros desde la zona hasta la Subdelegación del Gobierno de Alicante promovida por los vecinos, hasta la solicitud de la Generalitat Valenciana y de la Diputación de Alicante de la suspensión cautelar de los derribos al Gobierno central.
Salen a la luz informes de los años 80 que ya evaluaban la erosión
Por si fuera poco, en la recta final de esta cuenta atrás el diario El Español publicó (hace una semana) sobre la existencia de unos informes del Centro de Estudios y Experimentación de Puertos y Costas Ramón Iribarren y del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX) que ya recogían en los años 80 una valoración sobre la erosión de la zona, a los que también ha tenido acceso elDiario.es.
En ellos, a los que ha hecho referencia hoy el portavoz, se recomendaba la reducción de la longitud del tamaño del espigón previsto ya que, tal y como estaba contemplado su diseño, supondría una “interrupción casi total del transporte longitudinal de arenas, que independiza los tramos de costa a uno y a otro lado de la desembocadura” del río, una sugerencia a la finalmente que no se atendió.
De hecho, se restaba importancia a las consecuencias de la obra debido a que “la fuerte disminución habida en los aportes sólidos del Río Segura en las últimas décadas” ya había producido por aquel entonces “una lenta regresión de la línea de costa”. “El transporte litoral en este tramo es muy reducido”, se insistía.
Es por ello, entre otras cosas, que los autodenominados “babilónicos” llevaban años rechazando la idea de que sus casas estuvieran contribuyendo a la erosión del litoral, como bien afirma el Ministerio, y subrayando que, si no fuese por las intervenciones humanas que están frenando el aporte de sedimentos a la zona —de las que ellos no son responsables y ante las que el Estado, denunciaban, no había actuado—, podrían haber optado a más años de concesión.