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Perfil - Pablo Gallart, la cara b del CEO y arquitecto fiscal de Ribera Salud
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PERFIL

Pablo Gallart, la cara b del CEO y arquitecto fiscal de Ribera Salud que administra 60 empresas

El personaje del CEO de Ribera Salud, Pablo Gallart, cazado en unos audios pidiendo alargar las lista de espera para ganar más, no se entiende sin su examigo y mentor Alberto de Rosa, fundador del grupo sanitario de origen valenciano hace 28 años y despedido en mayo pasado por, según el entorno del propio Gallart, “graves irregularidades”. Las distintas fuentes consultadas por elDiario.es conocedoras de los entresijos de la compañía coinciden en que Gallart tuvo mucho que ver en la salida abrupta de De Rosa e ironizan que De Rosa tiene mucho que ver en los problemas que acechan a Gallart en la última semana.

Pablo Gallart y su trayectoria profesional en la sanidad privada se forjaron a la sombra de Alberto de Rosa, quien allá por 2002 fichó al financiero de la consultora KPMG. “Fue el primer empleado de Ribera Salud”, recuerdan fuentes conocedoras de la compañía. El conocido como “modelo Alzira”, porque es en esa localidad valenciana donde se privatizó por primera vez la gestión de un hospital público de la Generalitat, salió del cerebro de De Rosa, pero la arquitectura fiscal para obtener el máximo beneficio la diseñó Gallart. La pareja ha jugado siempre tan al límite en el negocio que, una mañana de 2016, un equipo de policías nacionales de la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) se personó en las oficinas de València de B2B Salud, la central de compras de material protésico del grupo Ribera Salud, y se llevó varias cajas de documentación.

El Juzgado de Instrucción número 4 de Valencia investigó durante varios años, tras la denuncia de la UDEF, a esta filial de la compañía, que dirigían en persona De Rosa y Gallart, pero acabó archivando la investigación en 2018 porque, pese a que la central de compras cobraba comisiones a los proveedores de prótesis para engrosar su negocio, ese incremento no se repercutía en el coste final que pagaba la administración, según el juez instructor, por lo que no había quebranto para el erario público. Tras este susto, B2B Salud siguió con su funcionamiento y en 2024 esta empresa del grupo Ribera Salud ingresó 4,4 millones de euros y obtuvo unos beneficios de 666.724 euros.

Para el “modelo Alzira” de Ribera Salud, estas empresas satélite del grupo, como B2B Salud, son fundamentales para obtener los pingües beneficios que consigue. “El secreto de Ribera Salud no está solo en el beneficio industrial de las concesiones y las triquiñuelas de la gestión de pacientes; está también en toda la red societaria de proveedores de servicios sanitarios que cobran por los servicios a los hospitales y los centros de salud privatizados”, explica un alto cargo del Gobierno de Ximo Puig que se tuvo que fajar con De Rosa y Gallart entre 2015 y 2023. Fueron años de mucha tensión entre la empresa y la Generalitat por la decisión del Ejecutivo de PSPV-PSOE, Compromís y Podemos de revertir las privatizaciones.

Gallart y De Rosa son quienes inventaron este modelo de servicio total que prácticamente ocupa todo el proceso sanitario para que ni un solo euro de la concesión que ingresa de la administración pública vaya a parar a ninguna otra empresa que no sea del grupo. Análisis biológicos, diagnósticos clínicos, servicios de hospitalización o la compra de determinado tipo de material sanitario: todo pasa por alguna filial de la compañía.

Esta manera de trabajar se ha demostrado muy rentable. Un ejemplo es el Centro Inmunológico de la Comunidad Valenciana, empresa de la que Gallart es administrador. Esta filial de Ribera Salud facturó en 2024 21 millones de euros y ganó cuatro, un 23% de rentabilidad; unas cifras espectaculares, superiores al margen de beneficio que suelen dar las concesiones sanitarias y que está muy controlado por la administración. Centro Inmunológico de la Comunidad Valenciana tiene como objeto social “la realización de análisis y diagnósticos clínicos, biológicos o químicos (intermediación) por sí misma o mediante la adquisición y administración de laboratorios de análisis clínicos o de activos relacionados, incluyéndose la tenencia y explotación de aparatos e instalaciones que sean pertinentes”.

