Ana Camarasa, catedrática de Geografía Física de la Universitat de València (UV) y especialista en la rambla del Poyo, ha declarado como perito ante la jueza de la DANA y ha asegurado que el Es-Alert del pasado 29 de octubre se debería haber enviado cinco horas antes: a las 15.00 (y no a las 20.11, cuando ya había fallecidos y cientos de ciudadanos permanecían atrapados por las inundaciones).
Además, la catedrática también ha afirmado que el contenido de la alerta automática a los móviles fue “insuficiente e incorrecta”, según fuentes conocedoras de su declaración.
La testigo perito también ha explicado que la tardía alerta tuvo otro efecto: la población a la que llegó el mensaje pensó que tenían aún tiempo para poner a salvo sus bienes (muchas víctimas murieron al tratar de evacuar sus vehículos de los garajes).
En definitiva, ha agregado la experta, la alerta llegó “más tarde que la crecida”. Camarasa, en tono muy claro, didáctico y contundente, según fuentes jurídicas, ha recordado que el 25 de octubre el barranco del Poyo ya iba cargado. Ante ese panorama, la toma de decisiones “se debe hacer en poco tiempo. No hay margen”, ha afirmado.
Con esas previsiones, se debería haber convocado la reunión del Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi) la víspera o, “como muy tarde”, la mañana del 29 de octubre, según ha declarado.
El barranco del Poyo, tal como ha declarado la experta, “siempre” se comporta como un “flash flood” (avenida súbita). Se trata de desbordamientos previsibles, ha dicho.
Ana Camarasa también ha detallado las tres avalanchas de agua antes del envío del Es-Alert: el barranco de l'Horteta, el de Gallego y el del Poyo.
También ha asegurado que, a su juicio, la vigilancia de los barrancos se debió hacer con todos los medios en una situación de emergencia. “Y si no, hay que buscarla”, ha apostillado. Más, teniendo en cuenta, que desde primera hora de la mañana del día de la catástrofe, toda la provincia de Valencia estaba con aviso rojo.