Jacobo es un niño diagnosticado de TEA (Transtorno del Espectro Autista) que no puede ir a la escuela de verano con los que han sido hasta ahora sus compañeros de colegio en el municipio de la Llosa. ¿El motivo? Jacobo ha repetido dos cursos y tiene 14 años, y la escuela de verano se limita para niños de hasta 12 años, y el Ayuntamiento de la Llosa se muestra inamovible con esta normativa por lo que no ha permitido su inscripción.
El caso lo denuncia su padre, que además de padre también es un experto psicólogo. Se trata de Javier Castillo Colomer, psicólogo clínico, psicoterapeuta y escritor de varios libros especializados en su campo, el último muy relevante en el caso que nos ocupa: 'Fundamentos de la psicoterapia integrativa moderna'. El propio Castillo afirma que no entiende la inflexibilidad del Ayuntamiento de la Llosa en este caso, un caso que incluso ha sido defendido por la dirección de la escuela a la que asiste Jacobo, el Colegio Vicente Fabuell Zapata, que también ha asistido a la familia intermediando con el consistorio, pero sin resultado positivo.
Jacobo vive en Puçol, una localidad situada a 23,4 kilómetros de la Llosa, recorrido que hace todos los días su padre para poder llevarlo a su colegio durante los últimos 8 años. Y es que este experto psicólogo explica que el Colegio Vicente Fabuell fue una elección buscada y estudiada tras probar varios centros: “no tiene nada que envidiar a los Montessori o los Waldorf. Trabaja con proyectos y con una metodología puntera en todos los sentidos, pero si hay algo especialmente resaltable es la vocación como educadores de los profesionales que trabajan en este centro”. Por ello afirma que su hijo ha sido “acogido” en este colegio, usando concretamente este verbo por su “sostén, respeto, valoración, bienestar, alegría, aprendizaje...”.
Pero tras sus años de Educación Primaria Jacobo (incluyendo dos cursos repetidos) acababa su ciclo en el centro, y vivió su acto de graduación donde fue mencionado por la propia directora, la cual subrayó los avances del niño, así como también la posibilidad que Jacobo ha dado a sus maestros para que aprendieran de él, entendiendo y respetando la neurodiversidad.
Tras la alegría de la graduación llegó la decepción de la escula de verano. Jacobo iba a ir a este programa estival organizado por el ayuntamiento, iniciativa que tanto la directora como la responsable de pedagogía terapéutica del centro consideraron muy buena. Pero se encontraron con que la funcionaria encargada de recoger la matrícula denegó la solicitud alegando que había pasado la edad límite y no se podía inscribir.
La normativa municipal ha sido así la pared contra la que ha chocado la familia y también los docentes que han querido colaborar. Lo confirmaba tanto la funcionaria como el propio alcalde de la Llosa, Joaquín José Llopis (PP), con quien llegó a contactar la directora del centro.
Su padre lamenta este bloqueo: “es el único niño especial que ha pedido matrícula, está muy integrado y tiene una evolución espectacular, es un niño autónomo”, y recuerda que “otros años se han admitido otros casos más graves”. Por todo ello Javier Castillo considera que “es una cacicada que demuestra falta de tacto, de sensibilidad, de empatía y también de flexibilidad”.
Con el inicio de las vacaciones de verano el padre explica que Jacobo se ha tenido que quedar en casa, no había posibilidades ya por la fecha. Estas semanas la familia se ha adaptado y uno de los pilares ha sido el hermano mayor de Jacobo.
Cuando termine el verano Jacobo comenzará un nuevo ciclo educativo en Secundaria, y su padre espera encontrar “otra escoleta”, ahora instituto, que contribuya a que Jacobo siga desarrollando sus capacidades y autonomía.