Ribera Salud gestiona actualmente 15 hospitales y más de 60 centros policlínicos, con más de 9.000 trabajadores, además de las empresas de servicios sanitarios antes mencionadas. Y Gallart, como CEO, es administrador o administrador mancomunado de más de 60 filiales del grupo, según se puede confirmar a través del Registro Mercantil. El CEO dirige la matriz, pero está vinculado también a las empresas satélites de servicios como B2B, Centro Inmunológico de la Comunidad Valenciana o Imatec Gabinetes Radiológicos SL, compañía que —como su propio nombre indica— realiza pruebas radiológicas y que en 2024 facturó 2,3 millones y ganó casi 400.000 euros, más de un 20% de rentabilidad.

Gallart, que ha bajado a los infiernos en los últimos días, consiguió el pasado mayo lo que siempre había perseguido: convertirse en consejero delegado de la compañía. Lo hizo gracias al apoyo del máximo accionista, los franceses de Vivalto Santé, pero su asalto a los cielos le costó el puesto al presidente y fundador Alberto de Rosa y a la anterior consejera delegada, Elisa Tarazona. Y De Rosa, un polémico gestor de colmillo retorcido y muy vinculado al PP valenciano, no olvida, según relatan fuentes del sector sanitario y político valenciano que saben cómo se las gasta. Tras su salida abrupta de Ribera Salud, Gallart y De Rosa rompieron su relación no solo mercantil, sino personal.

Fuentes del entorno de Pablo Gallart consideran que la situación que vive el CEO de Ribera Salud no es por el modelo, “sino por una vendetta”. “Está claro quién está moviendo todos los bulos y quién ha trajinado los audios”, sostienen las mismas fuentes. De hecho, una trabajadora del hospital de Torrejón ha presentado una denuncia en la policía en la que asegura que la exgerente del centro sanitario, a su vez sobrina de la anterior CEO Elisa Tarazona, la habría obligado a grabar la reunión de directivos donde se escucha al consejero delegado de Ribera Salud hablar del alargamiento de las listas de espera. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha asegurado que la polémica por el modelo de la privatización de hospitales se debe a “rencillas entre directivos”.

El colmillo de Alberto de Rosa

Cuentan fuentes conocedoras de la relación entre el Gobierno valenciano y Ribera Salud que a las negociaciones de las liquidaciones —donde administración y empresa aclaran el coste final del servicio privatizado— acudían siempre juntos Gallart y De Rosa. El primero, por la parte técnica, y el segundo, por la institucional. Las mismas fuentes explican que el financiero actuaba de “poli bueno” e incluso mostraba “cierta empatía” con la administración y el erario público. El “poli malo” lo escenificaba el ya expresidente de la compañía.

Estando De Rosa y Gallart en plena guerra contra el Gobierno de Puig y Oltra, no dudaron en utilizar todo tipo de estrategias de agitación pública contra la Generalitat con fondos de la empresa, cuyo principal cliente era la propia administración autonómica. Llenaron Alzira de carteles y compraron publicidad en autobuses contra su bestia negra, la otrora consellera Carmen Montón. Ficharon exministros socialistas para defender su modelo y hasta hicieron actos con ministros del laborista Tony Blair, o auspiciaron asociaciones de pacientes que daban charlas por el área sanitaria de la Ribera para cantar las bondades del modelo. También regaron con abundante publicidad a muchos medios de comunicación que defendían su modelo e hicieron tareas de lobby en las élites de los socialistas más favorables a la privatización.

Un día, en el AVE entre Valencia y Madrid, un ciudadano fotografió a Alberto de Rosa junto a Francisco Camps y Cristina Seguí, agitadora ultra y una de las acusaciones populares en el caso que acabó con Mónica Oltra imputada por supuestamente intentar encubrir los abusos de su exmarido a una menor en un centro tutelado, lo que forzó su dimisión como vicepresidenta. El juez instructor ha concluido que no hubo ningún encubrimiento, pero la Audiencia quiere obligarle a abrir juicio oral a la política de izquierdas, también contra el criterio de la fiscalía.

Otro día, una prima de la víctima de los abusos del exmarido de Oltra aireó que sus abogados, vinculados a la extrema derecha valenciana, le habían prometido a la joven trabajo en Ribera Salud; algo que no se llegó a producir, pero que evidencia los extraños compañeros de tren que aquel día fueron captados en animada conversación. Desde el entorno de Oltra siempre han visto la mano de De Rosa en las acusaciones contra la exvicepresidenta por haber sido, desde su llegada a la Generalitat, uno de los principales azotes contra la privatización de la sanidad en la Comunitat Valenciana.

El modelo privatizador de la sanidad pública española vuelve a estar en el foco mediático por sus dudosas prácticas. Pero esta vez, su cerebro y su arquitecto están en bandos contrarios. “La Ribera de hoy, nada tiene que ver con el pasado”, aseguran fuentes del entorno de Gallart. La guerra continúa.