Han pasado meses desde la DANA, pero en demasiados hogares la calma sigue siendo una esperanza lejana. La tormenta no solo arrasó techos, sino que derribó proyectos de vida. Y cuando las ayudas tardan en llegar, no es solo una pared la que se resquebraja, sino la dignidad de quienes luchan cada día por salir adelante con su salario.
Desde UGT-PV no hablamos en términos abstractos ni de “damnificados”, sino de compañeras y compañeros, trabajadores y trabajadoras que lo han perdido todo. La clase trabajadora ha sido la más golpeada, no por casualidad, sino porque vive en zonas vulnerables, en viviendas precarias y con contratos inestables.
La Generalitat Valenciana anunció un plan de emergencia con 259 viviendas públicas disponibles para afectados, pero medio año después solo se han adjudicado 114. Mientras tanto, muchas familias siguen sin alternativa, compartiendo espacios insuficientes o viviendo en hogares dañados. Esta espera desgasta no solo a las personas, sino también la confianza en las instituciones.
La DANA nos deja una enseñanza clara: la vivienda debe ser un derecho protegido y accesible, no un objetivo lejano. Muchas de las personas afectadas ya vivían al límite, con contratos temporales, sueldos bajos y alquileres inseguros. Cuando la tormenta golpeó, no tuvieron colchón ni red; solo la solidaridad popular y burocracia.
Por eso, las ayudas deben priorizar a quienes más lo necesitan, a quienes no pueden esperar meses y que trabajan día a día para sostener esta tierra. La vivienda pública, el alquiler asequible y los planes de emergencia habitacional deben dejar de ser promesas vacías y convertirse en políticas firmes, humanizadas y comprometidas, siempre junto a la clase trabajadora.
Hablar de “clase trabajadora” es hablar de quienes limpian, cuidan, construyen, transportan y educan; quienes mantienen este país en marcha, pero a menudo no pueden permitirse un hogar digno. Esa realidad es una deuda colectiva que no podemos seguir ignorando.
Desde el sindicato seguiremos exigiendo con firmeza la aplicación de la Ley de Vivienda, la regulación efectiva de los alquileres, la inversión en vivienda protegida y que las ayudas lleguen rápido y con justicia. Porque no podemos permitir que ninguna emergencia deje a la clase trabajadora sin casa ni futuro.
La DANA fue una catástrofe natural, pero lo que sucede después es una decisión política. Y en esa decisión, hay que elegir a quién defender: ¿A los que más tienen?
¿O a quienes más lo necesitan?
Desde el sindicato lo tenemos claro: nuestro lugar es siempre con la clase trabajadora, con sus luchas, sus vidas y sus derechos. La vivienda no es una mercancía, es un hogar, y un hogar debe ser una garantía, no cuestión de suerte o paciencia. Y esa garantía debe llegar ya.
- Rocío Barbeito Lojo es portavoz de Aposta Jove (Asociación juvenil de las personas jóvenes afiliadas a UGT PV menores de 35 años)